La recuperación después de haber sufrido COVID-19

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Los médicos recién empiezan a ver cómo es la convalecencia entre los pacientes de esta pandemia por coronavirus. El conocimiento de cómo es el camino hacia la recuperación es fundamental para evaluar qué problemas pueden resolverse y cómo tratar el impacto mental que causa en estas personas.

Alrededor del mundo, más de 1,5 millones de personas se encuentran en alguna fase de la recuperación. Esta cifra está entre los aproximadamente 4,3 millones de personas que han tenido infecciones confirmadas.

Impacto en la salud

Los médicos indican que la mayoría de las personas afectadas por COVID-19 tienen un 80 % de probabilidades de recuperarse, sin quedar con ningún efecto ni secuela. 

Pero existe un pequeño porcentaje de pacientes que desarrollan síntomas graves. Estos generan secuelas crónicas en los pulmones y en otros órganos, que son aún desconocidas. Estos daños afectan al sistema digestivo, corazón, riñones, hígado, cerebro, nervios, piel y vasos sanguíneos. 

Además, en el caso de los pacientes con patologías graves preexistentes, la respuesta inmunitaria puede exacerbarse. También, la hipercoagulabilidad sanguínea puede ocasionar lesiones orgánicas con efectos perjudiciales permanentes sobre los órganos. 

En algunos casos, el daño renal puede requerir diálisis a largo plazo. Los accidentes cerebrovasculares y los coágulos sanguíneos pueden provocar discapacidad y los pulmones fibrosados pueden reducir la función pulmonar.

Aparte de esto, los tratamiento en sí mismos, el tiempo en un ventilador y ciertos medicamentos también pueden causar daños potencialmente graves y duraderos. 

Recuperados en Wuhan

Un estudio de pacientes hospitalizados en Wuhan, China, encontró que los sobrevivientes se recuperaron después de sufrir una serie de complicaciones. El 42 % tuvo sepsis, el 36 % sufrió insuficiencia respiratoria, el 12 % padeció insuficiencia cardíaca y el 7 % presentó problemas de coagulación sanguínea. Aunque estos pacientes sobrevivieron, no queda claro cómo se recuperarán.

Si bien cualquier persona puede contraer una forma grave de COVID-19, los más afectados parecen ser los hombres y las personas mayores en general. Normalmente, presentan múltiples afecciones de salud, como enfermedades cardíacas, diabetes y obesidad. En los EE. UU. y en el Reino Unido han observado que algunas minorías, especialmente afroamericanas y latinas, desarrollan formas más graves de esta patología.

Enfermedad leve y resultados anormales

A través del estudio de cómo es el camino hacia la recuperación después de haber sufrido COVID-19, los investigadores han descubierto que incluso las personas con patología leve pueden tener resultados anormales de laboratorio o de imágenes, incluso si nunca progresan a una forma más grave. 

Según un estudio, el 47 % de las personas que tenían solo una enfermedad leve y el 61 % con una enfermedad moderada dieron pruebas anormales de función hepática. Esto indica una lesión del hígado durante su enfermedad. 

Otro pequeño estudio reportó que el 50 % de las personas sin sintomatología exhibían hallazgos anormales en las pruebas imagenológicas. Estas mostraban daño pulmonar, incluso sin síntomas relacionados.

Se ha observado que los niños pequeños sanos que tuvieron COVID-19 en una forma leve o asintomática pueden tener una afección similar a la enfermedad de Kawasaki, denominada síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico (PIMS). Esto puede deberse a una respuesta retardada del sistema inmunitario que inflama varios sistemas de órganos, incluidos los vasos sanguíneos. Si bien la mayoría de los niños se recuperan, la enfermedad puede causar complicaciones graves y daño cardíaco a largo plazo.

Seguimiento de la recuperación

La recuperación varía en sus definiciones en todo el mundo. En los Estados Unidos, los CDC consideran que los pacientes se recuperan si permanecen tres días sin fiebre y libres de otros síntomas, junto con una prueba de repetición negativa para el SARS-CoV-2.

Dada la escasez de pruebas, los CDC han extendido el autoaislamiento de siete a diez días después de que los síntomas remiten para reducir el riesgo de infectar a otras personas.

En China, los requisitos son más estrictos. Indican que las pruebas de imágenes de pulmón deben mostrar una mejoría en los signos de inflamación y dos testeos consecutivos deben ser negativos en el tracto respiratorio, con al menos 24 horas de diferencia.

A medida que los casos de hospitalizados en la ciudad de Nueva York disminuyen, los sistemas sanitarios trabajan para crear planes de atención y de seguimiento para las personas que son dadas de alta. Esto se realiza a través de un seguimiento telefónico para garantizar que la sintomatología, pruebas anormales de laboratorio, de imagenología y de capacidad respiratoria continúen mejorando. 

Los pacientes afectados por COVID-19 buscan atención por ansiedad, estrés y miedo. Esto se da entre los pacientes que se recuperan después de estar internados o entre aquellos con casos más leves de COVID-19 que permanecieron en sus hogares.

Más allá de su recuperación, puede permanecer una sensación de aislamiento después de la hospitalización. Estas reacciones al estrés de la mayoría de las personas es muy probable que se resuelvan con el tiempo.

Sobre cómo es el camino hacia la recuperación después de haber sufrido COVID-19, se vive como lo sucedido posterior a un trauma. Con el tiempo, la sensación de seguridad se recupera gracias a la calma, conexión social, autosuficiencia, esperanza y optimismo.


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