Dieta alta en grasas y sus efectos nocivos en las bacterias intestinales

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Variados factores como la edad, la carga genética, la alimentación, el ambiente y el estilo de vida parecen afectar los tipos de bacterias que constituyen la microbiota intestinal, por lo tanto, la forma de mantener un equilibrio y favorecer la proliferación de bacterias beneficiosas, consiste en mantener una alimentación sana; ya que las investigaciones indican que aumentar el consumo de vegetales, frutas  y cereales integrales ayuda a que crezcan este tipo de gérmenes; además de medidas como evitar fumar, beber alcohol y realizar actividad física acorde a la edad y al estado físico.

Otros estudios, además han demostrado que las dietas guardan una estrecha relación con patologías como la obesidad, intestino irritable, depresión, enfermedades autoinmunes, en las que se ha reportado disminución en ciertos tipos de bacterias intestinales. Pero pocos estudios han realizado un análisis en los cambios que se producen en la microbiota intestinal después de que las personas se adhirieron a una dieta específica.

Estos estudios cobran gran importancia al considerar los cambios en las dietas modernas, donde abundan las grasas, los alimentos ultraprocesados; sumado a la carencia de fibras y otros carbohidratos complejos, con todas las implicancias en la salud que esto conlleva.

Grasas y microbiota intestinal

Un equipo de investigadores del Instituto de Nutrición y Salud de la Universidad de Qingdao, en China, realizaron un estudio en el Hospital General del Ejército Popular de Liberación en Beijing y en la Universidad de Zhejiang en Hangzhou, cuyos resultados fueron publicados originalmente en Live Science.

El estudio buscaba evaluar si los diferentes niveles de grasa en la dieta podrían alterar la composición bacteriana intestinal, para lo cual reclutaron a 217 jóvenes sanos de entre 18 y 35 años de edad y los dividieron de manera aleatoria en tres grupos según tipo de dieta: uno tenía una dieta baja en grasa, es decir, las grasas eran el equivalente al 20% de las calorías y 66% de carbohidratos en el día; otro era de grasa moderada (30%) y 56% de hidratos de carbono y un último grupo consumía alta cantidad de grasas (40%) y 46% de glúcidos, durante un período de seis meses.

La cantidad total de calorías, proteínas y fibra en la dieta de los participantes fue el mismo para los tres grupos. De los voluntarios se obtuvieron muestras de sangre y heces al inicio y al final del estudio, para comparar distintas mediciones.

Hallazgos e implicancias

Después de los seis meses de mantener la dieta, en el grupo de bajo consumo de grasas los análisis indicaron que las bacterias beneficiosas como Blautia y Faecalibacterium- que ayudan a producir un ácido graso llamado butirato, una fuente energética para las células intestinales y que además posee propiedades antiinflamatorias, aumentaron- así como los niveles medidos de butirato- en comparación con los niveles al inicio del estudio.

Por el contrario, en el transcurso del estudio, los sujetos pertenecientes al grupo de dieta alta en grasas experimentaron aumentos en los niveles de las bacterias de los géneros Bacteroides y Alistipes , que se han relacionado con la diabetes tipo 2, además de evidenciar niveles reducidos de butirato. Estas personas también tuvieron aumentos en los niveles de ácidos grasos de cadena larga, que se han asociado con reacciones que estimulan los procesos inflamatorios en el organismo. De hecho, los investigadores encontraron niveles aumentados de ciertos marcadores de inflamación en la sangre de los participantes de este grupo.

Estos resultados revisten una gran importancia para los habitantes de China y otros países que mantienen dietas más alejadas de las tradicionales de su región, ya que al “occidentalizarse” cambian notablemente su microbiota y aumentan la predisposición a varias patologías.

Los autores señalaron que los hallazgos del estudio podrían extrapolarse a personas de países desarrollados como los Estados Unidos, cuyas dietas con alto consumo de grasas se vienen dando desde hace bastante tiempo, pero se necesitan más investigaciones para determinar esta posibilidad.

Hay que considerar que el estudio se realizó en adultos jóvenes y sanos- de 18 a 35 años de edad- por lo que no está claro si estos resultados se pueden ampliar a otros grupos etarios o con otras características y/o patologías determinadas.

Loa autores reportaron que en los tres grupos de dieta los voluntarios perdieron peso durante el estudio, pero el grupo de dieta baja en grasa mostró mayor pérdida de peso. Pero no está claro si esta reducción guardaría relación con la dieta en sí o se debería a las modificaciones sufridas por parte de la población bacteriana de los participantes y los datos de los marcadores metabólicos, por lo que se necesitan más investigaciones para dilucidar estos hallazgos.

Por lo tanto, comer un exceso de grasa puede ser perjudicial para las bacterias intestinales. Además, los autores concluyen que los cambios dietéticos que tienden a una alta ingesta de grasas mantenida en el tiempo, podrían tener consecuencias negativas «a largo plazo”, incluido un mayor riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes mellitus tipo 2, entre otras patologías.