Gripe y resfrío: ¿por qué se dan más en invierno?

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En el hemisferio norte ya está empezando la temporada de gripe y resfrío. Los factores que parecen incidir son las bajas temperaturas, la disminución en la síntesis de la vitamina D, la baja humedad ambiental y el hacinamiento. Las infecciones pueden variar, desde una leve molestia hasta la muerte, por lo que los Centers for Disease Control and Prevention (CDC) recomiendan vacunarse contra de gripe.

Diferencias entre resfrío común y gripe

Aunque la mayoría de los casos de resfrío común y gripe son autolimitados, cada año, la gripe mata de 290 000 a 650 000 personas en todo el mundo.

Según los CDC, «los resfriados comunes son la razón principal por la que los niños faltan a la escuela y los adultos a su trabajo».

Los virus que ocasionan el resfrío común y la gripe no necesariamente se comportan de la misma manera.

La mayoría de las veces, el resfrío común se manifiesta con dolor de garganta, congestión nasal, tos y estornudos. Son más de 200 virus sus agentes causales, pero los coronavirus y rinovirus son los más frecuentes.

Hay cuatro coronavirus humanos que, en conjunto, suman entre el 10 % y el 30 % de los resfríos entre los adultos. Si bien estos pertenecen a la misma familia de virus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19, la mayoría de las veces solo produce un cuadro leve.

Es llamativo saber que alrededor de un 25 % de quienes tienen una infección por algún virus del resfrío común no experimentan síntomas.

Por su parte, la gripe o influenza es causada por el virus de la influenza, de los cuales hay tres tipos: A, B y C.

Aunque ambas virosis comparten muchos síntomas, la gripe también tiende a manifestarse con fiebre alta, mialgias y escalofríos. Esto puede ser un buen indicio para diferenciarlos.

Al igual que con el resfrío común, una cantidad importante de personas contagiadas por influenza es asintomática.

Patrones estacionales

Los CDC monitorean de manera constante el comportamiento epidemiológico de la gripe. Si bien puede ocurrir en cualquier época del año, la mayoría de los casos siguen un patrón estacional bastante predecible.

En el hemisferio norte, los primeros indicios de la gripe comienzan habitualmente en octubre y alcanzan su pico concordando con el apogeo invernal. Sin embargo, existen registros que indican que, en algunos años, los brotes de gripe pueden extenderse hasta el mes de mayo.

La máxima presentación de la influenza en las temporadas que van desde 1982-1983 hasta 2017-2018 se dio durante febrero, seguido de diciembre, enero y marzo. Otros lugares templados a nivel mundial presentan patrones similares, que coinciden con las temperaturas frías y baja humedad como principales factores asociados.

Sin embargo, no sucede lo mismo en las zonas tropicales, donde puede haber brotes durante los meses lluviosos y húmedos. También, puede darse una distribución constante en los casos de gripe durante todo el año.

El hecho de que los virus puedan tener impacto en una población tanto en el caso de temperaturas extremas bajas como altas no logra ser comprendido por la comunidad científica.

Sin embargo, existen varias teorías que intentan explicar esto, que van desde cómo el sistema inmunológico hace frente a las infecciones hasta el mayor hacinamiento y la menor exposición a la luz solar.

Aire frío y defensas

Los virus del resfrío común y de la gripe tienen su vía de ingreso a nuestro cuerpo a través de la nariz. Pero la mucosa nasal secreta constantemente mucosidad. Debido a esto, los virus quedan atrapados en esta secreción que es movilizada por los cilios que recubren nuestros conductos nasales. Por la deglución llegan al estómago, donde los ácidos gástricos neutralizan a estos patógenos.

Sin embargo, en temporada invernal, el aire enfría el conducto nasal y ralentiza la eliminación de moco, lo que nos vuelve más susceptibles a la infección.

Si los virus logran evadir este mecanismo de defensa, el sistema inmunológico actúa a través de las células fagocitarias. Sin embargo, los investigadores también han relacionado al aire frío con una disminución de la actividad fagocítica.

Además, se ha observado que los rinovirus son más eficientes a  temperaturas más bajas.

Efecto protector de la vitamina D

Durante el invierno, la radiación ultravioleta es mucho menor que en verano, lo que reduce la cantidad de vitamina D que nuestro cuerpo puede sintetizar.

Existe evidencia de que la vitamina D participa en la producción de una molécula antimicrobiana que reduce la capacidad de replicación del virus de la gripe in vitro.

Si bien una revisión sistemática concluyó que la vitamina D brinda protección contra la infección respiratoria aguda, hasta la fecha no se han realizado ensayos clínicos a gran escala que confirmen la solidez de estos hallazgos.

Otro factor que puede contribuir a las infecciones por resfrío y gripe en los meses fríos es que pasamos más tiempo en interiores. Esto podría propagar más fácilmente el contagio de persona a persona. Además, el uso de la calefacción disminuye la humedad ambiental, que está relacionada con los brotes de influenza.

Sin embargo, esta teoría no puede explicar las tasas de gripe, dado que existe un gran número de personas que conviven en espacios pequeños y no se enferman.

Prevención de infección

La probabilidad de que una persona se resfríe en invierno es muy alta. De hecho, los CDC estiman que los adultos tienen de 2 a 3 resfríos cada año.

La mejor manera de que las personas se protejan es:

  • Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón
  • No tocarse los ojos, la nariz o la boca
  • Mantenerse alejado de las personas enfermas

Si una persona tiene un resfrío o gripe, los CDC recomiendan quedarse en casa y evitar el contacto con otras personas.

Sin embargo, recibir una vacuna anual contra la influenza es la mejor manera de prevenirla.

Además, los CDC recomiendan que «recibir una vacuna contra la influenza durante 2020-2021 será más importante que nunca».

Una persona debe recurrir a un médico si experimenta un empeoramiento de sus síntomas o agravamiento de alguna condición crónica.