Las dietas altas en grasas tienen efectos dañinos sobre nuestro cerebro

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Muchas investigaciones han puesto en evidencia cómo una dieta poco saludable se relaciona no solo con sobrepeso y obesidad, síndrome metabólico y alteraciones en la microbiota intestinal, sino que también con cambios neurológicos y hasta genéticos.

Dentro de las estructuras cerebrales que tienen que ver con nuestras conductas alimentarias, el hipotálamo controla el apetito y el peso corporal– además de ser una región clave en la memoria a largo plazo- mientras que en el caso de la compulsividad y la saciedad, el córtex frontal y el estriado son las zonas encargadas de su regulación.

Algunos estudios previos

Estos cambios en el sistema nervioso no sólo se manifiestan en alteraciones morfológicas, sino que también- según demostraron hace uno años atrás un equipo de científicos pertenecientes al Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona- los genes de las distintas áreas del cerebro se modifican según el tipo de comida que se ingiere.

Los investigadores de la National Primate Research Center de Oregon, en Beaverton, examinaron a monos hembra embarazadas que consumieron una dieta rica en grasas, donde encontraron que los monos bebés expuestos a esta dieta en el vientre materno nacieron con una menor cantidad de fibras cerebrales y receptores para el neurotransmisor dopamina, en la región cerebral llamada corteza prefrontal. Como la dopamina participa en la regulación de la vía de recompensa de comida del cerebro, estos monos crecieron manifestando deseos de ingerir alimentos ricos en lípidos para saciar sus apetitos.

En otro informe, los investigadores de la Australia National University encontraron una posible relación entre las epidemias de obesidad mundial y de demencia, al observar como el tamaño del hipocampo se reducía de manera proporcional al peso ganado.

Lípidos y cerebro

Un reciente estudio que fue dirigido por Sabrina Diano– profesora de fisiología celular y molecular, de neurociencia y medicina comparativa- evaluó cómo el consumo de una dieta alta en grasas y carbohidratos afectaba el hipotálamo.

Los investigadores encontraron que esta dieta estimulaba la inflamación del hipotálamo, una respuesta fisiológica que se manifiesta en casos de obesidad y desnutrición. Los hallazgos fueron publicados en Cell Metabolism.

El equipo observó que la inflamación ocurría en el hipotálamo de manera tan precoz como a los tres días después del consumo de una dieta alta en grasas, incluso, antes de que el cuerpo comience a evidenciar signos de sobrepeso y obesidad, como manifestó Diano: «Nos intrigó el hecho de que estos son cambios muy rápidos que ocurren incluso antes de que cambie el peso corporal, y queríamos entender el mecanismo celular subyacente”.

Diano y sus colaboradores observaron inflamación hipotalámica en animales con una dieta alta en grasas y descubrieron que se estaban produciendo cambios en la morfología de las células microgliales de los animales, que son las encargadas de actuar como la primera barrera defensiva del sistema nervioso central, al regular la inflamación. 

Diano y su equipo descubrió que la activación de la microglia se debía a cambios en sus mitocondrias– que son las organelas que participan en el proceso metabólico para obtener energía de los alimentos que consumimos, especialmente procedente de los carbohidratos y metabolitos derivados de las grasas. En estos casos, las mitocondrias fueron significativamente más pequeñas en los animales a los que se les administró una dieta alta en grasas. 

Este cambio en el cambio de tamaño de las mitocondrias se debió a la proteína de desacoplamiento 2 (UCP2), que regula la utilización de energía de las mitocondrias, lo que afecta el control metabólico- incluido su empleo en la termogénesis- y la homeostasis de la glucosa por parte del hipotálamo.

La activación de la microglía mediada por UCP2 afectó a las neuronas del cerebro de los animales alimentados con una dieta elevada en grasas, pues cuando recibían una señal inflamatoria desencadenada por su tipo de alimentación, estimulaban a los animales a ingerir más alimentos y a volverse obesos. Sin embargo, cuando este mecanismo se bloqueó, al eliminar la proteína UCP2 de la microglía, los animales expuestos a una dieta alta en grasas comieron menos y no sufrieron  aumento de peso.

Importancia y alcances del estudio

Este estudio no solo sirve para poner de manifiesto cómo las dietas altas en grasas nos afectan a nivel físico, con la aparición de sobrepeso y obesidad, sino que evidencia cómo una dieta poco saludable puede generar un incremento en nuestra ingesta de un tipo de alimentos que son perjudiciales desde el punto de vista neurológico, como explica la investigadora: “Existen mecanismos cerebrales específicos que se activan cuando nos exponemos a un tipo específico de alimentos. Este es un mecanismo que puede ser importante desde un punto de vista evolutivo. Sin embargo, cuando la comida rica en grasas y carbohidratos está constantemente disponible, es perjudicial”.

El objetivo perseguido por Diano es comprender los mecanismos fisiológicos que regulan la cantidad de alimentos que consumimos, y continúa investigando cómo la activación de la microglía puede afectar diversas enfermedades neurológicas- incluida la enfermedad de Alzheimer– un trastorno neurodegenerativo asociado con cambios en este tipo de células defensivas y que se ha demostrado una mayor incidencia entre las personas obesas.