Enfermedades Autoinmunes y ADN:¿cómo han evolucionado en el tiempo?

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Nuestro sistema inmunológico está involucrado en los procesos de inmunovigilancia, que implica la defensa contra los agentes externos de daño y enfermedad.

Nuestro sistema inmune también se encarga de la protección contra agentes endógenos, cuando éstos son modificados por el envejecimiento o trasformadas por procesos neoplásicos malignos.

Este proceso implica un complejo mecanismo de presentación y reconocimiento antigénico, además de un estricto control y regulación para discriminar entre los antígenos que nos pertenecen y aquellos extraños y potencialmente dañinos.

Inmunidad y enfermedades autoinmunes

La capacidad de combatir enfermedades es una de las claves en la supervivencia humana, donde el proceso inflamatorio se ha convertido en un arma esencial en este complejo mecanismo. 

A medida que los patógenos evolucionan, el sistema inmunitario se ve obligado a adaptarse para mantenerse «vigente» y seguir protegiendo de manera eficiente a nuestra especie.

Cuando la tolerancia inmunológica falla, nos encontramos con la aparición de enfermedades inmunológicas, como las reacciones de hipersensibilidad a agentes externos y las enfermedades autoinmunes.

Adaptación inmunológica

Sin embargo, estas modificaciones inmunológicas de índole evolutiva también traen problemas asociados, que podrían haber dado lugar al surgimiento de enfermedades autoinmunes.

Para investigar estos cambios genéticos en relación a los patógenos y su relación con la inmunidad humana, dos científicos de la Universidad de Radboud, en Nijmegen, Países Bajos, realizaron una revisión, que fue publicada en Tendencias en Inmunología

Los investigadores Jorge Domínguez-Andrés y el profesor Mihai G. Netea, examinaron estudios pertenecientes a los campos de virología, genética, microbiología e inmunología.

Se enfocaron en personas de ascendencia africana o euroasiática para analizar cómo sus orígenes ancestrales pudieron haber influido en su riesgo de padecer enfermedades autoinmunes.

Evolución e inflamación

El equipo descubrió que los cambios genéticos dificultaban que las infecciones ocasionadas por patógenos se establecieran en los huéspedes a través del tiempo.

Además, observaron como las patologías infecciosas se relacionaron con los cambios en el ADN de las personas, especialmente cuando esto involucraba inflamación .

Pero también, con el transcurso del tiempo, los investigadores explican que  las mejoras inmunológicas nos han vuelto más susceptibles a desarrollar enfermedades relacionadas con la inflamación, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la enfermedad de Crohn y el lupus.

Costo versus beneficio de la inflamación

Como explica Domínguez-Andrés: «Los humanos evolucionan para construir defensas contra las enfermedades, pero no podemos evitar que la enfermedad ocurra, por lo que el beneficio que obtenemos por un lado también nos hace más sensibles a las nuevas enfermedades por otro lado».

En relación al tiempo de aparición, las enfermedades autoinmunes en los humanos contemporáneos surgen más tarde en la vida, ya que «Ahora que vivimos mucho más tiempo, podemos ver las consecuencias de las infecciones que le sucedieron a nuestros antepasados«, cuyas vidas eran mucho más cortas.

Consecuencias de la malaria y otras patologías

Relacionadas a las mejoras inmunológicas, se encuentran variadas desventajas que pueden acompañar a las adaptaciones para combatir enfermedades.

Una de las patologías parasitarias que Domínguez-Andrés y Netea explican detalladamente es la malaria: «Entre varias enfermedades infecciosas, la malaria ha ejercido la mayor presión evolutiva en las comunidades de todo el continente africano«.

Esta mayor presión evolutiva se debe a que el Plasmodium ha estado infectando a personas en África durante millones de años, por lo que los sistemas inmunes de esas poblaciones humanas han desarrollado una mayor resistencia a la infección, aumentando el proceso inflamatorio.

Sin embargo, al aumentar la inflamación para resistir más eficientemente las enfermedades infecciosas, favorece problemas de salud que tienden a presentarse con posterioridad en la vida.

Costo evolutivo

Estas consecuencias se evidencian en el caso de los humanos modernos de ascendencia africana, quienes son más propensos a desarrollar aterosclerosis y otras enfermedades cardiovasculares.

Dentro de los cambios ancestrales en el ADN y que han dejado huellas en los sistemas inmunes de los humanos modernos, se encuentra el cruce de los primeros eurasiáticos con los neandertales.

Los humanos modernos- cuyos genomas albergan restos de ADN del neandertal- poseen sistemas inmunes que otorgan mayor resistencia a infecciones por estafilococos y al VIH-1, pero por otro lado, son más propensos al asma , la fiebre del heno y otras alergias.

El ADN, condiciones y cambios

En África, todavía hay tribus que buscan alimentos como lo hicieron sus antepasados, por lo que los científicos pueden observar la mayor diversidad de las bacterias intestinales de estas tribus en comparación con la que poseen los afroamericanos contemporáneos, que compran sus alimentos en tiendas.

Las mejoras en la higiene que se han producido en los últimos siglos, también han modificado el ADN humano, al reducir la exposición a los patógenos y la diversidad de bacterias intestinales.

«Esta diversidad reducida de microbiota en las sociedades occidentales, se ha asociado con una mayor incidencia de las llamadas ‘enfermedades de la civilización’, como enfermedades cardiovasculares, diabetes , obesidad y trastornos autoinmunes, que son muy inusuales en las sociedades de cazadores-recolectores, en comparación con las comunidades que viven un estilo de vida occidental «, según indican los autores.

Como conclusión Domínguez-Andrés dice: «Hoy sufrimos o nos beneficiamos de las defensas incorporadas en nuestro ADN por los sistemas inmunes de nuestros antepasados ​​para combatir infecciones o acostumbrarnos a nuevos estilos de vida«.