Enfermedad de Whipple: causas y tratamiento de esta rara patología bacteriana

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La enfermedad de Whipple o lipodistrofia intestinal es una enfermedad sistémica poco frecuente de origen bacteriano, que afecta especialmente al tracto  gastrointestinal, pero puede causar múltiples infecciones en diferentes órganos y estructuras como los ganglios linfáticos, las articulaciones, el corazón, el sistema nervioso central, los pulmones, entre otros tejidos y puede ser fatal si no se trata. Esta capacidad de comprometer cualquier órgano se debe a la habilidad de la bacteria para esquivar el sistema inmune del huésped e infectarlo rápidamente.

De los casos registrados en E.E.U.U., la incidencia es tan baja como 1 de cada 1,000,000 de habitantes por año, pero en los países más pobres  y condiciones de salubridad deficitario, su estadística es mucho más elevada.

Esta patología se caracteriza por impedir  que el intestino delgado absorba los nutrientes, causando un estado de malabsorción, ocasionando distensión abdominal, cólicos y gases, heces voluminosas y cronicidad de la diarrea.

Agente causal

La causa de la enfermedad es una bacteria Gram-positiva perteneciente a la familia de los actinomicetos denominada Tropherima whipplei (T. Whipplei), pero los factores de riesgo asociados a su infección son desconocidos puesto que corresponde a un germen comensal- que vive y se reproduce en los organismos vivos sin causarles daños-  aproximadamente en el 7-36% de la población general.

También ha sido hallada entre el 4 y el 10% de los pacientes con patologías digestivas y en el 60% de las plantas de tratamiento de aguas.

Se ha observado que los hombres son más susceptibles a esta infección en comparación a las mujeres, puesto que el 87% de las personas con esta enfermedad son hombres blancos de entre 40 y 60 años.

La enfermedad fue descrita en 1907 por el patólogo inglé George Whipple, aunque inicialmente se le denominó lipodistrofia intestinal. Recién en el año 1992, Relman logró identificar al patógeno responsable de la enfermedad mediante técnicas de reacción de polimerasa en cadena (PCR).

Contagio y etiopatogenia

Esta bacteria se adquiere por vía oral y permanece alojada en los tejidos durante años- sin causar alteraciones- pero, en un determinado momento que resulta impredecible, la relación de equilibrio entre la bacteria y su huésped se ve alterada y ésta se convierte en patógena.

Esta modificación en la relación entre ambos factores- patógeno y huésped- es un cambio que origina un trastorno de la inmunidad o bien, es debida a anomalías inmunológicas presentes en los pacientes, que conlleva a la diseminación posterior de la infección, que se desarrolla por vía sanguínea o linfática.

La bacteria W. whipplei afecta primero el revestimiento de la mucosa del intestino delgado, creando lesiones de pequeño tamaño en la pared intestinal. También produce daño en las vellosidades intestinales- que absorben los nutrientes procedentes de la degradación de los alimentos- que recubren el intestino delgado, formando un engrosamiento posterior del tejido, tornándolo ineficiente en su función absortiva.

Signos y síntomas

Ala palpación, el médico puede encontrar ganglios linfáticos agrandados, secundarios al cuadro infeccioso. Además puede evidenciar edema en grado variable.

Los síntomas de la enfermedad de Whipple varían ampliamente entre los pacientes. Pero los signos más comunes de la enfermedad son la pérdida de peso y la diarrea, debido al cuadro de malabsorción subyacente.

Otros síntomas incluyen:

  • Dolor y sensibilidad abdominal.
  • Astenia.
  • Dolor articular persistente.
  • Fatiga constante.
  • Anemia.
  • Tos crónica.
  • Oscurecimiento de la piel expuesta al sol (melanodermia).

La endocarditis ha sido reportada en un pequeño número de casos, en los que puede corresponder al único hallazgo de la enfermedad de Whipple, que puede ir acompañada de un soplo cardíaco, producto del daño a las válvulas cardíacas.

La enfermedad de Whipple puede progresar peligrosamente y afectar el sistema nervioso central (SNC), que puede llegar a ser fatal, compromiso que se ha observado que hasta el 50% de los pacientes con la enfermedad, pero no todos desarrollan evidencia clínica o radiológica de la enfermedad, pero generalmente se manifiesta con:

  • Alteraciones visuales como la uveítis.
  • Insomnio.
  • Hipoacusia en diverso grado.
  • Demencia.
  • Problemas de memoria y trastornos de la personalidad.
  • Pérdida de movilidad corporal y dificultad para caminar, entre otros.

Diagnóstico, tratamiento y pronóstico

La pérdida de peso y la diarrea son los síntomas más habituales que conducen a diagnosticar esta rara enfermedad, pero también puede estar precedida por estados crónicos, recurrentes e inexplicables de artritis seronegativa no destructiva, que habitualmente afecta a las grandes articulaciones. 

El diagnóstico se realiza generalmente mediante biopsia , obtenida mediante  endoscopia del duodeno y el yeyuno, donde la aparición de las lesiones intestinales características de esta patología ayudan en su diagnóstico.

La reacción de polimerasa en cadena o PCR  en que se detecta el ADN de la W. whipplei, puede ser una prueba confirmatoria si se realiza en sangre, humor vítreo , líquido sinovial , válvulas cardíacas o líquido cefalorraquídeo. Pero en las PCR realizadas a partir de saliva, fluido gástrico o intestinal y muestras de heces, pese a ser muy sensibles, pero carecen de especificidad diagnóstica, pues es un indicativo de que los individuos sanos también pueden albergar la bacteria causante sin que se manifieste en ellos la enfermedad de Whipple. Es útil es aquellos casos que su diagnóstico no se puede confirmar en las muestras de tejido. La PCR es altamente sensible y específica, ayudando a aclarar aquellos casos que resultan sospechosos y no concluyentes.

Además, un resultado de PCR negativo después de la terapia puede actuar como un factor predictivo de una tasa de recaída clínica baja. Por el contrario, aquellos pacientes que recibieron tratamiento, pero que aún tenían un resultado de PCR positivo, pueden ser más propensos a sufrir una recaída.

En los casos en que se sospecha compromiso del SNC, puede ser útil llevar a cabo un análisis de PCR del líquido cefalorraquídeo. 

Las personas con la enfermedad de Whipple deben recibir antibióticos a largo plazo para tratar cualquier infección del cerebro y del SNC. La ceftriaxona se administra por vía intravenosa (IV). Le sigue otro antibiótico (como trimetoprim-sulfametoxazol) que se ingiere por vía oral hasta por 1 año.

Si los síntomas regresan o continúan durante el uso de estos antibióticos, se puede modificar el esquema y emplear otros fármacos.

Los síntomas deben evidenciar una mejoría dentro de una o dos semanas posteriores al comienzo del tratamiento con antibióticos y desparecer completamente alrededor del mes post terapia. Si no se trata, la enfermedad de Whipple a menudo es fatal. 

Debido a las dificultades para absorber los nutrientes en la enfermedad de Whipple, el médico puede recomendar la ingesta de suplementos vitamínicos para suplir el cuadro de malabsorción, por lo que es posible adicionar vitamina D, ácido fólico, además de minerales como calcio, hierro y magnesio.