Una mala calidad del sueño podría ser indicador de Alzheimer

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Investigadores de la University School of Medicine, en Saint Louis, Missouri, Estados Unidos, concluyeron que las personas mayores con sueño profundo (sueño de ondas lentas) deficiente tienen mayor cantidad de proteína tau, una de las causantes de Alzheimer.

De acuerdo con los especialistas, los niveles elevados de tau están asociados a daño cerebral y a pérdida cognitiva.

Para encontrar esa conexión, los científicos trabajaron con 119 personas de 60 o más años. Según la información, el 80% de los participantes no tenían problemas cognitivos; el otro 20% tenía discapacidades leves.

A través de un monitor de electroencefalograma portátil, midieron las ondas cerebrales de los individuos mientras dormías.

De igual manera, registraron el movimiento de sus cuerpos por medio de un sensor con forma de reloj. Adicionalmente, anotaron datos sobre cuánto dormían por la noche y si tomaban siestas durante el día.

Una de las mediciones clave fue la cantidad de amiloides betas y proteína tau en el cerebro; también lo fueron los fluidos cefalorraquídeos tanto del cerebro como de la médula espinal.

Esa información se recolectó de dos formas: con escaneos cerebrales PET (por emisión de positrones), y por punciones espinales.

Al observar los resultados, encontraron que los adultos con menor cantidad de sueño de ondas lentas, tenían más proteína tau; además, mostraron una proporción mayor de tau respecto al amiloide beta en su líquido cefalorraquídeo.

Así, la calidad de un sueño depende de la relación entre la cantidad de tau y la etapa de sueño profundo. En otras palabras, aunque una persona duerma suficiente por la noche y tome siestas a lo largo del día, no necesariamente tendrá un buen descanso.

¿Cómo se relaciona una mala calidad del sueño con el Alzheimer?

Nuestro cerebro funciona a base de ondas cerebrales; según se comporten, entraremos en un estado de vigilia o de sueño.

Cuando llegamos al sueño, existen varias etapas en las cuales varía la actividad eléctrica cerebral. El Instituto del Sueño de Madrid lo divide en cinco fases:

  • Durante la primera, los ojos y los músculos se mueven lentamente. En este periodo aún estamos conscientes del exterior; pero el cuerpo se está preparando para dormir.
  • En la segunda fase, el sueño es ligero. El tono muscular se reduce; el movimiento ocular se detiene; las ondas cerebrales y el ritmo cardiaco, se ralentizan.
  • La etapa tres es el momento de transición al sueño profundo. El cuerpo se encuentran en un estado de relajación profunda. Si despertamos en este momento, nos sentiríamos confusos.
  • Al llegar a la cuarta fase, el sueño profundo permite al cuerpo descansar física y mentalmente. Esta etapa es de suma importancia, pues es cuando se determina la calidad del sueño.
  • Finalmente, la quinta etapa, conocida como sueño REM, se caracteriza por ondas cerebrales similares a las de una persona despierta. El ritmo cardiaco y la presión aumentan; la actividad cerebral es alta. Es el instante en que, a pesar del bloqueo de los músculos, somos capaces de captar la información del exterior y recordar los sueños.

El ciclo total dura entre 90 y 120 minutos. En una noche, lo normal dormir entre cinco y seis ciclos.

Una buena calidad de sueño está asociada a una buena salud. Por el contrario, alterar nuestros ciclos y reloj circadiano puede tener graves consecuencias; pues la secreción de hormonas que nos ayudan a regular funciones de nuestro organismo podría alterarse.

En el estudio de la University School of Medicine, publicado en la revista Science Translational Medicine, se muestra la aparición de las proteínas relacionadas con el desarrollo de Alzheimer durante la etapa de sueño profundo cuando una persona tiene mala calidad de descanso.

Los expertos Indicaron que la deposición del amiloide beta sigue a la agregación intracelular de tau en el neocórtex; como consecuencia, se pierden células, la capacidad sináptica, se atrofia el cerebro y comienza el deterioro cognitivo.

Los científicos declaran que, incluso cuando los primeros síntomas se detectan, la acumulación del amiloide está cerca de su punto máximo; asimismo, la patología cortical tau, con frecuencia, ya está presente.

Los autores de la investigación aclaran que este estudio no pretende reemplazar a los métodos tradicionales para identificar al Alzheimer con el monitoreo del sueño. Sin embargo, estos hallazgos proporcionan un elemento más para acercarnos a un diagnóstico mucho más oportuno; el cual, en enfermedades de demencia como el Alzheimer —un proceso no natural en el envejecimiento—, es esencial para retrasar el desarrollo de la enfermedad y aumentar la calidad de vida de los pacientes.