¿La pandemia de COVID-19 incrementa las pesadillas?
Cuando la COVID-19 pasó de ser una enfermedad viral relegada a un continente y se convirtió en una pandemia que definía el modo de vida, llegó a constituir parte de nuestros sueños y pesadillas. Estas narrativas oníricas le sirvieron a los científicos para aprender sobre cómo nuestro cerebro procesa la tragedia en común a través de una experiencia de sueño compartida.
Sueños en pandemia
Un equipo científico de Finlandia realizó un estudio que analizó los sueños de 4275 personas.
Si bien el aislamiento comenzó en marzo con las escuelas cerradas y la prohibición de reuniones de más de 10 personas, el equipo analizó los sueños provenientes de la sexta semana desde el cierre debido a la COVID-19 en el país europeo. Este período corresponde a una semana de abril, que se estudió con el objetivo de observar si ese análisis único instantáneo podría manifestarse en los sueños de cada persona.
Luego, el equipo usó inteligencia artificial (IA) para buscar grupos de palabras que parecían estar conectados con más frecuencia entre sí cuando las personas describían sus sueños.
El equipo encontró patrones más específicos cuando agruparon a los encuestados por una característica clave: sus niveles de estrés debido al virus.
El estudio fue publicado el jueves en Frontiers in Psychology, donde Anu-Katriina Pesonen es la primera autora del estudio y directora del grupo de investigación del sueño y la mente de la Universidad de Helsinki, Finlandia.
Malos sueños
El estudio encontró que el 55 % de los malos sueños durante el cierre del país fueron específicos de la pandemia.
Un análisis de inteligencia artificial realizado en 811 de estos sueños evidenció 11 grupos que involucraban temas comunes:
- Problemas al realizar un viaje
- Un abrazo o un apretón de manos equivocados, que evidencia desprecio por el distanciamiento social
- Cirugía u otros «problemas» de salud
- Síntomas de enfermedades
- Apocalipsis
- Cancelaciones de eventos
- Personas ancianas en problemas
Pesonen explica que no es inusual que la tragedia compartida aparezca en los sueños de las personas. Además, este análisis de los sueños pandémicos pone en evidencia la rapidez con la que la realidad se puede incorporar a nuestro inconsciente, creando lo que Pesonen llama un «paisaje mental compartido».
Aunque creemos que los sueños son un fenómeno personal, si las personas están en un entorno compartido, como es el caso del encierro y del distanciamiento social, esa experiencia es para ilustrar la vivencia colectiva.
Palabras asociadas
En cuanto a las palabras más frecuentes que usaban los durmientes estresados para describir los sueños eran coronavirus, muerte o trabajo. En tanto que aquellos con niveles más bajos de estrés decían palabras como multitudes, amigos y coronavirus.
Este nivel de estrés pandémico se reflejaba en lo siguiente:
- En el grupo estresado, el 52 % de los malos sueños estaban relacionados con la pandemia, mientras que en el grupo no estresado el 49 % de las pesadillas mostraban asociación con la COVID-19.
- Aquellos que estaban más estresados también tenían más pesadillas.
- El 50 % de los encuestados dormían más durante el encierro, pero el 29 % informaba despertarse más frecuentemente.
- El 26 % de las personas reportaron tener más pesadillas que en tiempos previos a la pandemia.
Pesonen resume sobre estos números: «Básicamente, puede ser una especie de círculo vicioso de estrés y de pesadillas».
Información versus pesadillas
Se sabe que existe una línea divisoria entre los malos sueños —que son el resultado de la consolidación de la nueva información por parte del cerebro— y las pesadillas traumáticas persistentes. Sin embargo, Pesonen y sus colegas explican que estas pesadillas pueden habernos ayudado a aprender y a adaptarnos al nuevo modo de vivir en tiempos de la COVID-19.
Pesonen dice que el sueño nos ayuda a reproducir las experiencias de vigilia y facilita el aprendizaje. Llama al sueño un «poderoso potenciador cognitivo» y agrega: «Se podría pensar, por ejemplo, que al adoptar estas nuevas reglas de no estar cerca de la gente, dormir o soñar con el distanciamiento social podría ayudar a impulsar la experiencia de aprendizaje».
Aunque la pandemia se mantiene, estos sueños terminan siendo más aceptados y tolerados, incluso si persisten. «Fue algo realmente nuevo y conmovedor que todos tuvimos que aprender».
Ahora, la gente está aprendiendo a vivir con el virus y a incorporarlo en sus sueños como parte de su vivencia cotidiana porque esto «ya no es una novedad, sino que es la nueva normalidad», recalca Pesonen.