Crean dispositivo que mantiene vivo el cerebro del cerdo fuera del cuerpo
En búsqueda de la preservación de la vida humana, los científicos buscan mantener el órgano que es considerado la “esencia” de nuestra identidad y características como persona: el cerebro.
Es conocido el hecho de que un cerebro en estado de coma puede mantenerse vivo durante décadas, en el caso de las personas con muerte cerebral cuyas familias eligen mantenerlas vivas al permanecer unidas a las máquinas de ventilación y soporte vital.
Menos explorados son los medios artificiales para mantener un cerebro completamente separado de su cuerpo. Si bien, anteriormente, se creía que la actividad cerebral humana cesaba durante los primeros 30 segundos después de que el corazón dejaba de bombear sangre al cuerpo, nuevos estudios revelan que las personas siguen conscientes durante un período mucho más prolongado, de hasta tres minutos después de haber sido declaradas muertas.
Cerebros vivos
En un paso que podría transformar de manera significativa la definición de muerte, un grupo de investigadores han restablecido la circulación en los cerebros de cerdos decapitados y mantuvieron vivos estos órganos reanimados durante 36 horas.
Este sorprendente procedimiento brinda a los científicos una nueva forma de estudiar cerebros intactos en el laboratorio con detalles asombrosos, a la vez que alimenta una nueva posibilidad en la extensión de la vida humana, al mantener los cerebros en un soporte vital extracorpóreo.
La proeza científica
El trabajo de investigación fue descrito el 28 de marzo, durante una reunión celebrada en los National Institutes of Health (NIH), con el propósito de investigar cuestiones de índole ético que surgen a medida que los centros de neurociencia de E.E.U.U. logran avances que poner en tela de juicio ciertos procedimientos médico-científicos.
El neurocientífico de la Yale University, Nenad Sestan, dio a conocer que el equipo experimentó con unos 100 a 200 cerebros de cerdos obtenidos de un matadero, a los cuales les fue restaurada su circulación mediante un sistema de bombas, calentadores y bolsas de sangre artificial llevadas a la temperatura corporal, lo que implica un avance notable en la restauración de la microcirculación, incluidos los vasos sanguíneos más profundos del cerebro.
El sistema desarrollado por Yale- llamado BrainEx– implica conectar un cerebro a un circuito cerrado de tubos y reservas nutricionales que circulan como un fluido, capaz de transportar oxígeno al tallo cerebral, la arteria cerebelosa y áreas profundas del cerebro .
En su presentación a los funcionarios del NIH y expertos en ética, Sestan manifestó que es probable que la técnica pudiera funcionar en cualquier especie, incluidos los primates.
Hallazgos
Si bien no hubo evidencia de que los cerebros de cerdo recobraran la conciencia- ya que los científicos buscaron signos de actividad compleja utilizando un tipo de EEG colocado en la superficie del cerebro- la ausencia de actividad eléctrica pudo ser irreversible debido a los daños y muerte celular extensa, considerando el hecho que los cerebros de los cerdos se conectaron al dispositivo BrainEx unas cuatro horas después de que los animales fueron sacrificados.También, estos resultados podían deberse a los productos químicos que el equipo agregó al sustituto sanguíneo para evitar el edema, que tiende a afectar severamente la actividad neuronal.
Si bien Sestan le manifestó al NIH que es posible que los cerebros puedan mantenerse vivos indefinidamente y que sea viable el restablecimiento de la conciencia, explicó que su equipo había elegido no intentar siquiera un procedimiento tendiente a lograr este propósito porque «éste es un territorio desconocido«.
Aunque los investigadores encontraron un EEG plano en estos cerebros, el increíble hallazgo fue la constatación de que pese a estas condiciones desfavorables para la viabilidad neuronal, aún se encontró que miles de millones de células individuales en el cerebro eran saludables y capaces de tener una actividad metabólica normal.
Aspectos bioéticos y legales implicados
Los investigadores de Yale, que comenzaron a trabajar en esta técnica hace unos cuatro años atrás, actuaron motivados por el interés de construir un atlas completo de las conexiones existentes entre las células del cerebro humano y su relación con los órganos del cuerpo, aunque durante la implementación y desarrollo de este estudio fueron surgiendo aspectos éticos planteados por la propia comunidad científica con la que estaban en contacto.
Sestan dijo que los cirujanos de Yale ya le habían preguntado sobre potenciales usos médicos de la tecnología preservadora del cerebro, como por ejemplo la experimentación de tratamientos especulativos para el cáncer y la enfermedad de Alzheimer, que resultarían demasiado peligrosos para probarse en pacientes vivos, por lo que esta tecnología- que le valió el nombre de «cerebro en un cubo»- plantearía serias cuestiones éticas y legales si se probara con seres humanos.
Además, si el cerebro de una persona fuera reanimado fuera del cuerpo, persiste la incógnita del estado sensorial del que dispondría, así como de su estado de conciencia y recuerdos, derecho a una identidad o si se debería regir por aspectos legales humanos, lo que pone en jaque la posibilidad de que los investigadores puedan diseccionar éticamente o disponer de un cerebro humano.
Steve Hyman- director de investigación psiquiátrica del Broad Institute en Cambridge, Massachusetts- dice que la similitud con las técnicas para preservar órganos como corazones o los pulmones para realizar un trasplante podría hacer que algunos consideren de manera errada esta tecnología como una forma de evitar o postergar la muerte, pero tales esperanzas están fuera de lugar, al menos por ahora, ya que trasplantar un cerebro a un nuevo cuerpo «no es remotamente posible«.
Según Sestan: «Ese cerebro animal no tiene conocimiento de nada, estoy muy seguro de eso«, aunque manifestó su preocupación sobre cómo la técnica podría ser utilizada por otros en el futuro, ya que si «Hipotéticamente, alguien toma esta tecnología, la mejora y restaura la actividad cerebral de alguien. Eso es restaurar a un ser humano. Si esa persona tiene memoria, me enloquecería por completo«.
Hyman, por su parte agrega: «Si la gente quiere mantener los cerebros humanos vivos post mortem, ese es un problema más apremiante y realista», «Dado que es posible con un cerebro de cerdo, debería haber directrices para el tejido humano«.
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