Relacionan comportamiento antisocial con estructura cerebral

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Un estudio que realizó escaneo cerebral por resonancia magnética muestra la existencia de diferencias en la estructura del cerebro de aquellos individuos que manifiestan un comportamiento antisocial persistente durante sus vidas.

El comportamiento antisocial se considera un conjunto de conductas y de actitudes que se desvían de la norma, lo que ocasiona perjuicio al orden social establecido. Su origen y su desarrollo supone factores de diversa índole, por lo que es importante conocerlos y detectar a los sujetos con riesgo de presentarlo.

El desarrollo de las neurociencias ha significado un enorme avance en el conocimiento de la neuroanatomía y fisiología cerebral. Esto ha evidenciado correlaciones entre alteraciones anatómicas cerebrales y comportamientos patológicos.

Cerebros y conductas antisociales

Un estudio observacional publicado en la revista The Lancet Psychiatry utilizó escáneres cerebrales por resonancia magnética de 672 participantes de 45 años. Su objetivo era buscar diferencias estructurales cerebrales entre personas con problemas de conducta.

Para recopilar datos sobre problemas de conducta, se les preguntó a los padres, cuidadores y maestros. Los participantes debían completar autoinformes de problemas de conducta entre las edades de 7 y 26 años.

Los participantes fueron categorizados en 3 grupos, según los patrones de comportamiento antisocial que exhibieron:

  • 12 % tenían comportamiento antisocial persistente a lo largo de la vida.
  • 23 % exhibía un comportamiento antisocial solo en la adolescencia.
  • 66 % no informó antecedentes de comportamiento antisocial persistente.

A través de los escáneres cerebrales, los autores midieron y compararon el grosor cortical promedio y la superficie cortical en estos tres grupos. También analizaron las diferencias de superficie y de grosor cortical de 360 ​​regiones de la corteza.

Alteraciones corticales cerebrales

Los hallazgos, realizados en relación al grupo sin comportamiento antisocial persistente, fueron los siguientes:

  • En promedio, las personas con comportamiento antisocial durante toda su vida tenían una corteza cerebral más delgada en 11 de 360 ​​regiones. La mayoría de estas regiones se habían relacionado previamente con el comportamiento antisocial.
  • Quienes mostraron un comportamiento antisocial persistente en la vida tenían una reducción en la superficie en 282 de 360 ​​regiones cerebrales estudiadas y una corteza más delgada.
  • En los individuos que mostraron un comportamiento antisocial solo durante la adolescencia no se observaron anormalidades cerebrales estructurales.
  • No se encontraron diferencias generalizadas en la estructura cerebral en los adolescentes no antisociales..

Importancia de los hallazgos

Este estudio es el primero en comparar las diferencias estructurales cerebrales usando neuroimagen en individuos con comportamiento antisocial en relación con aquellos sin esta conducta. Sus hallazgos proporcionan la primera evidencia sólida que asocia las diferencias neuropsicológicas al comportamiento.

La autora principal, la doctora Christina Carlisi, del University College London (UCL), Reino Unido, dice: «La mayoría de las personas que exhiben un comportamiento antisocial lo hacen principalmente en la adolescencia, probablemente como resultado de navegar años socialmente difíciles. Estos individuos no muestran diferencias cerebrales estructurales. También generalmente son capaces de reformarse y de convertirse en miembros valiosos de la sociedad».

Descubrimientos y delincuencia juvenil

Los autores dicen que sus hallazgos proporcionan la primera evidencia sólida sobre diferencias neuropsicológicas subyacentes en personas con comportamiento antisocial persistente durante toda la vida. Estos descubrimientos tienen implicaciones en la forma en la que se trata a los delincuentes juveniles.

A los adolescentes con un comportamiento antisocial que comenzó en la infancia y continuó en la adultez, a menudo se los diagnostica con un trastorno de conducta. Estos niños tienen un mayor riesgo de encarcelamiento y de padecer una mala salud física y mental.

La coautora Terrie Moffitt, de la Duke University, EE. UU., expresa: «Nuestros hallazgos respaldan la necesidad de diferentes enfoques para diferentes delincuentes. Sin embargo, advertimos sobre el uso de imágenes cerebrales para el cribado, ya que la comprensión de las diferencias en la estructura cerebral no es lo suficientemente sólida como para aplicarse a nivel individual. En cambio, debemos reconocer que el desarrollo individual puede ser uno de los impulsores de la reincidencia grave, pero también debemos apreciar que este no es el caso para todos los delincuentes juveniles». 

El coautor, profesor Essi Viding, de la UCL, Reino Unido, advierte sobre las limitaciones del estudio: «No está claro si estas diferencias cerebrales son heredadas y preceden el comportamiento antisocial, o si son el resultado de una vida de factores de riesgo confusos. Por lo tanto, son consecuencia de un estilo de vida antisocial persistente».