VIH: cómo afecta a la salud mental de los pacientes

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El VIH es un virus que deprime el sistema inmunológico, causando neuroinflamación. Sin tratamiento, la infección progresa a una etapa avanzada llamada SIDA. Recibir un diagnóstico de VIH y vivir con la enfermedad genera, habitualmente, un impacto negativo en la salud mental de una persona.

VIH y enfermedades mentales

El Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) afecta a un tipo de células del sistema inmunológico: los linfocitos CD4, indispensables para alertar de la presencia de agentes patógenos o de una replicación celular errónea y corregir esta situación.

Cuando la infección avanza y ocasiona graves daños al sistema inmune, se produce el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) o VIH etapa 3.

Es una condición con síntomas que varían según la persona e incluyen múltiples infecciones oportunistas como tuberculosis, neumonía y otras. Además, el desarrollo de ciertos tipos de neoplasias malignas se vuelven más probables en casos de inmunodeficiencia.

Es por las características de este cuadro que cuando las personas reciben un diagnóstico de VIH positivo pueden experimentar una ola de emociones negativas de gran intensidad, como ira y negación, que puede repercutir negativamente en su salud mental.

Además, el VIH no solo puede afectar negativamente la sensación de bienestar, sino llegar a agravar las afecciones de salud mental ya existentes.

Para complicar aún más la situación, el VIH facilita la infección por patógenos oportunistas, que también pueden afectar al sistema nervioso y provocar cambios anímicos y en el comportamiento de los pacientes.

El estrés de vivir con una grave infección como el VIH puede afectar la salud mental de un paciente y aumentar el riesgo de desarrollar cuadros que afecten al estado de ánimo, produciendo ansiedad y alteraciones cognitivas. A esto se le suma el estigma y la discriminación asociados con el VIH, como la inequidad en el acceso a la salud, dificultades y obstáculos de índole burocrático para gestionar y acceder a la asistencia médica específica y a los medicamentos necesarios para su tratamiento.

Cuadros de salud mental en pacientes con VIH/SIDA

Los datos estadísticos indican que, a finales de 2020, aproximadamente, 37,6 millones de personas vivían con el VIH a nivel mundial.

Según el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH), las personas que son VIH positivas tienen un mayor riesgo de desarrollar cuadros mentales. Dentro de estas manifestaciones, tienen el doble de probabilidades de padecer depresión, en comparación con las personas sin VIH.

Algunas terapias para el VIH, como la antirretroviral (TAR), también pueden causar efectos secundarios o reacciones adversas que pueden incidir negativamente en la salud mental. Esto también puede afectar la iniciación medicamentosa y la subsiguiente adherencia terapéutica.

Una revisión de 2019 señala que, en los Estados Unidos, la prevalencia del VIH es mucho más elevada entre los adultos que padecen afecciones mentales graves, en comparación con la población general. Esto puede deberse a la mayor probabilidad de que se expongan a factores de riesgo, debido a la manifestación de comportamientos sexuales riesgosos.

El mismo documento indica que las personas que viven con el VIH experimentan tasas más elevadas de trastornos mentales como ansiedad y depresión mayor.

Depresión

La depresión es uno de los trastornos mentales más frecuentes que puede experimentar una persona portadora de VIH/SIDA. Según las fuentes consultadas, la prevalencia de depresión entre este grupo varía entre un 31-39 %.

La evidencia sugiere que la estigmatización, sumada al estrés crónico y al efecto inflamatorio que ejerce el VIH sobre el sistema inmunológico, puede provocar cambios bioquímicos en el sistema nervioso, que se asocian con la depresión, la ansiedad y el suicidio.

Trastornos de ansiedad

Los trastornos de ansiedad son otros de los cuadros mentales comúnmente asociada con el VIH. Un artículo de 2019 señala que, en los EE. UU., casi 1 de cada 5 adultos con VIH experimentan un trastorno de ansiedad generalizada.

