Sufrir de hipertensión de jóvenes causaría deterioro cognitivo
La asociación entre el deterioro cognitivo y la hipertensión arterial (HTA) es reconocida desde hace unas cinco décadas, pero aún así, la HTA es el factor de riesgo considerado más prevalente y menos controlado de todos y que afecta a la totalidad de las arterias, incluidas las cerebrales.
Esta HTA mantenida por largos períodos de tiempo- años- genera un daño subclínico, que llega a causar isquemia subcortical e “infartos silentes”, hasta su primera manifestación clínica, que suele reducirse a distintos grados de pérdida de la memoria. Con posterioridad, va comprometiendo el funcionamiento de varios dominios cognitivos hasta derivar, en algunos casos, en un deterioro irreversible de las funciones intelectuales superiores.
En un estudio reciente, se ha observado que lesiones o anomalías en la sustancia blanca periventricular- ubicada en la parte central del cerebro y que actúa como un puente entre regiones distantes del cerebro, además de desempeñar importantes funciones en la función cognitiva- podrían ser indicios de deterioro cognitivo, cuya gravedad dependía de la progresión de estas alteraciones.
Aunque el desarrollo y progresión de las lesiones cerebrales pueden considerarse condiciones ‘silenciosas’, si no se los trata precozmente, pueden aumentar los riesgos de padecer deterioro cognitivo de mayor gravedad y demencia, pero se desconoce a qué edad pueden comenzar estos cambios patológicos que repercuten en la cognición del adulto mayor.
El estudio
Un nuevo estudio observacional liderado por el profesor Jonathan M Schott, del University College de Londres, Reino Unido, rastreó la tensión arterial en 502 participantes desde los 36 hasta los 69 años para explorar su influencia en el cerebro. Los resultados fueron publicados en la revista The Lancet Neurology.
Los voluntarios pertenecían a la cohorte de nacimientos Insight 46 (un sub estudio de neurociencias que incluyó a los nacidos en Gran Bretaña en marzo de 1946) que eran cognitivamente sanos a la edad de 70.
A todos los participantes se les había medido la tensión arterial a los 36, 43, 53, 60-64 y 69 años, y se calcularon los cambios en este parámetro entre las lecturas.
Los investigadores procedieron a medir el volumen cerebral total de cada participante aproximadamente a los 70 años de edad, junto con el volumen del hipocampo, la extensión de las lesiones cerebrales de la sustancia blanca, la cantidad de placas de beta-amiloide y las capacidades cognitivas.
Hipertensión y anomalías cerebrales
La hipertensión arterial y los grandes aumentos en la tensión arterial que ocurren en la mediana edad pueden estar asociados con la aparición de patologías cerebrales en la edad adulta.
El estudio sugiere que la hipertensión arterial (140/90 mm Hg o más) puede conducir a reducciones en el volumen cerebral y niveles más altos de lesiones cerebrales de la sustancia blanca, pues en los individuos cognitivamente normales se encontró que:
- Tener una tensión arterial más alta a los 53 años y mayores aumentos en la presión sanguínea entre 43 y 53 se asociaron con más lesiones de la sustancia blanca a los 70 años.
- Una tensión arterial más alta a los 43 años y mayores aumentos en la presión sanguínea a partir de los 36 años se asociaron con tener volúmenes cerebrales más pequeños.
- Pero no hubo evidencia de que la presión arterial afectara la cognición o la acumulación de placas beta-amiloides. Esto sugiere que las asociaciones entre la tensión arterial de la mediana edad y la salud del cerebro en la vejez es poco probable que ocurran a través de la acumulación de beta-amiloide, que se cree que es uno de los primeros cambios observados en la enfermedad de Alzheimer.
Dados estos hallazgos, los autores sugieren que para optimizar la salud cerebral posterior, la monitorización de la tensión arterial y las terapias pertinentes, pueden necesitar comenzar a los 40 años o antes para maximizar la salud cerebral posterior, pues las edades de 36 a 53 años parecen ser un «período sensible» cuando la hipertensión arterial y los grandes aumentos en la tensión arterial pueden ser especialmente dañinos para el cerebro, además indican que deberían ser necesarios diferentes enfoques para evaluar el cambio de la tensión arterial según las edades, como manifiesta Schott: “Nuestra investigación se basa en la evidencia existente sobre el papel de la tensión arterial y la posterior patología cerebral. Descubrimos que una tensión arterial más alta y creciente entre las edades de 36 y 53 tenía las asociaciones más fuertes con un volumen cerebral más pequeño y aumentos en las lesiones cerebrales de la sustancia blanca en la edad adulta. Especulamos que estos cambios pueden, con el tiempo, dar como resultado una disminución de la función cerebral, por ejemplo, deficiencias en el pensamiento y el comportamiento, por lo que es necesario abordar la tensión arterial en la mitad de la vida, o antes”.
Dentro de los aportes de este estudio, la coautora, la Dra. Josephine Barnes, University College London, Reino Unido, dice: “Nuestro diseño de estudio brinda una oportunidad única para examinar la tensión arterial a diferentes edades, los cambios en la tensión arterial durante períodos específicos desde la edad adulta hasta la edad avanzada, y explorar sus influencias en patologías cerebrales y volúmenes cerebrales. A medida que los aumentos en la tensión arterial y la tensión arterial más alta entre las edades de 36 y 53 parecen tener un efecto perjudicial en la salud del cerebro en la edad adulta, estos hallazgos refuerzan la necesidad de controlar la tensión arterial incluso antes de la mediana edad«.
Dentro de las limitaciones de esta investigación, los autores destacan que la cohorte Insight 46 está formada exclusivamente por británicos blancos, por lo que no sería una población muy representativa. Además, la gran mayoría de los individuos incluidos en los análisis eran cognitivamente normales, pero los autores creen que los cambios cerebrales que observaron podrían llegar a afectar la cognición más adelante en la vida.