Cáncer de próstata: enfermedad silenciosa
Los tumores malignos pueden crecer en cualquier parte del cuerpo. La glándula prostática, uno de los órganos masculinos, puede presentar masas anormales que desencadenen el cáncer de próstata, una enfermedad silenciosa porque, es asintomática en las primeras etapas.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) señala que este padecimiento es la causa más frecuente de mortalidad por tumores malignos. De todas las enfermedades cancerígenas, ocupa el cuarto lugar y es la segunda más común en hombres a nivel mundial.
Solo en 2014, a nivel mundial, se diagnosticaron 233 000 nuevos casos, de los cuales, 29 480 fueron mortales. Esto significa que aproximadamente 1 de cada 7 hombres padecerá tumores malignos en la próstata en toda su vida. Se calcula que, aproximadamente, un 70 % de los casos suceden en la población de países desarrollados.
La Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (GLOBOCAN) indica que las tasas de incidencia más altas de esta neoplasia suceden en Austria y en América del Norte, mientras que las más bajas se dan en Asia. No obstante, es al sur de África y en el Caribe donde la mortalidad es mayor.
El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) enuncia que, en México, es la primera causa de muerte masculina por cáncer. Cifras oficiales muestran que casi siete mil mexicanos mueren por este padecimiento.
Según cifras del IMSS, el cáncer de próstata tiene una incidencia del 16 % y una mortalidad de 13 defunciones por cada cien mil habitantes mexicanos. En Estados Unidos, por su parte, la American Cancer Society coloca a esta enfermedad como la segunda más común en hombres. En este país, se calculan 191 930 casos nuevos y más de 33 000 muertes en el año.
Afecciones no cancerosas de la próstata
La próstata forma parte del aparato reproductor masculino. Podemos encontrarla abajo de la vejiga y delante del recto. Mide casi lo mismo que una nuez y envuelve a la uretra, que es el conducto por donde sale la orina. Tiene como función principal producir semen, líquido que lleva los espermatozoides de los testículos hasta el pene.
Este órgano tiende a aumentar de tamaño con el paso del tiempo, lo que conlleva a diversos problemas, en especial en hombres mayores, porque puede oprimir la uretra y alterar el flujo de orina. Es importante tener presente esta situación, ya que no todas las molestias son cancerosas.
Algunos de las complicaciones prostáticas comunes, de acuerdo con la American Cancer Society, son las siguientes:
Prostatitis
Inflamación causada por bacterias que produce urgencia, ardor y dolor al orinar; escalofríos y fiebre alta; incomodidad y dolor en la parte baja de la espalda, vientre, ingle o detrás del escroto; presión en el recto; problemas sexuales y eyaculaciones dolorosas.
Para detectar la prostatitis se recurre a un examen rectal digital y a un análisis de orina. Su tratamiento incluye antibióticos, antinflamatorios y bloqueadores alfa para facilitar el paso de la orina, y un urólogo es el encargado de determinarlo a partir de los síntomas y de la gravedad.
Hiperplasia prostática benigna (HBP)
La American Cancer Society también la denomina próstata agrandada. Significa que existe un crecimiento anormal de células, pero no son malignas ni aumentan el riesgo de cáncer.
Algunos de sus síntomas incluyen:
- Problemas para iniciar la salida de orina.
- Visitas frecuentes al baño.
- Sensación de que la vejiga no se vació por completo.
- Lentitud o inestabilidad al orinar.
Este padecimiento sucede porque, a mayor edad, la próstata tiene la posibilidad de crecer hasta ser similar a un limón, como resultado la vejiga y la uretra pueden ser aplastadas.
Para tratar la HBP se recurre a medicamentos o a cirugía. En casos leves, se utiliza la espera vigilante, es decir, examinarse cada año y comenzar el tratamiento hasta que los síntomas se vuelven problemáticos. Durante la espera, se sugiere evitar el alcohol y la cafeína, vaciar la vejiga por completo y no pasar mucho tiempo sin orinar.
Cáncer de próstata
Esta neoplasia se caracteriza por el crecimiento descontrolado de las células en los tejidos de la próstata. En comparación con otros tipos de cáncer, crece de manera paulatina.
El Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos informa que esos cambios celulares pueden pasar entre los 10 o los 30 años sin generar síntomas. En otras palabras, un tumor puede estar creciendo durante mucho tiempo antes de causar molestias. Por esta razón, se dice que el cáncer de próstata es una enfermedad silenciosa.
El padecimiento es más común en hombres mayores de 50 años. Los factores de riesgo son llevar una dieta alta en grasas, obesidad y sobrepeso, tabaquismo, sedentarismo, alcoholismo y tener antecedentes familiares.
Ahora bien, entre los síntomas se encuentran:
- Problemas urinarios.
- Urgencia frecuente para orinar, en especial en la noche.
- Flujo interrumpido o débil.
- Dolor o ardor.
- Orina o semen con sangre.
- Eyaculaciones dolorosas.
- Dolor en espalda, cadera o pelvis.
Exámenes de detección
Al ser silencioso, el cáncer de próstata requiere de pruebas previas a la presentación de los síntomas, o sea, exámenes de detección para hallar masas irregulares y malignas en etapas iniciales, cuando las probabilidades de diseminación se pueden tratar. De lo contrario, esperar hasta tener algún signo de cáncer puede implicar iniciar el tratamiento en un estadio avanzado e incluso cuando haya empezado su diseminación a otros órganos.
