Infecciones en los niños podrían aumentar el riesgo de desarrollar desórdenes mentales

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En 2011 y 2014, se publicaron investigaciones en los que se ligaba el riesgo de padecer esquizofrenia con infecciones severas en el organismo.

De acuerdo con ellas, la influencia directa de infecciones en el sistema nervioso central, activación inmune, mediadores inflamatorios, y alteraciones del microbioma, causa enfermedades mentales.

Los exámenes genéticos también han apoyado esa hipótesis al documentar el aumento del riesgo con los genes inmunorreguladores.

Ahora, un grupo de científicos daneses dio a conocer un nuevo estudio en el cual se traza la conexión entre algunas infecciones y desórdenes mentales como la bipolaridad, la depresión y la esquizofrenia.

Con este avance, apoyan a la idea de que las infecciones del organismo influyen en el sistema inmune y pueden desatar problemas mentales.

Para llegar a esas conclusiones, los investigadores usaron reportes del Sistema de registro civil de Dinamarca. Recabaron datos de individuos nacidos entre enero de 1995 y junio de 2012. El análisis se hizo de noviembre de 2017 a febrero de 2018.

Por otro lado, gracias al Registro nacional de pacientes daneses, identificaron a los pacientes hospitalizados desde enero de 1995 por agentes antiinfecciosos; éstos se subdividieron en agentes antibacterianos, antivirales, antimicóticos y antiparasitarios.

Además, incluyeron los antibióticos prescritos. Los más comunes fueron divididos en antibióticos de amplio espectro, de espectro moderado, de espectro reducido y tópicos.

La infecciones se estudiaron por individuo. Entre la muestra colocaron información de personas con infecciones graves como neumonía, y a pacientes con enfermedades más leves.

Para hacer una comparación, observaron los historiales de personas a las que sólo se les recetó penicilina o antibióticos tópicos; pues significa que tenían agentes infecciosos con menores consecuencias en el microbioma estomacal.

Posteriormente, analizaron información del Danish Psychiatric Central Research Register. A través de él, lograron conocer el número de personas con bipolaridad, esquizofrenia y depresión. Luego, compararon esos registros con el de prescripciones de antipsicóticos, ansiolíticos, antidepresivos y fármacos contra la dependencia.

Realizaron un seguimiento de todos los individuos desde su primer año hasta la muerte, emigración o fecha de finalización de la investigación.

Hicieron comparaciones estadísticas con la edad como escala de tiempo y las tasas de riesgo. Las conclusiones:

  • La mayoría de los niños había presentado algún tipo de infección; sin embargo, sólo a una parte le diagnosticaron algún tipo de enfermedad mental.
  • Alrededor de 4% fueron diagnosticados con esquizofrenia, trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), ansiedad y trastornos de personalidad.
  • Los científicos, al mismo tiempo, se dieron cuenta de que la hospitalización por infección se asoció con un 84% de mayor riesgo de tener un diagnóstico de trastorno mental. En cuanto a las infecciones menos graves, el riesgo fue de 40%.

A pesar de las estadísticas, el riesgo de enfermedad mental fue menos dramáticos cuando los autores examinaron, de forma adicional, la fuerza genética y el entorno familiar. Compararon los resultados de más de 800 mil hermanos de la población muestra, tanto los que tuvieron infecciones como los que no.

En ese análisis encontraron que el riesgo de desorden mental después de una hospitalización se redujo a 84% a 21%; asimismo, el riesgo de prescripción de medicamentos psicotrópicos se redujo hasta un 17%.

Aunque el mecanismo y proceso de esta relación aún no es claro, ni hay reducción total; los expertos señalan que quienes padecen esquizofrenia, depresión, autismo o bipolaridad tienen un “equilibrio proinflamatoria”. En otras palabras, las proteínas proinflamatorias naturales son más altas y las antiinflamatorias mucho más bajas; ese estado influye la salud mental.

Por supuesto, aclaran los especialistas, no es la única ruta que las infecciones tienen para desencadenar un desorden mental. Algunas enfermedades comienzan como periféricas y después pueden cruzar la barrera hematoencefálica para entrar en el cerebro y causar daños.

De igual manera, los antibióticos van directo al cerebro, así que deben tener algún tipo de impacto.

Lo anterior no significa que todos los niños diagnosticados con una infección van a desarrollar una enfermedad mental; de hecho, las infecciones son necesarias para fortalecer al sistema inmune.

Lo importante es mantener la atención en los cambios de comportamiento y síntomas.

Al tener conocimiento del vínculo entre infecciones y enfermedades mentales, se podrá trabajar en mejores y más efectivas formas de diagnóstico y tratamiento de ese tipo de trastornos.

Los resultados completos fueron publicados en la revista JAMA Psychiatry.