La diabetes tipo 2 aumenta el riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer de hígado
Es normal que algunos lípidos o grasas estén presentes en el hígado en bajas concentraciones. Pero cuando estas sustancias superan del 5 al 10% del peso del órgano, se desarrolla un estado patológico llamado hígado graso (esteatosis).
Dentro de esta alteración hepática, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) es una patología en la que se acumula grasa a nivel hepático, sin encontrarse asociada con el consumo de alcohol por parte del paciente.
Para muchos pacientes afectados con NAFLD, la condición es relativamente benigna, pero otros casos con NAFLD, llegarán a desarrollar una forma mucho más agresiva, la esteatohepatitis (NASH), que además de la acumulación de grasa en el hígado, produce inflamación y daño tisular hepático que pueden causar fibrosis o cicatrización del hígado, llegando a desencadenar una cirrosis, insuficiencia hepática o una forma de cáncer hepático llamado carcinoma hepatocelular (CHC).
La NAFLD es una causa importante de enfermedad hepática en todo el mundo y según la American Liver Foundation, esta patología afecta a alrededor de 100 millones de personas en los Estados Unidos, y además se observa que su prevalencia global se ha incrementado del 15% al 25% en la década del 2000 y es paralela al aumento de la obesidad y la diabetes tipo 2 .
Alrededor de 1 de cada 6 personas que tienen NAFLD desarrollará NASH, que se observa con mayor frecuencia entre los 40 y 60 años y afecta más al sexo femenino.
Por su parte, en México, las enfermedades crónicas del hígado constituyen la cuarta causa de muerte más frecuente en la población general.
Este tipo de patologías hepáticas pueden pasar inadvertida en una primera etapa, por lo que es frecuente que las personas con NASH vivan durante años antes de que descubran que están enfermas.
Debido a que las personas afectadas por NAFLD o NASH corren el riesgo de que las condiciones sean potencialmente mortales, los diagnósticos deben ser tempranos, para que los médicos puedan ofrecerles un tratamiento eficaz y oportuno.
Investigando la esteatosis
Un grupo de investigadores de la Queen Mary University de Londres y la University of Glasgow – ambos en el Reino Unido- llevaron a cabo un estudio, cuyos hallazgos fueron reportados en la revista BMC Medicine.
El propósito de la investigación- liderada por el Dr. William Alazawi, que es consultor en hepatología de la Queen Mary University de Londres-fue estimar el riesgo de cirrosis y cáncer de hígado en personas con NAFLD o NASH.
Los datos se obtuvieron de cuatro bases de datos europeas de atención primaria pertenecientes al Reino Unido, Países Bajos, Italia y España, que incluía a un total de 18,782,281 de adultos, a fin de estimar el riesgo de adquirir diagnósticos de enfermedad hepática en pacientes con NAFLD o NASH, en comparación con controles sanos.
Se seleccionaron a los 136,703 pacientes con un diagnóstico registrado de NAFLD o NASH (NAFLD / NASH), que fueron seguidos por un período de 3,3 años, para ver qué sujetos desarrollaban cirrosis hepática y carcinoma hepatocelular (CHC), que luego compararon con controles sanos para estas patologías.
Diagnóstico tardío y factor predictor de enfermedad hepática
Alazawi y su equipo se sorprendieron al encontrar índices mucho más bajos de NAFLD diagnosticados de lo que esperaban entre los más de 18 millones de registros electrónicos de salud que analizaron, por lo que sugieren que es posible que los médicos no estén detectando NAFLD con la suficiente precocidad, por lo que «muchos pacientes no son diagnosticados en la atención primaria«, según manifiesta Alazawi, «Incluso durante el corto período de tiempo del estudio, algunas progresaron a etapas más avanzadas y potencialmente mortales de la enfermedad, lo que sugiere que se les está diagnosticando muy tarde«, agrega, al menos en Europa, por lo que para cuando algunas personas reciban un diagnóstico de NAFLD o NASH, su hígado podría estar en una etapa avanzada de daño a causa de la enfermedad, empeorando el pronóstico.
Además, el análisis evidenció que las personas con un diagnóstico NAFLD o NASH eran más propensas a tener hipertensión arterial, obesidad y diabetes tipo 2, en comparación a sus controles emparejados, por lo que Alazawi indica:
«Las personas que viven con diabetes tienen un riesgo mayor de estadios más avanzados y potencialmente mortales de la enfermedad [hepática], lo que sugiere que deberíamos centrar nuestros esfuerzos [en] educar y prevenir la enfermedad hepática en [las personas con diabetes]».
El análisis de los resultados indicó que, en comparación con los controles, el riesgo de recibir un posterior diagnóstico de cirrosis fue 4,73 veces mayor en aquellos que tenían NAFLD o NASH. Mientras que para el diagnóstico ulterior de cáncer hepático, el riesgo fue 3,51 veces mayor.
Además, este estudio reveló que el «predictor independiente más fuerte de un diagnóstico» de cirrosis o cáncer era el diagnóstico de diabetes tipo 2 al inicio del estudio, por lo que esta patología puede ser un factor de riesgo independiente para algunas afecciones hepáticas graves.
El análisis también mostró que las personas con NAFLD o NASH parecían estar recibiendo diagnósticos de afecciones hepáticas más graves y potencialmente mortales en el transcurso de unos pocos años, hecho preocupante que hay que subsanar para disminuir la mortalidad asociada a estas patologías.