La UNAM crea un dispositivo que mide el flujo sanguíneo en cirugía de aneurismas
Un aneurisma cerebral o intracraneal consiste en una protuberancia o dilatación anormal en la pared de una arteria en el cerebro, debido al debilitamiento de su pared, que lleva al enlentecimiento del flujo sanguíneo en el vaso afectado. Las consecuencias de estas anormalidades pueden ser infartos o hemorragias cerebrales debido a su ruptura, que pueden ser fatales o tener secuelas de diversa gravedad.
Según las estadísticas, el aneurisma cerebral tiene una frecuencia de 0,2-8 por cada 100,000 habitantes, con un ligero predominio en el sexo femenino; correspondiendo típicamente a lesiones de los adultos, con mayor presentación entre los 40 y los 60 años.
Existen países con una mayor incidencia de aneurismas, como Japón, Australia y Finlandia.
Factores de riesgo y tratamiento
Si bien se desconoce la causa exacta que ocasiona los aneurismas, se han asociado con algunas enfermedades genéticas predisponentes, dada la aparición de defectos en las paredes de las arterias; pero casi el 40% de los pacientes adultos tienen como antecedentes previos haber sufrido de lesiones traumáticas.
Existen algunos factores de riesgo no modificables como la edad avanzada, ser de sexo femenino y factores genéticos. Dentro de los factores modificables están el tabaquismo y la hipertensión arterial (HTA).
Los estudios actuales están dirigidos a la profundización del conocimiento sobre los parámetros hemodinámicos que se asocian con la ruptura de los aneurismas intracraneales, con el objetivo de minimizar o evitar complicaciones durante el período transquirúrgico, que constituyen un verdadero riesgo para la vida del paciente.
Para ilustrar la gravedad de estas urgencias médicas, según datos aportados por la Fundación para la Cobertura del Aneurisma Cerebral (Fucac): del 10-15% de quienes han sufrido la ruptura de un aneurisma cerebral está en riesgo de muerte inmediata antes de ser atendido en la sala de emergencias y sobre el 50% podría tener un desenlace fatal dentro de los primeros 30 días posteriores de ocurrido el accidente cerebrovascular.
Los procedimientos quirúrgicos que existen para el tratamiento de esta alteración son la reparación endovascular y el clipaje del aneurisma. Ambas técnicas conllevan riesgos, en especial, la aparición de una hemorragia cerebral o la disminución de flujo sanguíneo hacia el cerebro, ante lo cual los médicos carecen de información después de realizar la cirugía.
Aplicando el efecto doppler
Para poder hacer un seguimiento de la evolución en cuanto a la irrigación sanguínea tras la cirugía para remover el aneurisma, el doctor Fabián García Nocetti, especialista del Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolló un dispositivo que es capaz de medir con precisión el flujo sanguíneo cerebral postquirúrgico.
Este práctico dispositivo portátil –denominado sistema Doppler bidireccional para la medición del flujo sanguíneo– es parecido a un gabinete dotado de un monitor en la parte superior, del cual se extiende un cable unido a la terminal que realiza la medición, que funciona mediante un sistema que envía la información medida en tiempo real del flujo sanguíneo cerebral a un monitor, que permite a los neurocirujanos determinar si la irrigación en el cerebro del paciente es la adecuada y constatar el éxito de un procedimiento quirúrgico.
El dispositivo funciona emitiendo ondas ultrasónicas que envía hacia el flujo sanguíneo en el cerebro, que a su vez actúa bajo el efecto Doppler.
Este efecto es la variación de la frecuencia de una onda
(«rapidez» con que se desplaza), producida por un objeto o sustancia móvil en relación a un receptor estático, que es utilizado para medir flujos sanguíneos en medicina, ya que al incidir la onda sonora sobre los glóbulos rojos de la sangre, se recoge la señal de eco a través de este dispositivo, donde la frecuencia media instantánea de la señal medida es directamente proporcional a la velocidad media instantánea del flujo sanguíneo, es decir, que a mayor frecuencia de la señal doppler, mayor velocidad del flujo sanguíneo.
Para los neurocirujanos este nuevo desarrollo tecnológico va a constituir una valiosa herramienta para evaluar la respuesta del paciente y asegurarse de que la cirugía fue exitosa, que redunda en mayores beneficios en cuanto a sobrevida y disminución de secuelas asociadas a este delicado procedimiento, además de la complicación misma dada por la morfología del tipo de aneurisma, como explica García Nocetti: “Los aneurismas se pueden presentar de diversas formas. La forma más común en que se presentan es el aneurisma sacciforme; en estos casos, se forma un especie de saco, por lo que el flujo de sangre se altera”.
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