Otra revisión anterior, de 2016,  añade que la prevalencia de muchos de estos cuadros, como el trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad social, son mayores en los pacientes con VIH, en comparación con la población general.

VIH e ideas suicidas

Las ideas, los intentos y el riesgo de suicidio son altos entre los pacientes que viven con VIH/SIDA. Una revisión sistemática realizada en África en el 2021 señala que la prevalencia de la ideación suicida fue de, aproximadamente, el 21,7 % en las personas que conviven con este virus. 

El deterioro de las condiciones de salud, las comorbilidades, el estigma social y el apoyo deficiente de la familia y la sociedad pueden contribuir a que esta tasa sea más elevada.

Ante la sospecha de que una persona está en riesgo inmediato de suicidio, se debe llamar al 911 o al número local de emergencias, entregando la información más precisa posible.

VIH y enfermedades del SNC

Durante los primeros días de infección, el Virus de Imunodeficiencia Humana penetra en el sistema nervioso y afecta al funcionamiento de la barrera hematoencefálica, dando lugar al deterioro cognitivo.

En el caso de las personas infectadas y sin tratamiento al inicio, ya sea por ignorancia o negación, pueden llegar a sufrir un daño cerebral irreversible.

Aún cuando estos pacientes reciben tratamiento y tienen el virus bajo control, se puede seguir produciendo cierto grado de neuroinflamación que hace que el sistema nervioso central (SNC) no funcione de manera óptima.

Las funciones cognitivas que más frecuentemente se alteren son:

  • La memoria a corto plazo
  • La capacidad de resolución de tareas
  • La fluidez verbal
  • El aprendizaje

Se habla de deterioro cognitivo cuando, como mínimo, dos de estas funciones se encuentran alteradas, lo que se estima que se da en una de cada dos personas con VIH.

El compromiso del SNC puede ser por lo siguiente:

  • Acción directa del virus: encefalopatía, neuropatía periférica y miopatías
  • Fenómenos de tipo vasculares, metabólicos o psiquiátricos
  • Infecciones oportunistas, como criptococosis
  • Neoplasias oportunistas
  • Trastornos autoinmunitarios que afectan a la fisiología neuronal
  • Neurotoxicidad secundaria a los medicamentos

A modo de ejemplo, la encefalopatía por VIH puede hacer que una persona experimente cambios repentinos de humor o comportamiento, disminución de la memoria y confusión.

Tratamiento

Es importante que una persona comience su tratamiento específico tan pronto como sea posible, para prevenir daños irreversibles y obtener el mejor resultado y calidad de vida.

El tratamiento antirretroviral (TAR) sirve para disminuir la carga viral, para elevar el recuento de las células CD4 y para reducir la posibilidad de transmisión a los demás.

El control del virus se logra, generalmente, dentro de un plazo de seis meses después de iniciada la terapia.

Si bien la TAR ayuda a controlar los síntomas ocasionados por el virus, algunos medicamentos pueden ocasionar síntomas de depresión, ansiedad y trastornos del sueño.

Los trastornos de salud mental se pueden tratar a través de las terapias de conversación, los fármacos, el apoyo familiar y social.

Por lo tanto, es importante que los pacientes que viven con el VIH/SIDA hablen con un psicólogo o psiquiatra, para que reciban ayuda al evaluar sus opciones y al desarrollar un plan para mantener una buena salud mental.

Dónde encontrar apoyo

Existen servicios disponibles para ayudar a las personas a manejar el estigma y la discriminación, y recibir apoyo adicional en caso de ser diagnosticadas con VIH/SIDA.

Es esencial que, tras recibir el diagnóstico, los pacientes comiencen el tratamiento específico de inmediato y hablen con un profesional de salud mental sobre sus sentimientos con respecto a su situación, para recibir tratamientos para mejorar su salud mental.

Con información obtenida a partir de Medica News Today, CDC, NIH, OMS, Healthline y Fundación Lucha Contra El SIDA.


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