Efectos de la contaminación en la salud

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La contaminación ambiental, en sus diferentes formas, se ha convertido en un fenómeno que afecta la salud de los humanos y altera el equilibrio de los ecosistemas.

De acuerdo con la Academia Mexicana de las Ciencias, tanto personas como animales silvestres, estamos expuestos a sustancias tóxicas provenientes de procesos de producción y de distribución, así como de la utilización de productos de limpieza, medicamentos, alimentos, insecticidas, pesticidas, artículos para el hogar y formulaciones industriales que han sido desechadas al medio ambiente.

Esos compuestos tóxicos están presentes en el aire, agua y suelo. Llegan al interior de casas, escuelas y lugares de trabajo con niveles tan altos que se vuelven dañinos e inseguros para la salud.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la contaminación mata a tres millones de personas al año. El 90 % de estos fallecimientos ocurren en países de ingresos medios y bajos.

En 2017, la OMS y Berkeley Earth señalaban que, solo en la capital de India, Nueva Delhi, su contaminación del aire era equivalente a fumar 44 cigarrillos al día, es decir, había una concentración de entre 900 y 1000 microgramos por metro cúbico.

Dicha concentración de materia contiene sustancias orgánicas, polvo, hollín, metales y químicos que provocan problemas respiratorios, cardíacos y alergias que podrían agravarse.

Sustancias peligrosas

Los cambios en el estilo de vida y en la actividad industrial de los países ha provocado que los humanos estemos expuestos a más de 80 000 sustancias diferentes que se introducen o que se modifican en formulaciones tóxicas.

Esos compuestos están presentes en nuestra vida cotidiana y en diferentes medios: desde el aire hasta los alimentos. Se producen por el uso constante de vehículos de combustión, fábricas, uso de plásticos, fórmulas químicas para evitar plagas. Por supuesto, sus niveles dependerán del desarrollo industrial de cada país y de sus medidas medioambientales.

¿Cuáles son los compuestos y por qué son tan peligrosos?

Desde la década de 1950, los investigadores se han dedicado a estudiar las consecuencias de la exposición a contaminantes.

Gracias a las investigaciones, sabemos que la exposición a niveles elevados de hidrocarburos aromáticos, dióxido de carbono, nitrógeno o azufre, metales pesados y ambientes con densidad alta de partículas suspendidas altera funciones metabólicas que pueden llevar a la muerte.

El contacto con esos compuestos ocurre por inhalación o por vía oral, ya sea en el agua, en el aire o en el consumo de alimentos contaminados.

Las alteraciones a la salud puede ser fáciles de evaluar y de reconocer en algunos casos; todo depende de los efectos y de qué tan rápido se presenten. No obstante, la realidad es que las consecuencias se dan a largo plazo y van desde reacciones alérgicas, irritación de la piel u ojos, hasta problemas respiratorios, manifestaciones metabólicas o envenenamiento.

Hidrocarburos aromáticos policíclicos

Este tipo de hidrocarburos está en el petróleo y en sus derivados. Se liberan en procesos naturales, como la actividad volcánica o la fabricación de productos para consumo humano.

Con regularidad, permanecen en el agua, suelo y vegetales, por lo cual llegan con facilidad hasta los tejidos animales y humanos. Casi todos son cancerígenos y producen alteraciones genéticas.

En los laboratorios, han sido estudiados para establecer cómo afectan en las vías respiratorias, en la piel y si provocan el desarrollo de algunos tipos de cánceres.

Así, se ha dado a conocer que algunas de las consecuencias de estos hidrocarburos son irritación de ojos, mucosa nasal, vías respiratorias altas, garganta y piel, así como tos, espasmos en el pecho o respiraciones entrecortadas.

De igual manera, provocan vértigo, náusea, vómito, irritación estomacal, somnolencia, taquicardia, cefalea, angustia, confusión y depresión. Puede, incluso, experimentarse pérdida de conocimiento, convulsiones y muerte.

Investigaciones sobre hidrocarburos

A finales de la década de los noventa, se realizó un estudio comparativo en diferentes regiones de Italia. Los investigadores trabajaron con personas de una región no contaminada y sin exposición a compuestos tóxicos, y con habitantes de un área muy contaminada por hidrocarburos y partículas suspendidas, debido al tránsito vehicular y a la actividad industrial.

Los hallazgos fueron que las personas expuestas a la contaminación producían mayores niveles de interferón gamma e interleucina 4, dos moléculas relacionadas con la producción de anticuerpos. Es decir, la respuesta inmune de sus organismos estaba alterada.

Otra investigación se realizó con combustible para aviones JP-8, un producto que se absorbe rápido en la piel y provoca una reacción inflamatoria casi inmediata.

En el estudio, demostraron que produce broncoespasmos, náuseas, cefalea, fatiga muscular e irritación de los ojos en trabajadores de aeropuertos que están expuestos a este tipo de aviones.

