Nuevo estudio afirma que nuestras neuronas nunca dejan de crecer

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Durante el desarrollo embrionario, el cuerpo humano es un vertiginoso torbellino de células que se multiplican, migran y crecen incesantemente, a fin de constituir cada uno de los tejidos, incluido el más complejo de ellos: el cerebro.

Durante varias décadas, la comunidad científica ha discrepado con respecto al tema de la neurogénesis (nacimiento de nuevas neuronas), especialmente en la vida adulta, pues algunos investigadores han llegado a argumentar que los circuitos cerebrales de los primates -incluidos los humanos- podrían verse demasiado perturbados por la irrupción de nuevos procesos neurogénicos en la adultez.

Pero según se ha observado en el hipocampo de mamíferos adultos -que es una de las áreas más afectadas en caso de Alzheimer (EA)- es la adición de nuevas neuronas a lo largo de la vida, llamado neurogénesis del hipocampo adulto, que le confiere un grado incomparable de plasticidad a todo este complejo circuito. Sin embargo, la evidencia directa de este proceso en humanos no se ha podido dilucidar aún por completo.

Como potencial terapéutico, si pudiera estimularse a algunas zonas cerebrales implicadas en procesos cognitivos como la memoria a desarrollar nuevas neuronas, se podría ayudar a la recuperación de patologías neurológicas como la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT), retrasar la aparición de la enfermedad de Alzheimer, ayudar a profundizar nuestra comprensión de la epilepsia y otras enfermedades neurodegenerativas, además de ampliar los conocimientos sobre la memoria y el aprendizaje.

El cerebro y su preservación

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista Nature Medicine, aporta nuevos hallazgos sobre la neurogénesis humana, luego de que un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid en España, probaron una variedad de métodos para preservar el tejido cerebral postmortem, obtenido  partir de 58 personas recientemente fallecidas, sobre lo cual María Llorens-Martin, neurocientífica y autora principal del artículo, enfatiza que se debe conservar el tejido cerebral unas pocas horas postmortem, ya que las sustancias químicas que se usan para preservar el tejido o las proteínas que identifican a las células en desarrollo reciente son alteradas y/o destruidas y el estudio invalidado. En base a este punto, encontraron que diferentes métodos de preservación tisular llevaron a diferentes conclusiones sobre si se podrían desarrollar nuevas neuronas en el cerebro adulto y envejecido.

Llorens-Martin comenzó a recolectar y preservar cuidadosamente muestras de cerebro en el 2010, cuando notó que muchos cerebros almacenados en bancos de tejidos no se conservaban adecuadamente para este tipo de investigación. En este estudio, ella y equipo examinaron los cerebros de las personas que fallecieron en estado cognitivo normal y los que murieron en diferentes etapas de la enfermedad de Alzheimer.

Neurogénesis en el hipocampo adulto

Los investigadores descubrieron que los cerebros de las personas con Alzheimer mostraban escasos signos de neurogénesis en el hipocampo, con señales aún más pobres a medida que avanzaba la enfermedad. Estos hallazgos sugieren que la pérdida de nuevas neuronas -si pudiera detectarse en el cerebro vivo- sería útil como un indicador precoz de la aparición de la enfermedad de Alzheimer. En oposición, si se pudiera promover un nuevo crecimiento neuronal, se podría retrasar o prevenir la enfermedad, que está adquiriendo características casi pandémicas.

Como una aplicación comparativa, Llorens-Martin indica que el caso de roedores como ratas y ratones, los investigadores pueden estimular en ellos el crecimiento de nuevas neuronas, al instarlos a realizar más ejercicio o a través de estrategias en que le proporcionan entornos más estimulantes en los aspectos cognitivos o sociales, pero «Ésto no podría aplicarse a las etapas avanzadas de la enfermedad de Alzheimer. Pero si pudiéramos actuar en etapas más tempranas en las que la movilidad todavía no está comprometida«, “ quién sabe, tal vez podríamos reducir la velocidad o prevenir la pérdida de plasticidad [en el cerebro] «.

Algunos comentarios e implicancias del estudio

Un gran número de investigadores elogiaron el nuevo estudio, ya que ha sido diseñado y conducido cuidadosamente, como manifestó Michael Bonaguidi, profesor asistente de la Escuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California.

Jenny Hsieh, profesora de la Universidad de Texas San Antonio- que no participó en la investigación- habló sobre la importancia de la calidad técnica de las muestras y su preservación adecuada: «Cuando vamos y miramos algo en el postmortem humano, tenemos que ser muy cautelosos con estos problemas técnicos«. Además Hsieh, quien realiza estudios sobre epilepsia,  dijo que esta enfermedad incrementa el riesgo de padecer ansiedad, Alzheimer y depresión: «Entonces, todo está conectado de alguna manera. Creemos que las nuevas neuronas desempeñan un papel vital en la conexión de todas estas piezas”.

El neurocientífico, profesor Rusty Gage, presidente del Instituto Salk para Estudios Biológicos, que si bien no participó de esta investigación, pero en el año 1998 fue el autor principal de un artículo que encontró la primera evidencia de neurogénesis, dijo que estaba impresionado por la atención de los investigadores a los detalles. «Metodológicamente, establece el estándar para futuros estudios”.

Además Gage recalcó la importancia de la neurogénesis en el hipocampo, porque la evidencia obtenida  a partir de animales muestra que es fundamental al «permitir que un animal distinga entre dos eventos que están estrechamente relacionados entre sí«. En el caso de las personas afectadas por TEPT podría explicar la incapacidad que tienen para distinguir entre dos eventos similares, pues continúan reviviendo las mismas experiencias, a pesar de que sus circunstancias no son las mismas. Además, muchos déficits observados en las primeras etapas del deterioro cognitivo humano muestran similitud con los hallazgos en animales cuya neurogénesis se ha detenido.

Gage agrega que en animales sanos, la neurogénesis está relacionada con la resiliencia en situaciones estresantes y que los trastornos del estado de ánimo, incluida la depresión, también se han relacionado con la neurogénesis.

Pero no todos estaban convencidos, pues el profesor de cirugía neurológica en la University of California en San Francisco, Arturo Alvarez-Buylla, que fue el autor principal del artículo de Nature publicado el año pasado, que cuestionó la existencia de la neurogénesis después de la infancia: «No creo que esto en absoluto resuelva las cosas«, «He estado estudiando neurogénesis de adultos toda mi vida. Desearía poder encontrar un lugar [en humanos] donde suceda de manera convincente«.

Alvarez-Buylla cree que el debate científico sobre la existencia de la neurogénesis debería continuar, pues: “El conocimiento básico es fundamental. Saber si las neuronas adultas son reemplazadas es un problema básico fascinante”.