Erradican el VIH en pacientes que han sido sometidos a trasplante de células madre
El tratamiento aprobado actualmente cuya base es el empleo de células madre, corresponde al trasplante alogénico de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH) de un donante a un paciente, cuya procedencia puede ser la médula ósea, sangre periférica o sangre de cordón umbilical.
Las enfermedades para las cuales se han establecido tratamientos por medio de CPH es aún muy pequeña. Esto incluye algunas patologías hematológicas graves- como algunas neoplasias malignas- y cuadros que afectan al sistema inmune.
Dentro de las enfermedades que causan una marcada depresión inmunológica está el VIH/SIDA, un virus que tiene la capacidad de permanecer oculto para el sistema inmune y en estado de latencia, actuando como un reservorio de la infección. Por este motivo es que los pacientes seropositivos deben tomar los tratamientos antirretrovirales de por vida ya que, si los abandonan, el virus nuevamente empieza a replicarse.
El «paciente Berlín»
Los científicos, en su búsqueda de una cura contra esta infección, han estado analizando el posible papel terapéutico de los trasplantes de células madre, hasta que al fin esta estrategia empezó a considerarse más factible, después de que en 2008, el joven Timothy Brown -más conocido como el ‘paciente Berlín’- recibiera células madre de un donante con una mutación llamada CCR5 Delta 32, que posee un efecto protector frente a la infección de las células por parte del VIH.
Este paciente fue diagnosticado VIH positivo en Berlín en el año 1995. Después de 11 años de tratamiento con fármacos antirretrovirales, le diagnosticaron una leucemia mieloide aguda (LMA), que fue refractaria a la quimioterapia, por lo que decidieron someterlo -como último recurso- a un trasplante de células madre, dado el alto riesgo de mortalidad de esta intervención. Brown superó exitosamente la leucemia y una década después -sin mediar antirretroviral alguno- continúa sin viremia detectable.
Este emblemático caso clínico ha llevado a científicos de todo el mundo a tratar de resolver los mecanismos inmunológicos implicados en la erradicación del VIH posterior al trasplante de células madre.
El estudio clínico
En este contexto investigativo, un equipo de científicos, pertenecientes al Institut de Recerca de la Sida IrsiCaixa y el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, acaba de obtener un resultado significativo, que podría servir de base para una nueva estrategia terapéutica para la erradicación del VIH/SIDA. Estos hallazgos fueron publicados en la revista Annals of Internal Medicine.
El estudio incluyó a un total de seis pacientes con VIH (tres de Madrid, dos de Granada y uno de Milán). Los 6 recibiron un trasplante de células madre procedente de médula ósea y de sangre de cordón umbilical para tratar un linfoma. A 7 años del trasplante, cinco de ellos presentan una carga viral indetectable en sangre y tejidos. Uno de estos casos, después de siete años de recibir el trasplante además se seronegativizó, lo que es un fuerte indicativo de que el virus podría haber sido eliminado de su organismo.
Con posterioridad al trasplante, todos los participantes han mantenido la terapia antirretroviral y permanecido en remisión de la neoplasia hematológica tras la retirada de los medicamentos inmunosupresores.
Características de los huéspedes y donantes
Dentro de sus características genéticas de los donantes de las células madre, se encontró que carecían de la mutación CCR5 Delta 32 en sus genes.
De los seis pacientes estudiados, el único al que se le demostró una viremia detectable fue aquel que recibió un trasplante de sangre de cordón umbilical (los demás provenían de médula ósea), que, por las características del material biológico, demoró más tiempo en reemplazar las células del huésped -18 meses- que también se traduce en repercusiones terapéuticas importantes, ya que, según explica el equipo: «Hemos visto que, cuanto más corto es ese plazo, más efectiva es la reducción del reservorio«.
Otro aspecto que parece ser clave en este aparente éxito terapéutico es la aparición concomitante de la enfermedad de injerto contra huésped, que pudo controlarse de manera adecuada. Pues se ha observado que esta grave complicación contribuye a la eliminación de los tumores ocasionados por las patologías hematológicas: «Esto sugiere que si logramos controlar este efecto para que no sea fatal, puede contribuir a destruir las células como las del reservorio viral«, indica Díez.
Por su parte, Javier Martínez-Picado, investigador Icrea en IrsiCaixa es cauto al advertir: “Los buenos resultados que hemos obtenido no quieren decir que se hayan curado, sino que por el momento no podemos detectar el reservorio viral”.
En definitiva, los resultados obtenidos fueron una sumatoria de una terapia combinada: la quimioterapia eliminó las células cancerígenas en los pacientes; el trasplante de células madre permitió repoblar la médula con células sanas. La ingesta continuada de fármacos antirretrovirales impidió que las nuevas células se infectaran con el virus: “La combinación de las dos estrategias hace que los pacientes logren regenerar el sistema inmunitario. Lo interesante es que esa situación perdure en el tiempo para poder retirar la terapia antirretroviral”, señala Martínez-Picado.
Próximos pasos
El siguiente paso es un ensayo en que se retire el tratamiento antirretroviral a estos pacientes, para analizar si continúan libres del virus, tanto en sangre y tejidos. A la vez que les administrará inmunoterapia, como un intento de erradicar cualquier vestigio de virus que pueda permanecer latente en el organismo del paciente, para lo cual, explica Martínez-Picado: “Hemos planificado nueve meses de inmunoterapia. Les inyectaremos unos nuevos anticuerpos neutralizantes de amplio espectro, muy nuevos cedidos desde la Universidad de Rockefeller. Después de ese tiempo si el virus no reaparece, les retiraremos también los anticuerpos”.
Para este investigador, una posible vía de investigación sería experimentar con el trasplante autólogo, para evitar el rechazo: “Se está estudiando extraer las células del paciente, modificarlas genéticamente para eliminar el receptor viral mediante ingeniería genética para después reintroducirlas en el cuerpo”. “Poner una célula de otro es un riesgo, pero también puede ser una virtud si somos capaces de controlar la reactividad con un alosupresor. Las células nuevas tienen una importante capacidad para destruir las células infectadas que quedan en el organismo. La reacción de las células donante contra las células receptoras es, de hecho, crítica para lograr eliminar el reservorio viral”.