Relación entre alcohol y daño renal

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La relación entre alcohol y daño renal se debe a la incapacidad de filtración renal por sobrecarga tóxica y a la alteración de la liberación de hormonas que regulan el equilibrio de agua y minerales a nivel local y sistémico. Además, se agrava por la disminución de la irrigación sanguínea al riñón.

Alcohol y daño renal

El consumo de alcohol es una conducta que, pese a estar aceptada socialmente, en algunos casos puede llegar a transformarse en alcoholismo, lo que constituye una patología crónica que afecta a más del 10 % de la población mundial.

El abuso de la ingesta de etanol incrementa el riesgo de padecer otras enfermedades como pancreatitis y hepatitis alcohólica, cirrosis hepática, enfermedades inmunitarias y cardiovasculares, patologías del tracto gastrointestinal, aterosclerosis, daño renal y neurológico severos, además de diabetes tipo 2.

El abuso del alcohol provoca un amplio rango de daños en el organismo, con una severidad que se relaciona con la cantidad ingerida y con la duración en el tiempo de dicha ingesta.

A través de los riñones se elimina un 1 % del alcohol y, por el proceso de filtrado, se mantiene un equilibrio entre el agua y los sólidos presentes en el organismo.

La relación entre alcohol y daño renal se debe a que este tóxico puede provocar un desequilibrio en el mecanismo de filtrado, pues inhibe la secreción de la hormona antidiurética (ADH), encargada de reabsorber agua por parte del riñón. A causa de la menor secreción de ADH, se pierde más agua, lo que hace que las células tiendan a deshidratarse.

Además, en el riñón se modifica la síntesis y la liberación de otras hormonas, como la adosterona, encargada de reabsorber sodio en el riñón. Esto lleva aparejado un menor retorno de este electrolito y de agua al plasma sanguíneo.

En relación a esto, cuanto más agua se excreta por el riñón, mayor es la cantidad de glucosa que también se elimina, nutriente fundamental para las neuronas. Esto, sumado al efecto diurético del alcohol, acentúa el estado y el efecto de la deshidratación, causante de la posterior resaca.

En grandes cantidades, el alcohol puede provocar un síndrome de necrosis tubular aguda, que puede derivar en insuficiencia renal aguda.

Enfermedad y dolor renal

El consumo de alcohol mantenido por años puede generar síntomas como dolor en los riñones, justo después de consumirlo, lo que es un indicio del claro efecto del alcohol y de un daño renal incipiente.

Habitualmente, este dolor varía de una persona a otra, pero suele aparecer cuando el afectado se dobla o realiza algún movimiento, que involucra ejercer presión sobre los riñones. Este dolor es una alerta del cuerpo para frenar el consumo de alcohol.

En casos raros, en los que el consumo de alcohol es de 1 a 5 bebidas, puede causar una insuficiencia renal aguda o lesión renal aguda (LRA).

La LRA es cuando los riñones dejan de funcionar súbitamente durante un período de tiempo muy corto (generalmente dos días o menos). Este cuadro es muy grave y requiere tratamiento urgente. Esta lesión, si se diagnostica y se trata de manera oportuna, es habitualmente reversible casi en su totalidad.

En cuanto a la falla renal crónica, es la resultante de un daño en los riñones que se instaura y empeora lentamente, pudiendo dar síntomas tardíos y, posteriormente, llevar a un rápido estado crítico y a la muerte.

La relación entre la ingesta de alcohol y daño renal, si es mantenida en el tiempo, puede duplicar el riesgo de padecer una enfermedad renal crónica.

Además, el daño hepático por consumo de alcohol crónico ocasiona enfermedad hepática, que es responsable de una alteración en la irrigación renal y consiguiente daño renal.

También se ha obtenido alguna evidencia de la asociación entre el consumo de alcohol y la mayor incidencia de urolitiasis (cálculos renales) e infecciones urinarias, que podrían ser secundarias a esta marcada deshidratación celular.

En la actualidad, se calcula que alrededor de 850 millones de personas en el mundo padecen de algún tipo de patología renal.

¿Qué es beber en exceso?

El consumo excesivo de alcohol se define:

  • Para las mujeres, beber más de 7 tragos por semana o más de 3 tragos en un solo día.
  • Para los hombres, beber más de 14 tragos por semana o más de 4 tragos en un solo día.

Sin embargo, varía en lo que se cuenta como una bebida. Una copa de vino de mesa de unos 150 mililitros, un vaso de cerveza de 350 ml y 443 ml de licor contienen cada una la misma concentración de alcohol (etanol), al tiempo que cada una cuenta como una bebida.

Según la forma en la que a la persona le afecte el alcohol, es posible que se deba ajustar la cantidad de bebida que se consume, pues algunas tienen una menor tolerancia al alcohol.

Los problemas con el alcohol se producen por diversas causas: por beberlo en exceso, muy rápido o con demasiada frecuencia.

Entre los signos de advertencia de que se tiene un problema con el alcohol está el beber más o por más tiempo del pensado originalmente, o los intentos fallidos por reducir el consumo o dejar de beber. Además, es posible que la persona experimente problemas de desempeño en el ámbito laboral, el hogar o la escuela.

Tomar conciencia de que se tiene un problema con el alcohol puede llevar a buscar ayuda especializada y evitar el enorme impacto del alcohol en la salud, como el nexo entre alcohol y daño renal.

Con información obtenida de Health Essentials from Cleveland Clinic, Salud Ediciones, Scielo, Universidad Nacional de LEÓN, American Kidney Fund y Clínica Mayo.