Porcentaje significativo de mortalidad no se atribuye a COVID-19
Una nueva investigación realizada en la población de Estados Unidos y publicada en JAMA establece cuál es la relación entre la mortalidad y el nuevo coronavirus. Muchos decesos se deberían a patologías preexistentes y a falta de atención o consulta oportuna debido a la pandemia.
Mortalidad por COVID-19
Los casos severos de COVID-19 pueden sufrir una grave neumonía. Esto, a su vez, puede provocar falla multiorgánica o eventos cardiovasculares graves que pueden tener un desenlace fatal.
Sumado a los efectos directos de COVID-19 en el organismo, el virus también puede causar una exacerbación de las patologías de base subyacentes. Por otra parte, el sistema inmunitario se debilita al combatir la enfermedad, lo que puede predisponerlo a infecciones secundarias.
Además, la súbita aparición y la rápida propagación de la enfermedad complicaron la respuesta y la atención por parte de las unidades de cuidados críticos, en pleno apogeo de la pandemia.
Esto generó un exceso de muertes, es decir, una cifra adicional de fallecimientos, más allá de lo esperable en un país, durante un tiempo determinado.
Muertes mal atribuidas
Este exceso de muertes atribuidas a COVID-19 fue el hallazgo de un nuevo estudio realizado en los EE. UU., durante la fase temprana de la pandemia por coronavirus.
La investigación encontró que, dentro de los informes de muertes, un significativo porcentaje de la mortalidad no es atribuible a COVID-19. El SARS-CoV-2 sería el responsable del 65 % del exceso de muertes en los EE. UU.
En 14 estados con una gran población, como son California y Texas, los informes relacionaron a menos del 50 % del exceso de muertes directas con esta patología.
Como explicación posible de estos datos, el autor principal del estudio, el profesor Steven Woolf, de la universidad de Virginia Commonwealth en Richmond, manifiesta que puede significar que los expertos han subestimado la cifra de muertos por la pandemia.
Según Woolf, «hay varias razones potenciales para este bajo conteo. Algunas de ellas pueden reflejar la falta de informes; algunos de estos datos tardan un tiempo en llegar. Otros casos pueden involucrar a pacientes con COVID-19 que murieron por complicaciones relacionadas. Estas pueden ser enfermedades cardíacas enumeradas como la causa de la muerte en lugar de COVID-19».
El investigador agrega: «Pero una tercera posibilidad, la que nos preocupa bastante, es la mortalidad indirecta; las muertes causadas por la respuesta a la pandemia. Las personas que nunca tuvieron el virus pueden haber muerto por otras causas debido a los efectos indirectos de la pandemia, como atención médica tardía, dificultades económicas o angustia emocional».
También, encontraron que el exceso de muertes no relacionadas con COVID-19 se incrementó significativamente en los estados con los brotes más numerosos. Esto se presentó durante el pico de la pandemia a comienzos de abril. Los estados más afectados fueron Massachusetts, Michigan, Nueva Jersey, Nueva York y Pensilvania.
Woolf resume: «En total, lo que estamos viendo es un recuento de muertes mucho más allá de lo que normalmente esperaríamos para esta época del año, y la COVID-19 solo lo explica parcialmente».
Demoras en buscar atención
Aparte de que a los pacientes se les dificultó obtener el tratamiento adecuado debido a la sobrecarga hospitalaria, los autores piensan que las personas pueden no haber buscado atención médica oportuna. Pudo deberse al temor a contraer el virus u otra patología, aunque hayan experimentado un empeoramiento de sus síntomas.
Otra variable que puede haber influido son los efectos de la pandemia en la salud mental de las personas. «No podemos olvidarnos de la salud mental. Algunas personas que luchan contra la depresión, la adicción y las condiciones económicas muy difíciles causadas por los cierres pueden haberse vuelto cada vez más desesperadas, y algunas pueden haber muerto por suicidio. Las personas adictas a los opioides y a otras drogas pueden haber sufrido una sobredosis», agrega Woolf.
Estos hallazgos son particularmente importantes, ya que nuevos casos del virus están comenzando a resurgir, tras la disminución del distanciamiento físico en varios estados de los EE. UU.
Para Woolf, «los funcionarios públicos deben estar pensando en la atención médica conductual y aumentar sus servicios para aquellos pacientes que lo necesitan. La ausencia de sistemas para hacer frente a este tipo de problemas de salud solo aumentará este número de muertes en exceso».