Salmonelosis afecta a millones de personas cada año

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La salmonelosis es una infección de transmisión alimentaria causada por la bacteria Salmonella. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que cada año 550 millones de personas enferman de salmonelosis. De ellas, 220 millones son niños menores de 5 años.

Aunque la salmonelosis suele ser más común en países en vías de desarrollo, también existen registros de pacientes en todo el mundo, en especial en niños, ancianos y personas inmunodeprimidas. La causa más común: consumo de alimentos insalubres.

La causa de la infección

La Salmonella es un género de bacilos gramnegativos que pertenecen a la familia Enterobacteriaceae. Hasta la fecha, se han identificado más de 2500 serotipos o serovares en dos especies: Salmonella bongori y Salmonella enterica.

Esta bacteria es omnipresente y resistente, tanto que es capaz de sobrevivir varias semanas en un ambiente seco y varios meses en agua. Todos sus serotipos son capaces de provocar enfermedad en el ser humano, aunque los daños no suelen ser graves.

Es importante destacar que la Salmonella también está presente en animales domésticos y salvajes, sobre todo en aves de corral, puerco, vacas y en mascotas como perros, gatos, pájaros y tortugas.

De hecho, existen dos serotipos que afectan a vacunos y porcinos: Salmonella enterica Dublin y la Salmonella enterica Choleraesuis, respectivamente.

El problema de que la Salmonella esté presente en animales es que puede atravesar toda la cadena alimentaria: desde lo que comen los animales, pasando por producción primaria de productos alimenticios, hasta los hogares o establecimientos.

Por lo anterior, cuando alguien consume productos contaminados o tiene contacto con animales infectados —aun si estos no presentan síntomas de la enfermedad—, se corre el riesgo de desarrollar salmonelosis.

Algunos de los alimentos que suelen estar más contaminados son los huevos, carnes, pollos, leches y hortalizas.

Cabe mencionar que la salmonelosis es más común durante el verano, ya que el clima húmedo y caluroso se vuelve un ambiente propicio para el crecimiento de las bacterias.

Síntomas

La salmonelosis se caracteriza por la aparición brusca de fiebre, dolor abdominal, diarrea, náusea y, a veces, vómito. De manera adicional, puede producir cólicos abdominales, dolor de cabeza y pérdida de apetito.

Los síntomas se manifiestan entre 6 y 72 horas después de la ingesta de algún alimento contaminado. La enfermedad dura entre 2 y 7 días.

En la mayoría de los casos, los síntomas son leves y los pacientes se recuperan. Sin embargo, hay casos particulares donde la deshidratación causada por la enfermedad pone en riesgo la vida.

Tratamiento

Una de las primeras medidas para tratar la salmonelosis es reponer los electrolitos perdidos a causa del vómito y de la diarrea a través de rehidratación. Esto se logra con electrolitos como iones de sodio, potasio y cloruro.

Los antibióticos son otra medida para combatir la enfermedad. Lamentablemente, en años recientes, como lo informan la Revista Cuba a de Medicina General Integral y los Centres for Disease Control and Prevention, de Estados Unidos, ha habido un crecimiento en la resistencia a estos medicamentos por parte de la salmonela. Como consecuencia, las terapias pueden ser más ineficaces.

Debido a dicha situación, las autoridades sanitarias hacen hincapié en que las directrices de tratamiento deberían revisarse periódicamente, así como tener en cuenta los patrones de resistencia.

Ahora bien, la OMS destaca que la terapia antimicrobiana sistémica no está recomendada para casos leves o moderados en personas sin ninguna otra afección. No obstante, en los lactantes, ancianos e inmunodeprimidos podría ser necesaria con la finalidad de evitar que la infección se propague de los intestinos a otras partes del cuerpo.

El mejor tratamiento: la prevención

Prevenir la enfermedad siempre será la mejor medida para evitar problemas severos en la salud. La OMS, por ejemplo, precisa la necesidad de supervisar atentamente a niños y mascotas para evitar salmonelosis, pero pone particular énfasis en que las medidas preventivas deben ir en todas las etapas de la cadena alimenticia. Es decir, desde la producción agrícola, hasta la elaboración, fabricación y preparación de alimentos, tanto en establecimientos comerciales como en los hogares.

Entre sus recomendaciones se encuentran:

  • Asegurarse de que los alimentos estén bien cocinados y calientes cuando se sirvan.
  • Evitar la leche cruda y productos elaborados con ella. Solo consumir aquella que esté pasteurizada o hervida.
  • No consumir hielo a menos que esté hecho con agua potable.
  • Hervir el agua o purificarla.
  • Lavarse las manos con jabón, en especial después de haber tenido contacto con mascotas o animales de granja, y después de ir al baño.
  • Limpiar y lavar frutas y verduras; de preferencia consumirlas peladas.

Del mismo modo, la organización señala que quienes manipulen alimentos deben tener sumo cuidado al prepararlos. Además, tienen la obligación de notificar a empleadores si existen episodios de malestar físico como fiebre, diarrea, vómito, lesiones cutáneas infectadas y visuales.

