Nuevo estudio confirma que las vacunas no debilitan el sistema inmunitario de los niños

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Muchas historias y controversias han surgido en torno a las vacunas, algunas con cierta fundamentación científica y otras emanadas de los temores y desconocimiento por parte de los padres, así como por una desfavorable propaganda de las que fueron objeto por parte de diversos movimientos antivacunas que han surgido alrededor del mundo.

En el año 2013, el Institute of Medicine (IOM)- llamado actualmente  National Academy of Medicina- solicitó una mayor investigación sobre la seguridad de todo el calendario de vacunación infantil. Si bien, varios estudios realizados con anterioridad y posterioridad a las licencias otorgadas a  dichas vacunas habían examinado la seguridad y la eficacia de estos productos de manera individual y por separado, así como en combinación con otras vacunas, pero estas investigaciones no hicieron un análisis de la seguridad del programa de manera global. Aparte, el cronograma general de vacunación había sufrido varias modificaciones, para incluir un mayor número de vacunas consideradas rutinarias, se pasó de 8 inmunizaciones en el 1994 a casi duplicarse en el 2010 con un total de 14.

Como problema adicional, los padres mostraban una creciente preocupación por el posible riesgo de debilitamiento del sistema inmunológico de sus hijos, ante un aumento importante en el número de antígenos procedentes de las inmunizaciones administrados a sus hijos a lo largo del tiempo. Estas preocupaciones se incrementaron con el tiempo, que terminó transformándose en un argumento común entre los grupos antivacuna. Esta presión por parte de estas organizaciones desempeñó un papel bastante decisivo para que se definiera la recomendación de la OIM de estudiar el calendario general.

El informe generado por la OIM indicó que «los padres y los profesionales de la salud se beneficiarían de una información más completa y detallada con la que abordar las preocupaciones de los padres sobre la seguridad del calendario de vacunación«.

Pese a estas medidas, el movimiento mundial de antivacunación continúa creciendo, como lo hace el número de padres de E.E.U.U. que no vacunan a sus hijos a tiempo, hecho que se evidencia que a partir del 2015, se estima que entre el 10% y el 15% de la población en edad de vacunarse no siguió los cronogramas recomendados para los niños menores de 2 años.

El estudio

Como una manera de estudiar a largo plazo los verdaderos efectos relacionados con las vacunas en los niños de corta edad, un grupo de investigadores examinaron los registros médicos de más de 944 bebés de seis hospitales y clínicas de toda la zona oeste de los Estados Unidos, entre los años 2003 y 2013.

El estudio comparó un grupo de 193 niños que habían contraído enfermedades no cubiertas por vacunas con  751 controles sin infecciones y no vacunados.

Como resultado, se encontró que no hubo una relación entre las vacunas administradas antes de los 2 años y otras infecciones contraídas entre los 2 -4 años de edad, según informó el equipo en The Journal of the American Medical Association.

Paul Offit, un médico del Hospital de Niños de Filadelfia en Pensilvania, no relacionado con el estudio, dice que los resultados no son sorprendentes, puesto que los recién nacidos experimentan un «choque tremendo de bacterias» al momento de nacer, ya que han pasado de manera directa y abrupta desde un útero estéril a un ambiente externo repleto de virus y bacterias, por lo que el desafío que experimenta el sistema inmune frente a los antígenos de las vacunas es insignificante en comparación a la carga de microorganimos ambientales potencialmente patógenos.

Por lo anteriormente manifestado, los investigadores recomiendan el seguimiento del programa de inmunización infantil indicado por  los Centers for Disease Control and Prevention, como una forma eficaz de prevenir enfermedades infecto-contagiosas transmisibles.