Ponen en duda la teoría del «cerebro masculino extremo» para explicar el autismo

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Las personas que padecen trastornos del espectro autista (TEA) generalmente evidencian una menor empatía cognitiva, que afecta marcadamente su capacidad de interactuar social y afectivamente con los demás.

Este cuadro afecta predominantemente a los hombres: en los Estados Unidos, alrededor de 1 de cada 59 niños tienen TEA, y los hombres tienen cuatro veces más probabilidades de padecerlo que las mujeres, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), y si bien se sabe esta mayor prevalencia de TEA en el sexo masculino, pero los científicos no saben por qué.

Modelo sobre TEA

Para explicar esta marcada diferencia entre sexos, se desarrolló un modelo sobre TEA que se volvió bastante popular, llamado hipótesis del cerebro masculino extremo (EMB),  que explica que la sistematización es un proceso que implica analizar como funcionan los sistemas, que sería más característico en el sexo masculino.

Al contrario, la cognición femenina muestra más relación con la empatía, lo que sugiere son expertas en la interpretación de los estados afectivos, información que utilizan para comprender el mundo social.

Esta teoría sugiere que los hombres con TEA pueden alcanzar un «máximo» en cuanto a empatía, al proponer la existencia de diferencias por sexo en los procesos cognitivos y afectivos, que favorece la sistematización masculina por sobre la empatía típicamente femenina.

Además, esta teoría EMB sugiere que altos niveles de testosterona prenatal in útero pueden conducir posteriormente a efectos masculinizantes en el cerebro en desarrollo, como una capacidad reducida para leer emociones en otros.

La evidencia más sólida en apoyo de este modelo proviene de una investigación efectuada el 2011, que estudió a un reducido número de participantes, consistente en 16 mujeres jóvenes y sanas a las que se les administró testosterona. Se observó una reducción en su rendimiento en una prueba de lectura de las emociones de los demás, llamada Prueba de lectura de la mente en los ojos (RMET).

En el modelo EMB también se basa en una medida llamada relación 2D: 4D, que es la relación entre la longitud del segundo dedo (índice) y la del cuarto dedo de la mano (anular), puesto que algunos científicos creen que la relación 2D: 4D se reduce con una mayor exposición a la testosterona prenatal.

Sin embargo, este modelo es muy controvertido, puesto que varios estudios han arrojado resultados contradictorios entre sí.

Desafiando un popular modelo

Un nuevo estudio, que ha sido realizado por investigadores procedentes de instituciones pertenecientes a los Estados Unidos y Canadá, informaron sus hallazgos en un reciente documento de Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences .

Este equipo ha desafiado la idea de estudios anteriores sugerentes de que la testosterona reduce la empatía cognitiva (capacidad de leer los estados emocionales de otras personas), pues se habían basado en datos de observación de muestras muy pequeñas, que a lo sumo solo pueden establecer una conexión y, por lo tanto, su poder estadístico es insuficiente para establecer un vínculo directo de causa y efecto.

Por su parte, esta nueva investigación toma la forma de dos ensayos controlados aleatorios a gran escala que incluyeron un total de 643 hombres adultos, que corresponde al estudio de mayor tamaño muestral en su tipo.

La totalidad de los hombres- todos adultos sanos- recibieron testosterona o placebo en forma de gel. Además, completaron cuestionarios y se sometieron a pruebas de empatía cognitiva, que consistieron en mirar fotografías de los ojos de los actores y relacionarlas con descripciones de estados emocionales. Los investigadores también midieron sus relaciones 2D: 4D.

El autor principal del estudio Gideon Nave y sus colegas definen la empatía cognitiva como «la capacidad de interpretar las emociones de los demás y comprender su comportamiento frente a su estado emocional«.

TEA, empatía y testosterona

Los investigadores observaron que aunque los hombres que recibieron testosterona mostraron niveles elevados de la hormona en sangre, no tuvo ningún efecto en su empatía cognitiva.

Además, no hubo correlación entre el rendimiento en las pruebas de empatía cognitiva y las relaciones 2D: 4D.

Los hallazgos indican, según Nadler: «Nuestros resultados muestran inequívocamente que no existe una relación causal lineal entre la exposición a la testosterona y la empatía cognitiva«.

En palabras de Nave, de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, para explicar  la asociación entre testosterona, falta de empatía y sexo masculino: «Por supuesto, el principal sospechoso cuando tenemos algo que está muy diferenciado por sexo es la testosterona«.

«Descubrimos que no hay evidencia que respalde este efecto de la testosterona, pero eso no descarta ningún posible efecto”. «Sin embargo, por lo que sabemos, parece que si la testosterona influye, el efecto es complejo, no lineal«», concluye Nave.