Deterioro progresivo de la función ejecutiva

- Por

Los neurólogos han identificado un subtipo de la enfermedad de Alzheimer que no provoca pérdida de memoria. Esta condición se caracteriza por problemas con la memoria funcional, la realización de tareas simultáneas y la secuenciación temporal.

Diagnosticar el deterioro progresivo de la función ejecutiva permitirá a quienes la padecen acceder a tratamiento médico oportuno.

Un subtipo de alzhéimer

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia senil. Comienza gradualmente. Primero, afecta a las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje.

Una de las principales características de esta enfermedad es la dificultad para recordar acontecimientos que ocurrieron en forma reciente o los nombres de personas que conocen. Con el tiempo, los síntomas de la enfermedad empeoran hasta que las personas son incapaces de reconocer a sus familiares. También, pueden tener dificultades para hablar, leer o escribir. Más adelante, el enfermo puede volverse agresivo o deambular lejos de su casa.

Este padecimiento suele comenzar después de los 60 años. Sin embargo, los expertos han identificado un subtipo de la enfermedad de Alzheimer que puede manifestarse desde los 40 años. A diferencia del alzhéimer común, esta enfermedad, llamada deterioro progresivo de la función ejecutiva, no conlleva pérdida de la memoria.  

¿Qué son las funciones ejecutivas?

Las funciones ejecutivas son un conjunto amplio de procesos y de subprocesos que coordinan y organizan otras funciones cognitivas. Son procesos que incluyen la planificación, secuenciación, anticipación, razonamiento, flexibilidad, inhibición, solución de problemas, autorregulación, autocontrol y fluencia.

Por ello, las personas que sufren del deterioro progresivo de la función ejecutiva suelen manifestar problemas con la memoria funcional, la realización simultánea de diferentes tareas y la secuenciación temporal.

«El deterioro progresivo de la función ejecutiva afecta la función cognitiva ejecutiva, lo cual es interesante y contradictorio. Puede que este sea uno de los principales motivos por el cual no se reconoce ni se diagnostica a tiempo», explica el neurólogo David Thomas Jones, autor de un estudio sobre esta enfermedad publicado en la revista científica Brain Communications.

«Existen subtipos de alzhéimer patológicamente definidos en los que el hipocampo queda relativamente intacto. La condición, definitivamente, se manifiesta a una edad más temprana», agregó Jones.

La importancia del diagnóstico temprano

El estudio de Jones analiza 55 casos de deterioro progresivo de la función ejecutiva. «Es difícil sacar conclusiones o estudiar una enfermedad cuando no existe una definición. Este estudio proporciona esa definición», dijo Jones.

El neurólogo explicó que como esta condición es difícil de diagnosticar, quienes la padecen, muchas veces, pasan años consultando a múltiples especialistas. Estas personas enfrentan graves problemas en su trabajo a raíz de su condición, lo que puede resultar en la pérdida del empleo.

«Considero que es sumamente importante reconocer estos casos cuando se presentan a una edad temprana para darles a los pacientes un diagnóstico certero y la orientación adecuada, de manera que se les proporcione una estructura de apoyo con recursos disponibles. No se puede dejar de subrayar el valor terapéutico de la detección temprana», explicó Jones.

El neurólogo también destacó que se necesitan más estudios clínicos enfocados en encontrar tratamientos farmacológicos para este subtipo específico de la enfermedad de Alzheimer. Los estudios realizados hasta la fecha indican que las personas con un deterioro progresivo de la función ejecutiva pueden beneficiarse del tratamiento con un inhibidor de la colinesterasa, más que los pacientes que padecen de alzhéimer común.

Este fármaco inhibe la enzima colinesterasa impidiendo que se destruya la acetilcolina liberada, lo cual aumenta la concentración y la duración de los efectos del neurotransmisor.