Ansiedad e inflamación: ¿existe relación?

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La relación entre la ansiedad e inflamación ha sido analizada en varios estudios realizados desde comienzos de este siglo. Los hallazgos indican aumentos entre los principales marcadores y desencadenantes de la inflamación, como Proteína C Reactiva (PCR) y algunas citocinas.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una sensación de preocupación y miedo ante situaciones cotidianas. Es algo completamente normal, incluso, la mayoría de las personas se sentirán ansiosas ante alguna situación particular alguna vez en su vida. 

Sin embargo, entre quienes padecen un trastorno de ansiedad, esta sensación es intensa, persistente y mucho más frecuente, lo que puede llegar a interferir en su rutina diaria.

Los trastornos de ansiedad son frecuentes; tanto es así que en el 2015 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimaba que el 3,6 %, es decir, unos 64 millones de personas de la población mundial, padecían este cuadro.

Se desconoce la etiología de la ansiedad, pero algunos factores causales probables incluyen hiperactividad en ciertas áreas cerebrales, desequilibrio neuroquímico, factores genéticos, traumas, rasgos de personalidad, dolor crónico y abuso de sustancias.

¿Qué es la inflamación?

La inflamación constituye una reacción natural del organismo frente a estímulos dañinos, como las lesiones, sustancias irritantes o patógenos.

Las citoquinas son pequeñas proteínas reguladoras, dentro de las cuales existen las proinflamatorias y antinflamatorias, por lo que modulan el sistema inmunológico y su función, determinando, junto con otras sustancias, la respuesta inflamatoria.

Este proceso se desencadena como una respuesta protectora, que tiene la finalidad de deshacerse de estos estímulos, pero si la inflamación persiste, puede dañar las células y los tejidos en los que está instalada.

Como la respuesta inflamatoria también ocurre en el cerebro, la investigación actual está enfocada ​​en saber si la inflamación crónica del sistema nervioso podría influir en el desarrollo de trastornos mentales.

Al investigar la respuesta inflamatoria, encontramos que los marcadores de inflamación incluyen a la Proteína C Reactiva (PCR), interleucina-6 (IL-6) y factor de necrosis tumoral alfa ((TNF-α).

La PCR es un reactante de fase aguda, de síntesis hepática y se libera en respuesta a la inflamación aguda. Su función principal es unirse a marcadores presentes en células o microorganismos muertos.

La PCR, al unirse a su célula blanco, ayuda al sistema a incrementar la capacidad de las células inmunes para remover patógenos y células muertas.

Las citoquinas IL-6 y TNF-α son proteínas que actúan como mensajeros intercelulares, además de promover la respuesta inflamatoria.

¿Cuáles son los síntomas de la inflamación?

Los 5 signos y síntomas que caracterizan a una inflamación aguda son eritema, calor, inflamación, dolor e impotencia funcional. Este último es a causa del dolor, que limita la movilidad de la zona afectada.

Además, en la inflamación crónica, que persiste en el tiempo y es más silenciosa y altamente peligrosa, se presentan 8 manifestaciones clínicas: fatiga general, dolor localizado en la zona afectada o dolor generalizado, cansancio, anorexia, pérdida de peso, trastornos digestivos, erupciones cutáneas y úlceras bucales.

Relación entre ansiedad e inflamación

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por un estado exaltado de angustia mental, taquicardia y taquiapnea. Pero también pueden estar asociados con un mayor riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, aterosclerosis y desórdenes metabólicos.

Puesto que estas patologías involucran a un bajo grado de inflamación sistémica y debido a que la depresión frecuentemente se asocia con cuadros de ansiedad, algunos científicos plantean una relación entre ansiedad e inflamación.

En los últimos años, han existido varios estudios que refuerzan la relación entre ansiedad e inflamación, en los cuales los científicos han evaluado una variedad de marcadores de inflamación y coagulación (PCR, IL-6 y TNF-α) en un grupo de participantes, buscando una relación entre el grado de ansiedad experimentado y los valores de estos marcadores.

Observaron que las puntuaciones más altas de ansiedad se asociaron con niveles más altos de PCR, IL-6 y TNF-α en los hombres y con valores de PCR e IL-6 más elevados en las mujeres.

En un pequeño estudio de la Journal of Psychiatric Research, se investigaron los vínculos entre la inflamación y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), donde concluyeron que los pacientes con TEPT evidenciaban un estado proinflamatorio sistémico de baja intensidad, asociado con el incremento de IL-6, TNF- α y de otros marcadores de la inflamación.

Un análisis que estudió a las mujeres con diabetes mellitus tipo 2 que padecían ansiedad fóbica encontró una relación entre la hormona reguladora del apetito, llamada leptina, y marcadores inflamatorios.

Una revisión sistemática y un metanálisis, publicados en Depression & Anxiety, analizó los datos de 41 estudios relevantes, de los cuales, los investigadores también hallaron una relación entre la ansiedad e inflamación, en particular en el TEPT.

Respuesta inflamatoria experimental

La evidencia de que las personas con trastornos de ansiedad tienen más probabilidades de experimentar inflamación no necesariamente significa que ansiedad e inflamación sean causa una de la otra o que la inflamación incremente el riesgo de padecer ansiedad.

Para investigar este punto, un grupo de científicos analizó si la inducción de un estado de inflamación aumentaba la ansiedad.

Para desencadenar la inflamación, inyectaron lipopolisacárido (LPS) a un grupo de voluntarios. El LPS es un componente de la membrana celular de un tipo de bacterias que poseen la capacidad de inducir una respuesta inflamatoria.

El equipo de investigadores encontró que, según se elevaban los valores de los marcadores inflamatorios, también aumentaba la sensación de ansiedad. 

Un estudio en animales, en el que los científicos indujeron inflamación gastrointestinal en ratones, comprobó que estos animales desarrollaron un comportamiento similar a la ansiedad. 

En el mismo estudio, cuando los investigadores les administraron la bacteria probiótica Bifidobacterium longum, lograron revertir el cambio de comportamiento.

Este último hallazgo guarda relación con la evidencia que se ha encontrado en torno a la microbiota intestinal, ansiedad e inflamación.

Con información obtenida de Medical News Today y Medigraphic.