El camino hacia una prueba de sangre para detectar el cáncer
El cáncer es una de las principales causas de muerte a nivel mundial. Estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que, sólo en 2012 hubo 8.2 millones de muertes relacionadas con algún tipo de tumor.
Alrededor de un 30% de las muertes por cáncer se debe a cinco factores de riesgo relacionados con la alimentación y actividad física: índice de masa corporal elevado; consumo insuficiente de vegetales; falta de ejercicio; consumo de tabaco; beber alcohol.
Otro 20% de las muertes por cáncer son causadas por infecciones derivadas del virus de la hepatitis o del papiloma humano.
Uno de los factores de riesgo que desencadena el fallecimiento es la falta de un diagnóstico oportuno. Si la mayoría de los cánceres fueran detectados en etapa temprana, podrían curarse mediante cirugía, radioterapia o quimioterapia.
Lo anterior ha llevado a los médicos e investigadores a preguntarse si parte del diagnóstico tardío no tendrá que ver con los métodos para detectar cáncer; los cuales suelen ser invasivos y, en ocasiones, dar falsos positivos.
Biopsias líquidas
Durante la década pasada, la capacidad de secuenciar el ADN del tejido tumoral impulsó avances para el diagnóstico y tratamiento de cáncer. Ese tipo de medicina es conocida como oncología de precisión.
La oncología de precisión se basa en relacionar a pacientes con cáncer con medicamentos que se dirigen a las mutaciones de una célula específica; todo a partir de datos genéticos Sin embargo, para obtener esas muestras era necesario realizar biopsias; en otras palabras, tomar una muestra de tejido canceroso con cirugía o aguja.
El problema era —y sigue siendo—, que a veces no hay suficiente tejido para analizar. Además, no son un método adecuado para monitorear a los pacientes; ni determinar si han recaído, si hay metástasis o si es necesario un tratamiento alternativo.
Aun con lo anterior, la apuesta por los análisis de ADN continúa; pues se trabaja para que superen a las biopsias convencionales y ofrezcan información más allá de la coincidencia entre un fármaco y un tipo de cáncer. ¿De qué manera? A través de biopsias líquidas.
Hasta ahora, se estima que alrededor de 15 millones de personas diagnosticadas con cáncer podrían ser candidatas para este método; al menos en Estados Unidos.
Por supuesto, existen médicos y científicos que aún muestran sus reservas ante este tipo de pruebas; ya que, si detectan amenaza de cáncer antes de que aparezca, podría someterse a los pacientes al costo y riesgo de las terapias.
Por otro lado, contar con la posibilidad de identificar el cáncer a tiempo incrementaría las posibilidades de curación.
En la actualidad, se estima que hay unas 50 compañías trabajando en biopsias líquidas, indica Eric Topol, director del Scripps Research Translational Institute, en California.
Pruebas de rutina
Los tumores eliminan, de forma natural, su ADN en el torrente sanguíneo como células tumorales. A pesar de ello, los niveles reveladores de ADN tumoral son muy diminutos y varían según la persona en donde se desarrollen.
Aunque varias compañías estadounidenses han gastado miles de dólares para probar sus biopsias y asegurarse de que tienen un alto porcentaje de acierto, pocas investigaciones han sido publicadas y revisadas por otros especialistas. No obstante, existen casos que han demostrado resultados prometedores.
Uno de ellos es CancerSeek, la prueba de sangre para detectar cáncer creada por la Johns Hopkins University.
De acuerdo con el estudio, publicado en la revista Science, la prueba detectó el 70% de ocho cánceres comunes en más de mil personas diagnosticada con la enfermedad. Entre los padecimientos identificados se encuentran: cáncer de mama, pulmón, colon, esófago, páncreas, ovario, hígado y estómago.
La sensibilidad para detectar el cáncer fue de 33% en promedio; en el caso del cáncer de ovario fue de 98%.
Por otro lado, a finales de 2018 también se dio a conocer la prueba clínica del Queen Mary’s Wolfson Institute of Preventive Medicine; la cual analiza marcadores químicos relacionados con el virus del papiloma humano (VPH).
En otras palabras, la prueba epigenética detecta la presencia de ADN del VPH. Dicha prueba reconoció el 100% de los ocho cánceres cervicales invasivos en el análisis; a diferencia del 25% y 50% del papanicolau y pruebas de VPH respectivamente.
Para los oncólogos, las biopsias líquidas serían útiles en el monitoreo de las personas con cáncer ya en tratamiento. Así, sería posible tener una lectura de cómo están respondiendo a sus terapias y si la enfermedad está cediendo.
Las biopsias líquidas se convertirían entonces en pruebas rutinarias de los pacientes, tal como sucedió en el UCS Benioff Children’s Hospital, de San Francisco. Ahí, 48 niños con cáncer cerebral, que habían sido tratados con biopsias de tejido y radiación, tuvieron seguimiento de su enfermedad con biopsias líquidas.
Gracias a este análisis, fue más sencillo contar con información acerca del avance o retroceso de la enfermedad.
Es claro, para los expertos, que hacen falta más estudios y hay desafíos por resolver; no obstante, estos avances abren la puerta a diagnósticos más tempranos y con tratamientos más específicos para los pacientes.