Por otro lado, cuenta con cinco claves para la inocuidad de los alimentos, las cuales sirven como base para capacitar tanto a productores de alimentos como a consumidores.

Claves para cultivar frutas y hortalizas

  • Practicar buena higiene personal.
  • Proteger los campos de la contaminación fecal por animales.
  • Utilizar residuos fecales tratados.
  • Evaluar y gestionar los riesgos del agua de riego.
  • Mantener limpios y secos los equipos de cosecha y las instalaciones de almacenamiento.

Claves para mayor inocuidad de productos de acuicultura

  • Mantener buena higiene personal.
  • Limpiar el estanque.
  • Gestionar la calidad del agua.
  • Cuidar la salud de los peces.
  • Utilizar equipo de captura y recipientes limpios.

Trabajar en la inocuidad

La OMS indica que, si bien los grandes brotes de Salmonella suelen atraer a los medios de información, lo cierto es que entre el 60 % y el 80 % de los casos de salmonelosis no se registran como parte de brotes conocidos. Por este motivo, se clasifican como casos esporádicos o no se diagnostican.

Por los motivos anteriores, la OMS y otras partes interesadas resaltan la importancia de la inocuidad de los alimentos como un elemento esencial para garantizar el acceso a dietas nutritivas y saludables.

De igual manera, las políticas y las recomendaciones deben abarcar la cadena alimenticia en su totalidad e invitar a hacer uso de conocimientos especializados en diversos sectores con la finalidad de construir sistemas de inocuidad eficientes y eficaces. Así, se podrá mejorar la vigilancia de las enfermedades, educar a los consumidores y capacitar a productores y manipuladores de alimentos.

Finalmente, la OMS refuerza las capacidad de los laboratorios nacionales y regionales para la vigilancia de patógenos y promueve el control integrado de resistencia a los antimicrobianos a través de la obtención y del análisis de muestras.

Tifoidea, un serotipo más dañino

Una de las infecciones derivadas de la Salmonella es la fiebre tifoidea. Se trata de una infección causada por el serotipo typhi, que provoca diarrea y erupciones cutáneas.

Al igual que la salmonelosis no tifoidea, se propaga a través de alimentos o bebidas contaminadas. Una vez que las bacterias entran al organismo, pueden llegar a los nódulos linfáticos, vesícula, hígado, bazo y otras partes del cuerpo.

Los síntomas iniciales incluyen fiebre, dolor abdominal y sensación de indisposición general. La fiebre alcanza los 39.5 °C o más y se desata una diarrea profusa. Se pueden presentar heces con sangre, escalofríos, agitación, confusión o delirio, déficit de atención, sangrado nasal, fatiga intensa y letargo.

Para el diagnóstico es necesario realizarse pruebas, como un conteo sanguíneo completo y hemocultivos. Si no se trata a tiempo, puede generar otros problemas como hemorragias internas, perforación intestinal, insuficiencia renal y peritonitis.

El sistema nervioso contra la salmonelosis

La salmonelosis es una enfermedad antigua pero todavía presente. Cada año, decenas de millones de personas se infectan, razón que lleva a los investigadores a seguir estudiando la bacteria y a hallar nuevas formas de hacerle frente, en particular, ahora que la resistencia a antibióticos se está volviendo común.

Uno de esos estudios recientes estuvo a cargo de científicos de la facultad de Medicina de Harvard de Estados Unidos. El equipo descubrió que los nervios en los intestinos de los ratones son capaces de percibir la presencia de la Salmonella, de modo que los protegen contra la infección.

El artículo publicado en la revista Cell describe que, ante la Salmonella, el sistema nervioso va más allá de ser un sensor y una alerta.

Los nervios se convierten en reguladores de la inmunidad intestinal, mantienen la homeostasis y proporcionan protección activa contra la infección.

Según los experimentos, los nervios sensibles al dolor en el intestino delgado — que están debajo de las células llamadas parches de Peyer—, se activan cuando identifican la presencia de la Salmonella.

Una vez que lo detectan, usan dos técnicas:

  • Regulan las puertas celulares que permiten la entrada y la salida de microorganismos al intestino delgado.
  • Aumentan la cantidad de microbios intestinales protectores.

Aunado a esas técnicas, los nervios intestinales lanzan otra forma de defensa al liberar CGRP, un neuroquímico que reduce el número de puntos de entrada de la Salmonella.

Hasta ahora, no es claro cómo funciona el mecanismo, pero los investigadores sugieren que los microbios intestinales protectores usan sus ganchos pequeños para adherirse a la pared intestinal. Así, forman un recubrimiento repelente que protege al organismo de la infección.

Estos hallazgos, detallaron los autores, ilustran una conversación cruzada relevante entre el sistema nervioso y el inmune. Esto indicaría una forma evolutiva de protección al intestino a través de características existentes.

Con estos resultados, apuntan, se explicarían observaciones previas que muestran cómo el uso de opioides que silencia fibras nerviosas sensibles al dolor y otros medicamentos que modulan los nervios pueden hacer vulnerables a las personas. Por supuesto, para determinar que eso es probable hacen falta más investigaciones.