Splenda: ¿buena o mala para la salud?

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La marca Splenda es un sustituto del azúcar que se ha vuelto popular porque ha sido presentado como un producto bajo en calorías capaz de ayudar en el control de enfermedades como la diabetes, obesidad e hiperlipidemias. Sin embargo, también ha estado envuelto en controversias porque se lo ha asociado con el cáncer y con otras enfermedades metabólicas.

Splenda: un poco de historia

Un edulcorante es aquella sustancia química con capacidad de dar sabor dulce a un alimento. El consumo de edulcorantes artificiales data de hace más de un siglo. Su popularidad creció rápidamente porque se necesitan pequeñas cantidades para endulzar y porque no elevan la glucemia.

Según registros, en 1879 surgió el primer sustituto de azúcar: la sacarina. Este producto se comenzó a vender en 1901.

En 1976, por casualidad, un grupo de investigadores del Queen Elizabeth College en Londres, Inglaterra, descubrieron la sucralosa.

Splenda llegó al mercado en 1992, aunque fue aprobada por la Food and Drugs Administration (FDA) en 1998 como edulcorante para tipos específicos de alimentos, tras la revisión de alrededor de 110 estudios sobre la sustancia. Sin embargo, estas investigaciones contaron con un escaso número de participantes, por lo que realizaron extrapolaciones o generalizaciones a grupos más grandes.

Recién en 1999, el Instituto Nacional de Cáncer, en Estados Unidos, permitió su uso generalizado en alimentos, bebidas, suplementos dietéticos, alimentos médicos y fármacos.

A partir de ahí, la sucralosa salió al mercado en diferentes presentaciones y también en una amplia gama de alimentos bajos en calorías: edulcorantes de mesa, bebidas gaseosas, chicles, mezclas para hornear, cereales y aderezos para ensaladas. Splenda se volvió popular rápidamente.

Qué es la sucralosa

La sucralosa, como endulzante artificial, es obtenida por la modificación química del azúcar. Los científicos también la conocen con su código alimentario E-955. Este producto se presenta en forma de granos, líquidos o minitabletas. Comercialmente se la conoce como Splenda. Es entre 400 y 600 veces más dulce que el azúcar tradicional. No ofrece ningún aporte calórico, es soluble en agua y estable al calentamiento.

La sucralosa, debido a su elevado poder endulzante, se emplea en escasa cantidad y es el único edulcorante que apenas aporta calorías. Se utiliza para endulzar bebidas de bajas calorías y alimentos procesados. Su sabor es similar al de la sacarosa (azúcar de mesa) y no deja gusto desagradable en comparación con otros endulzantes.

Solo del 11 al 27 % de la sucralosa ingerida se absorbe en el tracto gastrointestinal. El resto se excreta directamente a través de las heces. La mayor parte de la sucralosa absorbida es filtrada por el riñón y eliminada en la orina, mientras que solo entre un 20 y un 30 % se metaboliza en el organismo.

¿El azúcar Splenda es «mala»?

Según sus fabricantes, este endulzante provee todo el dulzor que las personas necesitan, pero sin calorías ni carbohidratos.

Como apoyo a su inocuidad, tiene la aprobación de la Organización Mundial de la Salud y de la American Dietetic Association, así como un sello de seguridad por el Center for Science in the Public Interest, un grupo de apoyo al consumidor con base en Washington DC.

De acuerdo con los productores de Splenda, este edulcorante, a diferencia de otros, no deja un sabor amargo y puede usarse para hornear y para cocinar.

En el portal de Splenda, se señala que el producto no tiene efectos secundarios que se conozcan. De hecho, asegura que las investigaciones que se han realizado al respecto lo deslindan de provocar afecciones como migraña o dolores de cabeza, problemas en los riñones o hígado, caries o aumento de peso.

Hay que aclarar que, como marca, Splenda ha sacado al mercado el producto Splenda, endulzante con Stevia, un edulcorante natural elaborado a base del extracto de la hoja de la planta Stevia (Stevia rebaudiana).

Mezclas calóricas

Elaine Gardner, miembro de la British Dietetic Association, señaló en la revista Nature que la sucralosa en sí no tiene calorías pero, en su formato granulado, a menudo se mezcla con otros ingredientes edulcorantes como la maltodextrina (un derivado del carbohidrato glucosa). Como consecuencia, se diluye su dulzura intensa y aporta volumen y textura.

El problema de esas combinaciones es que aparece cierta cantidad de calorías, entre 2 y 4, lo que constituye el 20 % de las de azúcar que están destinadas a reemplazar.

Respecto a la salud bucal, la especialista hizo hincapié en que la sucralosa no es dañina, pues su ingesta no se ha relacionado con mayor incidencia de caries. De hecho, esta sustancia se encuentra en algunos productos utilizados para la salud oral, incluidos los chicles.

Beneficios de la sucralosa

En realidad, sus elaboradores afirman que puede ser usado por cualquier persona, incluidos los niños.

En cuanto al azúcar Splenda para diabéticos, se ha observado que no afecta el control sanguíneo de la glucosa en estos pacientes, lo cual se comprobó con la ingesta de una dosis oral elevada de sucralosa.

