Lupus y embarazo: qué hay que saber

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El lupus es una enfermedad autoinmune que afecta mayormente al sexo femenino. Por esto, la planificación del embarazo implica que el lupus debe estar controlado al menos 6 meses antes de la concepción y durante toda la gestación para evitar graves complicaciones materno-fetales.

¿Qué es el lupus?

El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad inflamatoria crónica del tejido conjuntivo, por lo que afecta a múltiples órganos y sistemas. Su etiología es desconocida.

Debido a su carácter autoinmune, se caracteriza por la creación de autoanticuerpos contra varios componentes celulares, como los fosfolípidos y el ADN.

Presenta una evolución de tipo remitente-recidivante, con períodos de exacerbación que pueden ser de diversa gravedad.

Las manifestaciones clínicas más frecuentes son las alteraciones mucocutáneas (eritema), articulares (artritis), fenómeno de Raynaud (inflamación de nervios y vasos sanguíneos de manos y pies) y alteraciones hematológicas como la anemia.

En cuanto a los factores más importantes para establecer el pronóstico de esta enfermedad se encuentran el daño renal, las alteraciones a nivel neurológico, cardíaco y pulmonar.

Lupus y complicaciones en el embarazo

La fertilidad no se ve afectada por el lupus, por lo que, debido a su alta prevalencia en el sexo femenino y a las graves complicaciones materno-fetales que pueden aparecer en la gestación, es importante planificar el embarazo con un equipo multidisciplinario.

Las cifras indican que el lupus afecta a 1 de cada 1000 mujeres, las cuales tienen entre 2 y 4 veces más de probabilidades de presentar complicaciones en el embarazo, en comparación con aquellas sin la enfermedad.

Las complicaciones maternas que se observan en la gestación de una mujer con lupus son aborto, parto pretérmino, preeclampsia o síndrome HELLP (complicación que afecta al hígado y a la sangre).

Patologías como enfermedad renal activa e hipertensión arterial materna se consideran predictores de prematuridad y muertes fetales. Mientras tanto, las complicaciones para el feto, además de la prematuridad, son el retraso en el crecimiento intrauterino y el lupus neonatal.

Planificación preconcepción

Puesto que la fertilidad en la mujer con lupus se considera normal, es recomendable que el embarazo sea planificado para reducir los riesgos materno-fetales. En caso contrario, se recomienda su evaluación y seguimiento lo antes posible.

El especialista realizará una estimación del riesgo materno-fetal para eventos como trombosis, partos prematuros, abortos, retraso del crecimiento intrauterino, síndrome de HELLP y lupus neonatal, así como revisión de la medicación que está empleando y una completa analítica de laboratorio. Además, se debe valorar el grado de daño orgánico ocasionado por la enfermedad para ver su impacto en el pronóstico de la gestación.

La existencia de daño renal crónico se ha asociado con un mal control de la tensión arterial durante la gestación, mayor riesgo de preeclampsia y abortos.

Factores de elevado riesgo obstétrico

Existen situaciones de especial riesgo para una gestante:

  • Daño orgánico irreversible (insuficiencia renal o cardíaca, enfermedad pulmonar intersticial, hipertensión pulmonar).
  • Riesgo de trombosis.
  • Nefritis lúpica.
  • Actividad lúpica.
  • Corticosteroides a dosis altas durante la concepción.
  • Anticuerpos antifosfolipídicos o síndrome antifosfolipídico.
  • Anticuerpos anti-Ro / anti-La.

Se desaconsejará el embarazo en casos más graves, como en las siguientes situaciones:

  • Hipertensión pulmonar grave.
  • Enfermedad pulmonar restrictiva.
  • Insuficiencia renal crónica.
  • Insuficiencia cardíaca.
  • Preeclampsia grave previa.
  • HELLP activo, pese a estar en tratamiento.
  • Brote grave de lupus en los 6 meses previos.
  • Insuficiencia vascular placentaria previa.
  • Tratamientos como diálisis renal o inmunosupresores, aunque tengan un buen estado general.
  • Enfermedad cerebro-vascular ocurrida 6 meses antes.

De producirse un brote lúpico, se recomienda postergar la gestación hasta al menos 6 meses después de su remisión, en especial, ante la afectación de órganos vitales y nefritis lúpica activa.

Control de la gestante

Como corresponde a un embarazo de alto riesgo, el control de la gestación se realizará mediante un equipo multidisciplinario, con una frecuencia que dependerá de la gravedad de la enfermedad y de la actividad del lupus durante la gestación.

También, se deberá hacer el diagnóstico y seguimiento de alteraciones de la tiroides, como el hipotiroidismo, que puede agravar las complicaciones en esta etapa.

El riesgo materno-fetal se valorará considerando los resultados de los análisis de laboratorio y de las ecografías. Las visitas al especialista, análisis de sangre, ecografías y otros posibles exámenes se realizarán según la situación de la embarazada. Además, ante la evidente actividad lúpica o complicaciones materno-fetales, se ajustará la frecuencia de las visitas.

Existen situaciones especiales de riesgo materno-fetal que implican la actividad de ciertos anticuerpos, asociados a patologías de mayor gravedad, como son:

  • Presencia de anticuerpos Anti-Ro y/o anti-La: Esto se asocia a mayor riesgo de bloqueo cardíaco congénito, lo que requiere un tratamiento medicamentoso.
  • Presencia de anticuerpos antifosfolipídicos: Las embarazadas con este tipo de anticuerpos positivos tienen mayor riesgo de aborto, debido a que interfieren con el transporte placentario y retardan el crecimiento fetal.
  • Presencia de anticuerpos anti-SSA / Ro y anti-SSB / La: Estos anticuerpos son adquiridos de forma pasiva por el feto a través de la placenta, causando el síndrome de lupus neonatal, donde el bebé presenta alteraciones cutáneas, hematológicas e, inclusive, hepáticas. Esta suele resolverse a los 6-8 meses de vida, debida a su eliminación de la circulación.
  • Brote lúpico: En cada visita se valorará la actividad clínica y los resultados inmunológicos de los niveles de complemento y anticuerpos.
  • Nefritis lúpica y preeclampsia: El médico debe diferenciar entre ambos cuadros para su valoración y para una terapia adecuada y oportuna.

Parto, puerperio y lactancia

Hay que considerar que, a pesar de todo el seguimiento y de las precauciones que se tomen, las pacientes con lupus presentan mayor número de complicaciones en comparación con las gestantes sanas.

El lupus eritematoso sistémico (LES) no es indicación de cesárea, a menos que existan situaciones puntuales. Pero hay que tener en cuenta que el parto y el puerperio son dos instancias en las que existe riesgo de desarrollar un brote del LES o trombosis.

La mayoría de las mujeres pueden amamantar, salvo en el caso de alguna medicación que ingiera la madre, que sea potencialmente riesgosa para el bebé.

Por lo tanto, llevando una cuidadosa valoración y un seguimiento, es posible un embarazo y un parto seguros.

Con información  obtenida a partir de Healt Essentials, Scielo y Lupus Fundation of America.