Asocian bajo consumo de flavonoides con mayor riesgo de alzhéimer

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Desde hace tiempo se ha relacionado a la alimentación con el riesgo de varias enfermedades, como las neurológicas. Dentro de esta línea, un nuevo estudio asocia un bajo consumo de flavonoides con mayor riesgo de alzhéimer y de demencias relacionadas.

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la principal causa de demencia. En México, 3 de cada 100 personas de 60 años padecen EA. Sin embargo, la enfermedad aumenta cada cinco años. Por lo tanto, a los 85 años puede ser una de cada 3 y a los 90 una de cada 2 quienes la presenten.

Se ha observado que las personas diagnosticadas con alzhéimer pueden sobrevivir de 2 hasta 20 años desde la manifestación de los primeros síntomas o desde su diagnóstico. No obstante, existen factores determinantes que influyen en la esperanza de vida, como la detección oportuna y la atención clínica adecuada.

¿La alimentación incide en la EA?

Aunque cada vez hay un mayor incremento de casos de EA, su etiología sigue siendo desconocida. Dentro de los hallazgos interesantes, un número creciente de estudios sugiere que la dieta desempeña un papel importante.

Varias investigaciones han demostrado que especialmente la dieta mediterránea se ha asociado con un menor riesgo de trastornos de índole cognitivo, incluido el alzhéimer. Ese tipo de dieta es alta en flavonoides, un tipo de fitonutriente. Este tipo de compuesto químico está presente de forma natural en diversas frutas y verduras, así como en bebidas de origen vegetal, como el té y el vino. Es responsable de otorgarles el intenso color a los vegetales. Corresponde a un poderoso antioxidante con propiedades antinflamatorias.

Consumo de flavoides y EA

Investigadores del Centro de Investigación de Nutrición Humana de la Universidad de Tufts, en Medford, se dispusieron a estudiar los efectos del consumo de flavonoides sobre la incidencia de la EA. Los resultados ahora aparecen en el American Journal of Clinical Nutrition.

El estudio analizó la ingesta de seis tipos diferentes de flavonoides entre 2801 personas y tuvo lugar durante casi 20 años. Para ello, midieron la ingesta de estos fitonutrientes del grupo utilizando cuestionarios dietéticos que los participantes completaron aproximadamente cada 4 años. 

La «ingesta baja» era equivalente a no consumir bayas, un poco más de una manzana y ningún té en un mes, mientras que la «ingesta alta» equivalía a consumir aproximadamente 7,5 tazas de bayas, 8 manzanas o peras y 19 tazas de té en un mes.

Además, los investigadores monitorearon la salud general del grupo, incluidas las tasas de enfermedad de Alzheimer y de demencias relacionadas (ADRD).

Como aclaración del método de estudio, es importante considerar que el monitoreo de la ingesta de flavonoides fue a través de datos autoinformados que pueden estar sujetos a errores. Sin embargo, los investigadores dicen que excluyeron los cuestionarios de los años previos a un diagnóstico de demencia.

Además, la muestra estudiada correspondía a personas de más de 50 años y a descendientes de europeos, lo que limita la generalización del estudio.

Incremento del riesgo de EA

De los 2801 participantes, 193 desarrollaron ADRD y 158 terminaron manifestando la enfermedad de Alzheimer durante el transcurso del estudio.

Este estudio asocia un bajo consumo de flavonoides con mayor riesgo de alzhéimer. Por lo tanto, las relaciones entre los datos revelaron que las personas que consumían bajas cantidades de flavonoides tenían dos o cuatro veces más probabilidades de desarrollar ADRD durante el período de estudio.

Una ingesta baja de antocianinas, un tipo de flavonoide contenido en las bayas, se asoció con un riesgo cuatro veces mayor de ADRD. Por el contrario, una ingesta baja de flavonoides, con manzanas, peras y té, se asoció con el doble de riesgo.

De manera opuesta, una alta y larga ingesta de alimentos ricos en flavonoides, como las bayas, las manzanas y el té, se relacionó con un menor riesgo de desarrollar la EA.

«Nuestro estudio nos da una idea de cómo la dieta podría estar relacionada con el deterioro cognitivo de una persona, ya que pudimos observar la ingesta de flavonoides durante muchos años antes de los diagnósticos de demencia de los participantes», manifiesta el investigador y doctor Paul Jacques, epidemiólogo nutricional.

Modificar hábitos dietéticos

Puesto que actualmente no hay cura para la enfermedad de Alzheimer, la prevención es primordial. Como explica Jacques: «Sin medicamentos efectivos actualmente disponibles para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, la prevención de la enfermedad a través de una dieta [saludable] es una consideración importante».

Los investigadores destacan que aunque una persona modifique sus hábitos dietarios de forma algo tardía, aún así serán efectivos, incluso si tienen más de 50 años.