Entre otros beneficios se encuentra el control de peso, pues reduce el consumo calórico. Incluso, un estudio publicado en la revista de la American Academy of Pediatrics dice que el uso diario de Splenda, como parte de un programa de reducción de calorías y aumento de actividad física, ayuda a los niños con sobrepeso a disminuir la rapidez con la que incrementan su peso.

¿Qué dicen los estudios?

La seguridad de Splenda, en los últimos años, ha sido objeto de una investigación rigurosa, extensa y que ha involucrado a numerosos participantes.

El lado positivo

Se realizaron diversos estudios de tolerancia en humanos para confirmar la seguridad del consumo diario, donde emplearon cantidades máximas estimadas de consumo por día.

No se observó ningún efecto adverso producido por el consumo de dosis diarias de Splenda en diversos estudios clínicos. Se comprobó también que no existe riesgo de toxicidad debido a la ingesta accidental de grandes cantidades de Splenda.

Los estudios también han comprobado que el uso de Splenda es seguro durante el embarazo, ya que no provoca ningún daño al bebé durante la gestación ni tras el nacimiento.

Sucralosa y sobrepeso

Sobre el impacto de los edulcorantes en la salud, en 2017, investigadores hicieron un análisis de varios estudios. Uno de los aspectos revisados fue el del peso.

Al respecto, indicaron que, en 2006, se realizó un ensayo clínico, en relación a un grupo control, con 105 adolescentes con sobrepeso y con obesidad. Su finalidad era comparar el efecto del reemplazo de bebidas azucaradas por bebidas con edulcorantes no calóricos durante 25 semanas. Los resultados mostraron reducción de peso y de índice de masa corporal en quienes tomaron bebidas con edulcorantes no calóricos.

En otro estudio, con 32 adolescentes de entre 11 y 15 años, no hubo sustitución calórica. Sin embargo, se les estableció una dieta de 1500 calorías. A un grupo se le permitió el consumo restringido de bebidas azucaradas, mientras que al otro, un consumo ilimitado de bebidas con edulcorantes.

Los científicos no notaron diferencia significativa en la pérdida de peso, por lo cual sugirieron que lo relevante es la energía ingerida y no la composición de la dieta.

Por otro lado, acotaron que los edulcorantes no calóricos no inducen a la pérdida de peso por sí solos, pero si se evita la compensación energética a partir de otros alimentos.

No todo es dulce

A pesar de todas esas aseveraciones, la sucralosa también se ha visto envuelta en controversias y hay quienes han especulado que, en realidad, podría ser dañina para la salud.

Una de las primeras observaciones sobre los efectos negativos de la sucralosa se realizó en 2017. Aun cuando se dice que el organismo no metaboliza este edulcorante, un estudio sugirió que podría provocar cambios en la microbiota intestinal. Otros reportes indican que la sucralosa es la responsable de la reducción de bacterias intestinales en un 50 %. Además, aumenta el nivel de pH intestinal y causa trastornos bioquímicos en las células.

Por su parte, en 2018, un análisis publicado en el Journal of Toxicology and Environmental Health demostró que Splenda sí se metaboliza y se acumula en los adipocitos (células grasas).

Una investigación más, que aparece en la revista Morphologie, reportó cambios definidos en el hígado de ratas como respuesta inflamatoria tras la ingesta de sucralosa, lo que indicó efectos tóxicos en la ingestión regular.

Splenda y cáncer

Algunos especialistas han hallado que los edulcorantes artificiales causan daños a nivel de ADN. Asimismo, han reportado incidencia de tumores en células sanguíneas de ratones machos de laboratorio alimentados con sucralosa.

Por su parte, la sucralosa ha sido asociada con la leucemia. Una de las primeras investigaciones fue realizada por el Instituto Ramazzini. Sus resultados provocaron que el Center for Science in the Public Interest bajara a Splenda de categoría “segura” a “precaución” en 2012.

Para 2017, un artículo publicado en The International Journal of Occupational and Environmental Health sugirió que, si bien se ha mostrado cierta asociación de la sucralosa con la leucemia en ensayos de laboratorio, hacen falta mucho más estudios que lo confirmen.

Edulcorantes, déficit cognitivo y epilepsia

Otro aspecto que ha preocupado a los expertos es el impacto de los edulcorantes no calóricos en la conducta y en el déficit cognitivo, de lo que solo se conocen casos anecdóticos aislados.

En cuanto a la epilepsia, surgieron varios ensayos clínicos con distribución al azar acerca del consumo de edulcorantes no calóricos y acerca de la aparición de convulsiones en niños y en adolescentes.

En ninguna de las situaciones mencionadas se han encontrado pruebas de que los edulcorantes artificiales provoquen trastornos de conducta, problemas de cognición o epilepsia.

Lo importante de la sucralosa y de otros endulzantes artificiales es que son una alternativa para el azúcar. Con un consumo adecuado, pueden ser útiles para bajar de peso y para ayudar a los diabéticos a controlar su glucemia.

Como parte de una dieta saludable se podría alentar a la población a considerar un consumo menor de bebidas y de alimentos dulces, en lugar de solo reemplazarlos por aquellos con edulcorantes no calóricos.