Infecciones maternas en embarazo aumentarían riesgo de padecer autismo y depresión en hijos
Desde hace varias décadas, algunas patologías mentales, como la esquizofrenia, se han podido relacionar con una amplia gama de patógenos infecciosos como los virus de la rubéola y la influenza.
En el caso de los trastornos del espectro autista (TEA), la exposición a un patógeno infeccioso, tanto viral o bacteriano, se ha basado en estudios anteriores que han encontrado que infecciones específicas, como el virus del herpes, citomegalovirus e influenza y el protozoo causante de la toxoplasmosis- entre otros patógenos- pueden causar lesiones cerebrales en el feto, con un consiguiente desarrollo de anormalidades cognitivas y conductuales.
Con respecto a la medicación empleada, un estudio realizado en Taiwán mostró que la administración de un tratamiento para erradicar las infecciones ocurridas en el tercer trimestre de gestación, guardaba relación con el riesgo de padecer autismo.
Infección materna
Un gran estudio, realizado por la Dra. Kristina Adams Waldorf y sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en Seattle, en Washington, y la Academia Sahlgrenska en Gotemburgo, Suecia, analizaron los datos pertenecientes a pacientes del registro nacional de salud de Suecia. Obtuvieron información específica sobre las mujeres embarazadas que fueron hospitalizadas en un período determinado, cuyos hijos habían estado in útero al momento de una infección sufrida por la madre.
Se obtuvo un tamaño muestral total de 1,791,520 niños suecos nacidos entre el 1 de enero de 1973 y el 31 de diciembre de 2014, los que se observaron durante 41 años, valiéndose de los registros de población existentes. Estos hallazgos fueron publicados en la revista JAMA Psychiatry.
Autismo y depresión
Esta investigación encontró que los niños nacidos de mujeres que tuvieron una infección grave durante el embarazo, como sepsis, gripe o neumonía, mostraban un 79% más de riesgo de ser diagnosticados de TEA y un 24% mayor de padecer depresión en la vida adulta. Además observaron un mayor riesgo de suicidio en aquellos infantes que habían estado expuestos a infecciones en el útero, casos que se correlacionaron con estados de depresión más graves.
El incremento de riesgo para el autismo y la depresión fue independiente de si la exposición fetal fue a una infección grave, como sepsis, gripe, neumonía, meningitis o encefalitis, corioamnionitis (infección de los tejidos placentarios), o infecciones consideradas menos graves, como las urinarias (cistitis o pielonefritis).
Con respecto a otros trastornos psiquiátricos- como trastorno bipolar y psicosis (incluida la esquizofrenia)- el estudio no observó un aumento del riesgo entre los hijos de las madres expuestas a la infección durante el desarrollo fetal.
«Estos hallazgos sugieren que la prevención de cualquier infección en las madres durante el embarazo puede ser importante para la salud a largo plazo de sus hijos«, dijo el autor principal, Benjamin al-Haddad.
Con respecto al posible mecanismo etiopatogénico subyacente, Adams Waldorf indicó que: «Necesitamos más investigación para comprender la inflamación que se produce en la infección del tracto urinario y cómo podría afectar al feto”.
Infecciones y desarrollo cerebral
La investigadora indicó que se requiere más datos que aporten a la comprensión del desarrollo y afectación de las áreas del cerebro fetal, especialmente de aquellas que son extremadamente vulnerables a los efectos de la infección y la inflamación, pues se sabe que «el hipocampo es una parte muy vulnerable del cerebro que es objeto de una infección por el virus Zika, pero también puede ser vulnerable a otras infecciones«, aparte «desempeña un papel clave en el funcionamiento social y emocional«.
El sorprendente hallazgo de que tanto las patologías infecciosas consideradas graves, al igual que las infecciones del tracto urinario se relacionaran con el mismo nivel de riesgo «resalta que hay algo muy sutil que puede ser muy profundo en el desarrollo del cerebro, y probablemente tenga que ver con períodos sensibles en el desarrollo del cerebro que no entendemos todavía«, subrayó Adams Waldorf.
En una investigación de su autoría que trata sobre las diferencias sexuales y el desarrollo cerebral, descubrió que las biomoléculas provenientes del sistema inmunológico ayuda a moldear el cerebro masculino en la etapa de desarrollo, que los ha llevado a especular que estas respuestas podrían incrementar el riesgo de trastornos neuropsiquiátricos, incluido el autismo, al tener efectos perjudiciales en el desarrollo cerebral.
Si bien no está clara la forma en que un agente infeccioso que no ataca directamente al cerebro fetal podría afectar su desarrollo, dijo al-Haddad, se ha observado que la expresión génica en las neuronas del feto puede afectarse al tomar contacto con las proteínas inflamatorias sintetizadas por el sistema inmunológico de la madre ante una infección. Existen otros datos sugerentes de que la inflamación puede aumentar la producción del neurotransmisor serotonina por parte de la placenta, que afectaría el desarrollo del cerebro fetal.
Con respecto a los datos arrojados por el estudio, la investigadora concluyó: «Creo que tenemos que tener una visión más amplia de cómo la infección y la inflamación pueden dañar al cerebro fetal, más allá de los efectos de la infección directa del cerebro«, «Mientras tanto, debemos actuar agresivamente para prevenir y tratar las infecciones durante el embarazo cuando podamos«.