La depresión será la principal causa de discapacidad para los mexicanos en 2020
La depresión se ha convertido en casi una epidemia a nivel mundial. Estar deprimido es más que tener cambios de humor o respuestas emocionales breves. Cuando se padece esta enfermedad, existe una pérdida de interés y capacidad de disfrutar, la energía se reduce y hay un decremento en la actividad.
Algunos síntomas son alteraciones de sueño, cambio de hábitos alimenticios, sentimientos de culpa, baja autoestima o dificultad para concentrarse. En casos más graves, se asocia con otros trastornos como la ansiedad, consumo de sustancias adictivas, bipolaridad, hiperactividad o episodios maníacos.
La depresión es el resultado de la interacción entre factores sociales, psicológicos y biológicos. Puede desatarse por algún evento traumático o por alguna otra enfermedad, como padecimientos cardiovasculares o cáncer. No obstante, hace poco se dio a conocer que existe una predisposición genética desencadenada por factores ambientales.
La investigación, publicada en la revista Nature, fue realizada por 300 científicos de 161 instituciones de diferentes países. Ellos se encargaron de comparar resultados de 135 mil 458 análisis de Trastorno depresivo mayor (TDM) y 344 mil 901 controles.
El resultado fueron 44 genes asociados directamente a la depresión que son responsables de diferencias anatómicas en algunas regiones cerebrales; además de 153 genes que pueden influir en la enfermedad.
De acuerdo con el meta análisis, si una persona sufre de TDM, los miembros de su familia también son propensos a padecerlo. De acuerdo con los científicos, los problemas de salud son poligénicos; es decir, son causas por cientos de variantes genéticas, muchas de ellas similares en diferentes trastornos.
Estos análisis también hicieron notar que algunas de esas variantes genéticas tienen relación con la esquizofrenia, ansiedad, desorden bipolar, déficit de atención y anorexia nerviosa. Esto reafirma la idea de que la depresión es un trastorno del cerebro como órgano.
Conciencia sobre la depresión sin estigma social
Según cifras del Instituto de Neurociencias, Investigación y Desarrollo Emocional, el diagnóstico de la depresión puede tardar años en hacerse; las razones principales son:
- Desconocimiento y poca preparación de los médicos para identificar y tratar la enfermedad desde sus primeras etapas.
- La marginación social, económica o laboral a la cual se enfrentan las personas con alguna enfermedad psicológica o psiquiátrica; sea por desconocimiento o por estereotipos creados a través de medios de comunicación.
- Dificultades para acceder a servicios de salud pública.
- La idea general de que un trastorno como la depresión es meramente emocional y basta con “echarle ganas”.
Lo principal para hacer frente a la depresión —y a otros trastornos mentales— es hacer a un lado esas ideas para alentar y propiciar la búsqueda de ayuda de forma oportuna; de esta manera, el paciente tendrá acceso a terapias que le ayuden a contrarrestar los efectos del padecimiento y mejorar su calidad de vida.
¿Qué hacer frente a la depresión?
Lo primero es tomar en serio a esta enfermedad; pues se trata de un padecimiento clínico severo. Los síntomas pueden ser variados. El agotamiento físico extremo; la hipersomnia alternada con insomnio prolongado; dolor crónico y alteraciones brusca de humor, son algunos signos de alerta.
Las pruebas para determinar si hay depresión y en qué grado sólo pueden ser aplicadas por especialistas. De este modo, nos aseguraremos de recibir las terapias y tratamientos adecuados.
Y, aunque el pronóstico de la OMS pudiera parecer desgarrador; lo cierto es que las investigaciones neurológicas, psiquiátricas, psicológicas y hasta sociales, se mantienen para encontrar nuevas y mejores alternativas de tratamientos para la depresión.
De hecho, hay científicos que piensan que el haber localizado los genes asociados a la depresión permitirá encontrar las bases biológicas de la enfermedad; así, entenderán qué sucede en el cerebro deprimido y habrá mejores herramientas para tratarla o, incluso, prevenirla.
Por supuesto, como se ha mencionado antes, si bien se ha descubierto la predisposición genética a la depresión, el ambiente donde nos desarrollamos también influye. Así que el trabajo debe ser conjunto y escalar hasta políticas públicas para combatir los factores externos que pueden desencadenar la enfermedad.