Un antiguo mecanismo de supervivencia podría contribuir a la obesidad

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Investigadores de la NYU School of Medicine, de Nueva York, sugieren que un mecanismo que evolucionó para prevenir el hambre podría ser uno de los factores principales de la epidemia de la obesidad.

De acuerdo con ellos, ese freno evita que las células grasas liberen lípidos; además, involucra al receptor de proteínas para productos finales de glicación avanzada llamado RAGE.

Para llegar a esas conclusiones, los científicos alimentaron a un grupo de ratones con una dieta rica en grasas; pero suprimieron a RAGE de las células grasas.

En un segundo grupo, dejaron a los roedores con sus células intactas. Cabe mencionar que ambos grupos recibieron la misma cantidad de comida y realizaron la misma actividad física.

Después de tres meses, los roedores con las células modificadas redujeron su aumento de peso en un 75% en comparación con los ratones sin modificaciones.

En un segundo experimento, el equipo trasplantó tejidos grasos libres de RAGE de los roedores modificados en ratones normales. Posteriormente, les dieron una dieta alta en grasas durante tres meses.

Los resultados también mostraron una reducción en la ganancia de peso; es decir, que RAGE funciona como el freno de liberación de grasa y, al suprimirlo, deja de bloquear.

Para los especialistas, tiene sentido que el cuerpo haya desarrollado un mecanismo para acumular energía almacenada para periodos de nutrientes escasos; sin embargo, con estas pruebas, sugieren que una abundancia de nutrientes tiene un efecto similar.

Ann Marie Schmidt, profesora de endocrinología de la NYU School of Medicine y líder del estudio, declaró a Medical News Today que descubrieron el estrés celular creado por comer en exceso es parecido al estrés creado por la inanición, lo cual frena la capacidad de quemar grasa.

La obesidad, un problema global en aumento

Cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la tasa de obesidad a nivel mundial se ha duplicado desde 1975.

En 2016, más de 1.9 millones de adultos tenía sobrepeso; de ellos, 650 millones presentaban obesidad. En otras palabras, 13% de los adultos del mundo tienen este padecimiento.

Las causas de la obesidad son variadas; malos hábitos alimenticios y falta de actividad física encabezan la lista; pues esta condición surge del desequilibrio entre la energía de los alimentos consumidos y la que usan.

En la actualidad hay registros de un mayor consumo de alimento ricos en grasas a nivel global; no obstante, anotan los expertos, esos cambios han sucedido en pocas décadas. En cambio, los sistemas de balance de energía del cuerpo humano han sido resultado de miles de años de evolución.

Es por ello que el equipo de la profesora Schmidt sugiere que, bajo presión evolutiva, los cuerpos de los animales adoptaron sistemas antiguos para sobrevivir ante la hambruna.

Sistemas primarios

Los sistemas primarios contra la inanición convierten a los alimentos en energía para las células y generan calor. Las moléculas de señalización, como la adrenalina, formaron parte de esos sistemas para detecta el estrés celular.

Es así como se desarrolló RAGE, que bloquea la quema de grasa para conservar la energía en casos de hambre, frío y lesiones. Ese mismo mecanismo responde a la sobrealimentación, porque eso pone presión en las células y desata las mismas señales.

Asimismo, estudios previos han revelado que los productos finales de la glicación avanzada (AGE) desencadenan RAGE en tejidos humanos.

Los AGE se forman cuando la glucosa en la sangre se combina con la glucosa y las proteínas. Las personas con diabetes, obesidad y adultos mayores tienen niveles más elevados de esos compuestos.

Otras moléculas que pueden desencadenar RAGE son las liberadas por las células cuando el estrés las mata.

Tras estas conclusiones, el siguiente paso sería ajustar los bloqueadores y averiguar cómo pueden ayudar a prevenir el aumento de peso; en especial en personas que se han sometido a procedimientos como la cirugía bariátrica.

Por último, los autores indicaron que, dado que las raíces evolutivas de RAGE se encuentran en el sistema inmunológico, se pueden prever otras aplicaciones como la reducción de señales de inflamación y de resistencia a la insulina.

El estudio se publicó en la revista Cell Reports.