Hallazgos patológicos asociados con el COVID-19
Variados estudios nos alertan de la peligrosidad del SARS-CoV-2, debido a las múltiples complicaciones que pueden presentarse. Se han reportado nuevos hallazgos patológicos asociados a COVID-19: tiroiditis subaguda, ACV y heces infectantes. Además, siguen evaluando los requerimientos de rehabilitación de los sobrevivientes, especialmente en cuanto a la parte pulmonar.
COVID-19 y tiroiditis subaguda
Un equipo de investigadores de Italia reportó un estudio de caso de tiroiditis subaguda, relacionado con COVID-19. Esta es una afección en la que se sospecha una etiología viral o posviral, aunque se desconoce su causa exacta.
El reporte informó sobre una mujer de 18 años que dio positivo por COVID-19 y que desarrolló síntomas leves. Posteriormente, dio negativo para el virus, pero unas 3 semanas después presentó fiebre, fatiga, palpitaciones y dolor de cuello que se irradiaba hacia su mandíbula.
Los análisis y el examen físico hicieron sospechar de tiroiditis subaguda. La paciente finalmente fue diagnosticada con esta patología y tratada con prednisona. Su dolor de cuello y la fiebre remitieron en 2 días y los síntomas restantes desaparecieron en una semana.
Los investigadores informaron que este es el primer caso de tiroiditis subaguda relacionada con COVID-19. Por este motivo, alertaron a los médicos ante esta posible manifestación clínica del coronavirus.
ACV isquémico pos-COVID-19
Datos de una nueva investigación evidencian que un accidente cerebrovascular (ACV) isquémico secundario a una infección por el SARS-CoV-2 es más grave. Además, es más probable que sea embólico y que tenga un desenlace fatal.
Los investigadores de la facultad de Medicina Grossman de la universidad de Nueva York descubrieron que el ACV en estos pacientes se asoció con una mayor tasa de mortalidad.
En estos casos, el ACV criptogénico fue más común en pacientes con COVID-19 (65,6 %) frente a controles contemporáneos (30,4 %) y a controles históricos (25,0 %). Asimismo, la tasa de mortalidad en pacientes con ACV y con COVID-19 fue mucho mayor: 63,6 % frente a 9,3 %.
Como escribe el equipo en la revista Stroke: «En pacientes con COVID-19 y con accidente cerebrovascular isquémico, la mayoría de los accidentes cerebrovasculares se clasificaron como criptogénicos, posiblemente relacionados con una hipercoagulabilidad adquirida. Además, se asociaron con una mayor mortalidad».
A su vez, los pacientes afectados son más jóvenes en comparación con aquellos sin la COVID-19. La edad promedio es de 63 años, frente a 70 años para los pacientes con ACV no afectados por el virus.
SARS-CoV-2 viable en heces
Se ha observado que es muy habitual que los pacientes con COVID-19 presenten síntomas gastrointestinales, con episodios diarreicos en los primeros estadios de esta patología. Esto, a su vez, se ha asociado a la excreción de grandes cantidades de virus en heces.
Un nuevo estudio muestra que el SARS-CoV-2 aislado de las heces de un paciente enfermo puede infectar células in vitro.
Esta investigación aporta evidencia para probar una nueva ruta de transmisión del virus. De confirmarse estos hallazgos, implicaría que las personas podrían contagiarse al ingerir pequeñas cantidades de heces de otras personas infectadas, por la transmisión fecal-oral.
También haría posible que los virus, con potencial infeccioso, puedan ser lanzados al aire en microgotas o en aerosol a través de la descarga del indodoro.
Pacientes en recuperación
A medida que los sobrevivientes de COVID-19 comienzan a recuperarse, los médicos predicen que habrá una gran necesidad de rehabilitación pulmonar. Estos requerimientos serán especialmente en aquellos provenientes de la UCI, pues «la gran mayoría de los pacientes con coronavirus en la UCI tienen una enfermedad pulmonar que es bastante grave, mucho más de lo que he visto en mis 20 años de trabajo», dijo la especialista en cuidados críticos Anna Nolan, profesora asociada de medicina en New Escuela de Medicina de la universidad de York.
Junto con los nuevos hallazgos patológicos asociados a COVID-19, se continúa evaluando el potencial de daño pulmonar y multiorgánico a largo plazo, después de haber padecido una forma grave de COVID-19. Además, expertos en salud mental enfatizan la necesidad de rehabilitación para tratar los estados de debilidad y el daño psicológico, fruto de prolongadas estadías en la UCI.
En cuanto a los pacientes diabéticos, que constituyen un importante grupo de riesgo, la Asociación Americana de Diabetes ha dedicado una sección completa de su revista Diabetes Care al tema de diabetes y COVID-19.
A estos nuevos hallazgos asociados a COVID-19 se suma la preocupación por los pacientes con diabetes. Si bien se ha observado que esta enfermedad no parece aumentar la probabilidad de infección por COVID-19, el riesgo de que la enfermedad progrese a una forma grave es más elevado en este grupo. Se ha estimado que tienen un riesgo dos o tres veces mayor de requerir cuidados intensivos y de morir, en comparación con sus contrapartes sin diabetes.