Desarrollan un método más «amigable» para detectar autismo

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Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de afecciones, más que una única enfermedad. Por lo general, los TEA afectan al comportamiento y conducta social, llegando a mostrar una dificultad en la interacción social. Debido a que cualquiera de los TEA dificultan el desarrollo e interacción, es importante atender la afección desde temprano. Sin embargo, antes de cualquier intervención, es necesario el diagnóstico e identificar de que tipo de TEA se trata.

Los métodos de diagnóstico usuales incluyen pruebas psicológicas, así como el análisis y observación de rutinas del menor. Por otro lado, también se pide que los padres contesten una serie de cuestionarios para saber más de las conductas en casa. Todo esto puede resultar estresante y en ocasiones complicado para el menor. Por ello la especialista Mehrshad Sadria y su equipo en la Universidad de Waterloo (Canadá) diseñaron una innovadora técnica, mucho más amigable y fácil de aplicar.

El lenguaje corporal e interacción social

Una de las características del autismo, es la dificultad para la interacción social. Es usual que alguien afectado por alguna forma de autismo no logre comprender el lenguaje corporal ni expresiones faciales. De igual forma, alguien con autismo tendrá dificultades para expresarse, ya sea por expresiones faciales o postura, además suelen evitar el contacto visual.

Estas conductas son usuales tanto en niños como en adultos afectados. Aunque el grado en el que estas conductas afectan la calidad de vida varia en cada caso, por ello es importante atender los TEA lo antes posible.

La clave esta en la mirada

Los TEA afectan en gran medida el comportamiento, por lo que un buen comienzo para detectarlos es observar las diferencias entre alguien sin TEA. Y de hecho, una de las diferencias más marcadas es el lenguaje corporal, así como el contacto visual.

Por lo tanto, la propuesta de los académicos fue sencilla, tomar una serie de fotografías de rostros y mostrarlas a niños con autismo y sin esta afección y observar donde enfocaban la mirada. Para la prueba, el equipo trabajó con 40 menores, 17 con TEA y el resto sin la afección.

Al usar un sistema de seguimiento de la vista, Sadria y sus colegas identificaron como variaban las zonas donde los niños miraban. Tras comparar los resultados, los investigadores notaron un patrón, a comparación de los niños sin TEA, aquellos con autismo tenían una fijación en la boca en vez de los ojos. De igual forma, el equipo logró identificar como cambiaba la atención y los patrones en la mirada de niños con autismo. Identificando estos patrones, se puede lograr un diagnóstico rápido y preciso.

Los investigadores argumentan que parte de la novedad del método es el bajo nivel de estrés para los menores. Además que se sustenta en los patrones de comportamiento, algo ya estudiado del TEA.

Artículo original publicado en la revista Computers in Biology and Medicine. Además, con información de Medical News Today, así como de la Organización Mundial de la Salud (OMS). También con datos del National Institute of Health (NIH) y de medline.