Antibióticos pueden alterar la microbiota intestinal y aumentar el riesgo de padecer Parkinson

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La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo multisistémico que afecta al sistema nervioso central, por lo que aparecen variados síntomas, tanto motores y no motores.

En esta condición se da la muerte de las células de dopamina en la sustancia negra. La dopamina permite coordinar las funciones de las neuronas que controlan los músculos y el movimiento corporal.

Este daño causa síntomas como rigidez, temblores y alteraciones del equilibrio, aunque los pacientes también pueden desarrollar síntomas como depresión, cambios de humor, trastornos del sueño, estreñimiento, problemas dermatológicos y urinarios.

Los síntomas del Parkinson generalmente tardan años en desarrollarse, ya que pueden progresar de manera diferente en diferentes personas, manifestándose habitualmente después de los 65 años de edad.

Epidemiología causas probables

Según la Fundación Parkinson, alrededor de 10 millones de personas padecen esta enfermedad en todo el mundo, mientras que en los Estados Unidos, se diagnostica alrededor de 60,000 personas cada año.

Aunque su etiología es desconocida, algunos casos son hereditarios y pueden deberse a mutaciones genéticas específicas.

Pero como la mayoría de los casos son esporádicos, la patología probablemente es el resultado de una combinación de susceptibilidad genética y exposición a uno o más factores que desencadenan la enfermedad.

Microbiota intestinal y enfermedades neurológicas

Se ha observado que las personas con enfermedades intestinales como el síndrome del intestino irritable , el estreñimiento y la enfermedad inflamatoria intestinal tienen un mayor riesgo de padecer enfermedad de Parkinson.

Cada vez más estudios encuentran asociaciones entre los cambios de la microbiota intestinal y los trastornos neurológicos, como la esclerosis múltiple, el autismo, la esquizofrenia, la depresión y la enfermedad de Parkinson.

Estos estudios encontraron que los cambios en el intestino que son típicos en la enfermedad de Parkinson pueden ocurrir 2 décadas antes del diagnóstico. Sin embargo, todavía existe debate sobre si los cambios en esta microbiota s a causa  real de estas condiciones o simplemente las acompañan.

Antibióticos, intestinos y Parkinson

Una nueva investigación encuentra un vínculo entre los antibióticos y el riesgo de la enfermedad de Parkinson.

El nuevo estudio fue realizado por investigadores del Hospital Universitario de Helsinki en Finlandia, cuyo reporte aparece en un número reciente de la revista Movement Disorders .

El equipo de investigadores llevó a cabo un estudio de casos y controles utilizando datos médicos a nivel nacional de Finlandia, desde donde identificó a las personas que habían recibido un diagnóstico de enfermedad de Parkinson durante el período 1998-2014. 

También utilizaron bases de datos nacionales para obtener datos sobre compras individuales de antibióticos orales durante los años 1993–2014.

Estos datos fueron analizados estadísticamente para buscar vínculos entre la exposición previa a antibióticos orales y la enfermedad de Parkinson.

El análisis comparó la exposición a antibióticos en 13,976 personas que recibieron un diagnóstico de Parkinson con la de 40,697 controles que no lo hicieron. 

El equipo también clasificó la exposición a antibióticos según la dosis, la composición química, el mecanismo de acción y el rango de acción antimicrobiano.

Alteración precoz de la microbiota intestinal

En su estudio, el equipo del Dr. Filip Scheperjans, neurólogo del Hospital Universitario de Helsinki, indica que han observado cambios en los microorganismos intestinales en el Parkinson temprano y establecido.

Los científicos han encontrado un vínculo entre el uso de antibióticos orales y el riesgo de la enfermedad de Parkinson, hecho sugerente de que la conexión podría deberse al impacto a largo plazo de los antibióticos en la microbiota intestinal.

Los hallazgos sugieren que pueden transcurrir hasta 15 años entre la exposición a los antibióticos y la aparición de los síntomas de la enfermedad de Parkinson.

Por lo que Scheperjans manifiesta: «El vínculo entre la exposición a antibióticos y la enfermedad de Parkinson se ajusta a la opinión actual de que en una proporción significativa de pacientes la patología del Parkinson puede originarse en el intestino, posiblemente relacionada con cambios microbianos, años antes del inicio de los síntomas motores típicos del Parkinson«.

Antibióticos con mayor asociación

Antes de este estudio, nadie había investigado si existía un vínculo directo entre la exposición a antibióticos y el riesgo de la enfermedad de Parkinson.

Las relaciones más fuertes que encontraron entre antibióticos y Parkinson fueron para los macrólidos y las lincosamidas, que son de uso común para combatir una gran variedad de infecciones bacterianas.

El análisis también reveló vínculos con un mayor riesgo de enfermedad de Parkinson para antianeróbicos y tetraciclinas, hasta 15 años antes del diagnóstico. 

También hubo vínculos para sulfonamidas, trimetoprima y medicamentos antimicóticos, hasta 5 años antes del diagnóstico.

Si bien se requiere más investigación para confirmar estos hallazgos, la alteración de la microbiota intestinal y una mayor susceptibilidad al Parkinson podría formar parte de los factores de riesgo que los médicos deberán tener en cuenta al prescribir antibióticos.

Pues, como indica Scheperjans: «Además del problema de la resistencia a los antibióticos, la prescripción de antimicrobianos también debe tener en cuenta sus efectos potencialmente duraderos en el microbioma intestinal y el desarrollo de ciertas enfermedades«.

«El descubrimiento también puede tener implicaciones para las prácticas de prescripción de antibióticos en el futuro«, agrega.