Asimismo, observaron en modelos experimentales que, al administrarse por vía oral, aumenta el tamaño del hígado y disminuye el del timo, así como la respuesta inmunitaria.

Vinil-benceno

El vinil-benceno se usa con frecuencia para fabricar plásticos, látex, resinas, aislantes y caucho. Además, se produce por los vehículos de combustión interna y por el cigarrillo.

Está clasificado como un compuesto cancerígeno que provoca afectaciones al ADN. También se ha observado que induce problemas de memoria, dificultad para concentrarse y daños al sistema nervioso, médula ósea, hígado, riñones y sistemas reproductores.

En cuanto al humo de tabaco, el vinil-benceno, en realidad, es solo uno de los compuestos que se desprende de él porque el tabaco es una mezcla de más de 20 tipos de hidrocarburos aromáticos.

Esos elementos son cancerígenos y afectan tanto a quien fuma como a las personas a su alrededor, pues sus partículas miden apenas 2.5 micrómetros, un tamaño perfecto para viajar por el aire, entrar al sistema respiratorio, penetrar los pulmones y llegar a otros órganos. Como consecuencia, se desarrollan enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón.

Dióxido de carbono

El dióxido de carbono, o CO2, es uno de los más conocidos. Es un gas incoloro e inodoro que se produce por la respiración, pero también por los procesos de combustión.

Aunque no es considerado cancerígeno, en concentraciones superiores a treinta mil partes por millón puede causar vasodilatación cerebral, dolores de cabeza, náuseas, mareo, temblores, somnolencia, confusión, aumento de la presión arterial, asfixia y muerte.

En las ciudades, el promedio de CO2 es de 550 partes por millón.

Monóxido de carbono

El monóxido de carbono, por su parte, es un gas muy tóxico que se produce por la combustión de productos como la gasolina. Se acumula rápido y es difícil sentir su presencia porque no irrita, no tiene olor ni color.

Si este compuesto llega a la sangre y se mezcla con la hemoglobina, forma carboxihemoglobina, la cual disminuye la capacidad de la sangre para transportar el oxígeno. Como resultado, genera intoxicaciones y altera las vías respiratorias.

Los elementos mencionados están presentes en el aire, pero la contaminación se extiende hasta el agua, la tierra y los alimentos, sea por plaguicidas e insecticidas, como por el vertido de productos químicos, aguas fecales, residuos industriales, basura doméstica, residuos tóxicos, lodos o envases de plásticos.

Toda esa contaminación llega a lugares donde ni siquiera se produce, como a los polos norte y sur, o a aguas de otros mares. Lo más grave: se transmite por la cadena alimenticia y llega al organismo de los seres vivos, incluidos los humanos.

Más investigaciones

Científicos del Instituto de Investigación Biosanitaria, de Granada, España, observaron en ensayos in vitro que los compuestos orgánicos persistentes en el ambiente hacen que las células de grasa proliferen y alteren su metabolismo. En otras palabras, contribuyen a la obesidad.

Por su parte, especialistas del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental de Barcelona realizaron un estudio con 2897 niños de 7 a 10 años expuestos a contaminación ambiental por el tránsito vehicular. Se dieron cuenta de que tenían un menor desarrollo cognitivo y poca memoria de trabajo.

Según expertos del Instituto de Salud Global de Barcelona, un incremento de 5 microgramos por metro cúbico en la concentración de partículas contaminantes —con un diámetro menor a 10 micras—, reduce hasta un año la esperanza de vida.

Por si fuera poco, la contaminación genera problemas de la piel, como dermatitis atópica, e incrementa el riesgo de desarrollar enfermedad pulmonar obstructiva, cáncer de pulmón y neumonía. Del mismo modo, provoca problemas de salud mental y conductual, enfermedades neurodegenerativas, infartos del miocardio, arritmias, fallo congestivo cardíaco y daño en la salud de embarazadas y de recién nacidos.

¿Cómo combatir la contaminación?

La OMS coloca a los automóviles, fábricas y centrales eléctricas como las fuentes más contaminantes. Por este motivo, trabaja de la mano con otras organizaciones para contar con medidas de gestión ambiental que permitan reducir las emisiones dañinas, manejar residuos de manera adecuada y hacer frente al cambio climático.

Asimismo, realizan campañas de concientización y de salud, con la finalidad de llevar a cabo acciones individuales ante la contaminación y reducir su impacto negativo en la salud humana.

En México, para disminuir las consecuencias de los compuestos contaminantes, las autoridades recomiendan:

  • Reducir el uso del automóvil
  • Evitar la cocción de alimentos con leña o con carbón
  • En caso de usar aire acondicionado, hacerlo en modo de recirculación
  • No utilizar inciensos
  • No realizar actividades al aire libre cuando haya contingencia
  • Acudir al médico ante cualquier molestia.