El éxtasis como tratamiento para patologías psiquiátricas

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La metilendioxi-metanfetamina (MDMA) o éxtasis es una droga que provoca alteraciones en la percepción del tiempo y en el estado anímico. Además, incrementa la autoconfianza y el ego, las sensaciones de paz y la confianza con las demás personas.

Entre sus efectos físicos, produce taquicardia, taquipnea e hiperactividad, a la vez que reduce la sensación de hambre, sed y cansancio físico.

El éxtasis es uno de los alucinógenos de uso más extendido en el mundo, junto con la marihuana y la cocaína.

Usos del éxtasis

La MDMA es muy popular como droga para fiestas porque hace más sociables a las personas que la ingieren. El consumo les brinda una sensación de bienestar y empatía hacia los extraños. Estos efectos sociabilizantes pueden hacer que la MDMA sea una buena opción terapéutica para los pacientes psiquiátricos.

Actualmente, se encuentra en ensayos clínicos multicéntricos para evaluar su empleo como complemento de la psicoterapia para el trastorno de estrés postraumático (TEPT). 

Se busca aprovechar los efectos prosociales de MDMA para fortalecer el vínculo de confianza entre paciente y terapeuta. La idea es que las personas que han experimentado un trauma puedan revivirlo sin incomodidad a través de una terapia guiada.

Pero la MDMA puede ser adictiva si es ingerida en combinaciones incorrectas, repetidas veces o en una gran dosis única, con consecuencias potencialmente mortales.

El éxtasis como tratamiento para patologías psiquiátricas

Vía de abuso de drogas en ratones

Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Stanford University ha identificado la vía molecular responsable del aumento de la sociabilidad de las personas que consumen ciertas drogas de abuso ilícitas. Los hallazgos fueron publicados en Science Translational Medicine.

Los descubrimientos se realizaron en base a experimentos con ratones, pues, al igual que los humanos, a estos animales les gusta regresar a lugares donde han pasado un buen momento.

Los científicos se enfocaron en los circuitos de recompensa del cerebro para determinar el potencial adictivo de MDMA. Los investigadores realizaron una serie de experimentos para implicar a la serotonina como la sustancia de señalización responsable de promover el comportamiento social en ratones. 

El equipo intentaba observar si un ratón «explorador» que recibía una dosis relativamente baja de MDMA o, alternativamente, una solución salina, prefería pasar tiempo en una cámara sosteniendo a otro ratón o en otra cámara idéntica, con una taza, pero sin animal.

Para esto, a los ratones les administraron una dosis de MDMA, igual a la del primer experimento, pero solo cuando los ratones estaban en una habitación de diseño particular.

Estimulación de los circuitos de recompensa

Los científicos descubrieron que los ratones exploradores que recibieron solución salina se aburrían después de diez minutos de permanecer con otro ratón. 

El grupo de roedores al que se les administró MDMA en baja dosis, al día siguiente de recibir la droga, no mostraron preferencia por ninguna de las habitaciones. Este comportamiento evidencia que con la dosis empleada no se desencadenó el circuito de recompensa.

Pero los ratones- tanto machos como hembras- que recibieron una dosis más elevada de MDMA evidenciaron los efectos sociales. Mantuvieron su curiosidad social durante al menos 30 minutos. «Dar MDMA a ambos ratones mejoró aún más el efecto», dijo Boris Heifets, profesor asistente de anestesiología, medicina perioperatoria y analgésica, autor principal del estudio.

«No se puede preguntar a los ratones cómo se sienten con respecto a otros ratones. Pero se puede inferir de su comportamiento», manifestó el investigador.

El autor principal del estudio, Robert Malenka, y la profesora Nancy Friend Pritzker comentaron: «Hemos descubierto cómo MDMA promueve la interacción social y demostramos que es diferente de cómo genera potencial de abuso entre sus usuarios”.

«Es probable que los mismos efectos se observen en humanos porque las áreas del cerebro medio involucradas en este mecanismo se han conservado notablemente entre las especies de mamíferos a través de la evolución», dijo Malenka.

El potencial de abuso de MDMA se deriva de su capacidad para estimular los circuitos de recompensa del cerebro. Según Malenka, «el circuito de recompensa del cerebro nos dice que algo es bueno para nuestra supervivencia y propagación. Evolucionó para decirnos que la comida es buena cuando tenemos hambre, que el agua es buena cuando tenemos sed y que el calor es bueno cuando tenemos frío. Para la mayoría de nosotros, pasar el rato con amigos es divertido porque, a lo largo de nuestra evolución, ha promovido nuestra supervivencia».

Dopamina y recompensa

Se sabe que existe una conexión fundamental entre las neuronas del circuito de recompensa (que se proyectan desde una estructura del mesencéfalo, el área tegmental ventral) con las del núcleo accumbens. 

Como todas las drogas que producen adicción, la MDMA desencadena la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, que induce la sensación de recompensa, responsable de su efecto adictivo.

Como explica Malenka: «Las drogas de abuso engañan a nuestros cerebros al causar un aumento anormal de dopamina en el núcleo accumbens. Este incremento masivo es mucho mayor y más rápido que el que se obtiene al comer helado o al tener relaciones sexuales».

Si bien la liberación de dopamina puede explicar su potencial para causar abuso, deja sin explicación el mayor efecto prosocial, que es capaz de anular el efecto de la mayoría de las otras drogas de abuso.

Serotonina y sociabilidad

Previamente, los neurocientíficos han demostrado que la MDMA desencadena la liberación de mayor cantidad de serotonina que de dopamina.

Otras pruebas determinaron que la secreción de dopamina desencadenada por MDMA no es necesaria para promover la sociabilidad, sino que la serotonina es la responsable de este efecto. 

Además, el equipo logró inducir la sociabilidad característica de MDMA al infundir la droga solo en el núcleo accumbens de los ratones. Demostraron que en esta área es donde la serotonina ejerce su efecto inductor de la sociabilidad.

Además, el bloqueo de un subtipo específico de receptor de serotonina que abunda en el núcleo accumbens inhibió por completo el efecto prosocial de la MDMA. 

En otro experimento, administraron a los ratones el medicamento fenfluramina, que libera serotonina -pero no dopamina-, para imitar los efectos prosociales de la MDMA, pero sin ocasionar ningún efecto adictivo o gratificante. 

Estas sustancias -usadas en un sola dosis- podrían conducir a nuevos tratamientos para los trastornos psiquiátricos marcados por la incomodidad social y la abstinencia.


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