Algunas de las pruebas que detectan el cáncer de próstata más comunes, en las que concuerdan la American Cancer Society y el INSP, son:
Examen rectal digital
Es la prueba base para revisar el tamaño, firmeza y textura de la próstata, la existencia de bolas o tumores fuera de ella, así como dolores al palparla y tocarla. Para lograrlo, es necesaria la introducción del dedo de para palpar la próstata durante 10 o 15 segundos.
Antígeno prostático específico
Este examen complementa al rectal. Mide la cantidad de una proteína producida a partir de células prostáticas en los conductos, capaz de pasar a la sangre, y que se llamada antígeno prostático específico.
Para obtener resultados, se extrae una muestra sanguínea y se analiza la cantidad de antígeno en ella. Si la concentración es alta, puede ser señal de cáncer. No obstante, tener enfermedades como prostatitis o HBP suele generar niveles altos de antígeno en la sangre y llevar a un diagnóstico positivo que puede ser incorrecto.
Debido, asimismo, a que otros factores como el consumo de ciertos medicamentos o la producción natural de antígenos puede generar concentraciones más altas, se recomienda complementar la prueba con el examen rectal.
Ultrasonido transrectal
Para esta técnica, se mete una sonda en el recto. Los tejidos y órganos internos rebotan ondas sonoras de alta energía que producen ecos para formar una imagen que permitirá revisar si hay anomalías.
Biopsia de próstata
Cuando los resultados de otras pruebas sugieren la presencia de células cancerosas, se requeriría realizar una biopsia para tomar un poco de tejido y analizarlo a detalles.
Una vez obtenidos los resultados y, si se determina que es positivo, se calificará en la puntuación de Gleason. Esta va de 2 a 10 y describe la probabilidad de que un tumor se extienda: a menor número, menos activo será el cáncer y, por lo tanto, poco probable que se disemine.
Lo primordial es atenderse con un especialista —urólogo, oncólogo o patólogo— ante cualquier anormalidad para tener un diagnóstico y tratamientos adecuados según la etapa del cáncer, de la edad y estado general de salud.
¿Nuevas pruebas?
Durante el último año se han dado a conocer investigaciones sobre métodos más eficientes y menos invasivos que ayudan a detectar esta enfermedad silenciosa en etapas más tempranas.
Uno de ellos es el que se realiza en la universidad de Anglia del Este, Reino Unido, para hacer una prueba de orina más rápida, eficiente y cómoda.
Para lograrlo, los investigadores examinaron muestras de orina de 535 hombres para encontrar biomarcadores de riesgo. Gracias a ello, identificaron 35 biomarcadores distintos relacionados con la presencia de cáncer. Ese hallazgo les permitió crear la Prostate Urine Risk (PUR).
Por otro lado, expertos de la universidad de Oxford trabajaron con muestras de sangre de voluntarios para determinar sus valores de testosterona y de una hormona llamada factor de crecimiento similar a la insulina-I. Tras un par de muestras diferidas en tiempo, determinaron las fluctuaciones hormonales que podrían estar relacionadas con el cáncer de próstata.
Entre sus resultado notaron que, a mayor cantidad de dichas hormonas, mayor era el riesgo de cáncer prostático. Los científicos destacaron que este tipo de estudios no revela cómo estos factores están relacionados entre sí, pero los vincula a otros aspectos como la dieta, estilo de vida y tamaño corporal que sí tienen un impacto en el cáncer.
Con estos avances, se trabajará en nuevos métodos de detección y, en especial, en estrategias de prevención.
Señales precancerosas
La American Cancer Society refiere que la mayoría de los tipos de cáncer de próstata son adenocarcinomas y se desarrollan en las células glandulares. Estas pueden presentar afecciones precancerosas que solo se detectan por medio de biopsias. Las dos principales proliferaciones son:
Neoplasia prostática intraepitelial (PIN)
Esta enfermedad genera modificaciones en el aspecto de la glándula prostática, pero las células anormales no invaden otras partes de la próstata como el caso de las cancerosas. Los patrones celulares lucen casi normales o un poco anormales.
Ahora bien, los niveles bajos no se relacionan directamente con el cáncer de próstata, aunque en un grado alto podrían ser precursores de tumores malignos.
Atrofia inflamatoria proliferativa (PIA)
En esta alteración, las células prostáticas son más pequeñas de lo normal, pero sin signos inflamatorios. El problema con ellas es que pueden convertirse en un PIN de alto grado, el cual se considera un antecesor de cáncer.
Tratamiento
El estadio del cáncer es uno de los elementos decisivos para decidir cómo hacer frente a la enfermedad. Al igual que sucede en otros tipos de cáncer, la etapa se determina según la extensión del tumor y hasta dónde se ha propagado.
De las etapas I a la III, el cáncer se ha desarrollado dentro de la próstata en diferentes tejidos. A partir de la etapa IV, significa que hay metástasis, o sea, las células cancerosas se han diseminado a otros órganos.
Dado que el cáncer de próstata es una enfermedad silenciosa, puede crecer lento y no causar síntomas; por lo tanto, las revisiones periódicas lo detectarán en etapas tempranas donde la radioterapia o la prostatectomía radical pueden hacerle frente.
En etapas más avanzadas, se requerirán tratamientos más invasivos, como la cirugía, para extirpar ganglios linfáticos de la pelvis, radiación externa, braquiterapia (radiación interna), quimioterapia, terapias hormonales o una combinación de varias de ellas.
La mejor recomendación es mantener un estilo de vida saludable, acudir al médico para chequeos regulares, así como solicitar pruebas de detección y conocer las opciones de diagnóstico y de tratamiento.