Uso de las copas menstruales es seguro y efectivo

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A nivel mundial, la menstruación puede afectar desfavorablemente la educación de las niñas, al disminuir la asistencia a las escuelas, así como la jornada y asistencia laboral de las mujeres, debido a la incomodidad y las situaciones vergonzosas como las temidas “fugas”. En cuanto al aspecto sanitario, puede incrementar la predisposición a las infecciones urogenitales si utilizan productos sanitarios de baja calidad o no las cambian con la frecuencia adecuada.

Estas ausencias escolares y laborales pueden generar formas de discriminación y/o violencia a este sector de la población femenina, por lo que han surgido un número cada vez mayor de iniciativas para que los responsables de las políticas sanitarias conozcan aquellos productos que deben ser incluidos en los programas de salud menstrual y en los materiales educativos sobre la pubertad, tanto en los países de ingresos altos y bajos.
Dentro de los productos de uso reciente y que aún no se han hecho muy populares, se encuentran las copas menstruales, que corresponden a recipientes de material blando y elástico que se pueden doblar como una C- para introducirse dentro de la vagina- pues se adapta a las paredes y junta todo el flujo menstrual, sin absorberlo. Por este motivo, después de cada uso, se vacían, se lavan o se secan con papel higiénico y se insertan nuevamente, proceso que se recomienda hacer cada 4-12 horas. Los materiales utilizados para fabricarlas son silicona, látex, caucho, o elastómero de grado médico y duran hasta 10 años, por lo que estos dispositivos podrían ser de gran utilidad para dar mayor comodidad y seguridad a las niñas y mujeres que atraviesan por su etapa menstrual.

Qué dicen los estudios

Para investigar la seguridad y utilidad de las copas menstruales se realizó la primera revisión sistemática y un metanálisis del uso internacional de copas menstruales, que fue publicado en la revista The Lancet Public Health.

El estudio combina datos procedentes de estudios médicos y literatura gris- como resúmenes de conferencias, informes y tesis- en que los participantes informaron sobre sus experiencias con las copas menstruales o la disposición a usarlas. 

Los autores seleccionaron 43 estudios con 3,319 participantes en países de ingresos bajos y medios (15 estudios) y países de ingresos altos (28 estudios). También recabaron información sobre la disponibilidad y los costos de las copas menstruales. Además realizaron estimaciones preliminares sobre el ahorro de desechos.

En cuanto a la información para la comunidad existente, examinaron los materiales educativos sobre la pubertad, con el objetivo de evaluar hasta qué punto las copas menstruales se consideran una opción viable.

Como explica la autora principal del estudio, la profesora Penelope Phillips-Howard, de la Liverpool School of Tropical Medicine, Reino Unido: «A pesar del hecho de que 1,900 millones de mujeres en todo el mundo que están en edad menstrual gastan un promedio de 65 días al año en el tratamiento del flujo menstrual, existen pocos estudios de buena calidad que comparen productos sanitarios«, «Nuestro objetivo fue abordar ésto, resumiendo el conocimiento actual sobre fugas, seguridad y aceptabilidad de las copas menstruales, comparándolas con otros productos, cuando era posible«.

Resultados positivos

Los investigadores encontraron que no hubo un mayor riesgo de infección asociado con el uso de copas menstruales entre las mujeres y niñas europeas, norteamericanas y africanas. Si bien se reportaron cinco casos de síndrome de shock tóxico luego de su uso, el número total de usuarios de copas menstruales es desconocido, por lo que no es posible hacer comparaciones confiables del riesgo para este cuadro. 

En cuatro estudios, que incluyó un total de 507 mujeres, el uso de la copa menstrual no mostró efectos adversos sobre la flora vaginal, ni evidenció daño tisular tras examinar la vagina y el cuello uterino durante el seguimiento.

Se  informaron dificultades en su extracción en dos ocasiones para las copas vaginales. Para algunas mujeres que las usan en combinación con dispositivos intrauterinos, en 13 casos, la extracción de la copa se asoció con el desalojo de un DIU, por lo que la evidencia sugiere que la combinación de ambos dispositivos puede necesitar más estudios. 

Cuatro estudios- que incluyeron 293 participantes- realizaron comparaciones de fugas entre copas menstruales y toallas higiénicas o tampones, que arrojó resultados similares en tres estudios y significativamente menor en una investigación para el uso de las copas menstruales. En algunos estudios, las fugas se asociaron con una menorragia (hemorragia menstrual intensa), una anatomía inusual del útero, la necesidad de una copa más grande, la colocación incorrecta y el llenado de la copa.
Los resultados de 13 de los estudios sugieren que alrededor del 70% de las mujeres querían seguir con las copas menstruales una vez que estaban familiarizadas con su uso. 

Los estudios basados ​​en entrevistas revelaron que la práctica, el apoyo entre pares y la capacitación son factores clave para que las usuarias consideren satisfactorio a este método. 

En seis estudios cualitativos, las participantes sugirieron que adoptar la copa menstrual requería una fase de familiarización durante varios ciclos menstruales, por lo que los autores señalan que la información y el seguimiento sobre el uso correcto pueden formar parte de los programas de salud menstrual.

Conocimiento, costos y desechos

La revisión sugiere que el conocimiento de las copas menstruales como opción es bajo entre la gran mayoría de las potenciales usuarias: tres estudios en países de altos ingresos encontraron que solo el 11-33% de las mujeres las conocen; en internet, entre los 69 sitios web de 27 países que contienen material educativo sobre la pubertad, el 77% mencionó toallas higiénicas y el 65% se refirió a los tampones, mientras que apenas el 30% mencionó copas menstruales y el 22% hizo referencia a las almohadillas reutilizables.
Los datos preliminares en cuanto a los ahorros en costos y desperdicios generados con el uso de copas menstruales indican que durante 10 años, una sola copa menstrual podría implicar costos significativamente menores que las toallas higiénicas o los tampones. 

Los autores encontraron 199 marcas de copas disponibles en 99 países, con una gran variación entre precios, por lo que una copa menstrual podría costar aproximadamente el 5% o el 7% del costo de usar 12 toallas higiénicas o tampones por período. 

En cuanto a los desechos plásticos generados, también podrían reducirse de manera importante, pues se calcula que a lo largo de 10 años una copa produce el 0,4% de los desechos plásticos en relación al generado por las almohadillas de un solo uso, o el 6% de los producidos por el uso de tampones. 

Los investigadores señalan que dado el número limitado de informes sobre el uso de copas menstruales, se requiere más investigación internacional que proporcione mayor información sobre el grado de aceptabilidad y eventos adversos, además de datos que permitan adoptar las mejores prácticas para acortar la fase de familiarización, unido a una manera más confiable de evaluar los costos asociados y el impacto a nivel ambiental una vez desechada.