El alcohol mata a 2,8 millones de personas cada año en el mundo

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La ingesta de bebidas alcohólicas a nivel mundial ha alcanzado elevadas proporciones, ya que se estima que una de cada tres personas toma alcohol habitualmente (es decir, 2,400 millones de personas), siendo mayor el consumo en la población masculina, observándose además un incremento en los adolescentes, asociado muchas veces a otras sustancias de abuso.

El consumo regular de alcohol ocasiona daños sobre los órganos y tejidos: la intoxicación aguda puede provocar lesiones severas y la dependencia del alcohol puede conducir a intoxicaciones frecuentes, autolesiones o violencia. Si bien algunas investigaciones previas han sugerido que la ingesta de bajas concentraciones de alcohol pueden tener un efecto cardioprotector y beneficios sobre los pacientes diabéticos, habría que sopesar la relación costo versus beneficios que ello implica.

Alcohol y mortalidad

El alcohol es uno de los principales factores de riesgo de muerte y enfermedad en todo el mundo y se asocia con casi una de cada 10 muertes en personas de 15 a 49 años de edad, según un estudio publicado en The Lancet,  que estima la afectaciones de los niveles de consumo de alcohol y sus efectos sobre la salud, estudiados en 195 países entre los años 1990 y 2016.

La investigación utilizó datos provenientes de 694 estudios para estimar la frecuencia de consumo de alcohol en el mundo. Por otra parte,  incluyó información aportada por 592 estudios- que incluyó 28 millones de personas en todo el mundo-  para evaluar los riesgos de salud asociados al alcohol. Para los efectos de esta investigación, una bebida alcohólica estándar se definió como 10 g de alcohol.

En palabras del autor principal, el Dr. Max Griswold, Institute for Health Metrics and Evaluation, University of Washington en Estado Unidos: «Estudios previos han encontrado un efecto protector del alcohol en algunas afecciones, pero descubrimos que los riesgos combinados para la salud asociados con el alcohol aumentan con cualquier cantidad de alcohol. En particular, la fuerte asociación entre el consumo de alcohol y el riesgo de cáncer, lesiones y enfermedades infecciosas compensa los efectos protectores para la cardiopatía isquémica en las mujeres de nuestro estudio. Aunque los riesgos para la salud asociados con el alcohol comienzan siendo pequeños con un trago al día, luego aumentan rápidamente a medida que las personas beben más «. «Las políticas enfocadas en reducir el consumo de alcohol a los niveles más bajos serán importantes para mejorar la salud. La visión generalizada de los beneficios para la salud del alcohol necesita una revisión”.
Los autores sugieren que no existe una cantidad de ingesta segura de alcohol, puesto que los efectos protectores contra la cardiopatía isquémica se ven anulados ​​por los efectos adversos ocasionados, en particular con las patologías oncológicas.

El equipo de investigadores estima que si durante el lapso de un año, personas de entre 15 y 95 años consuman una bebida alcohólica al día, se incrementa el riesgo de padecer alguno de los 23 problemas de salud que han sido relacionados con el consumo de alcohol en un 0,5%, en comparación con no beber en absoluto.

Consumo mundial

En promedio, diariamente, las mujeres ingieren 0,73 bebidas alcohólicas, y los hombres 1,7 bebidas. Los patrones de consumo varian globalmente. El mayor número de bebedores de alcohol actuales se registró en Dinamarca (95,3% de las mujeres y 97,1% de los hombres), mientras que el más bajo correspondió a Pakistán (0,8%) y Bangladesh (0,3%). Dentro del grupo de mayores bebedores están los hombres en Rumania y las mujeres en Ucrania (8,2 y 4,2 bebidas por día, respectivamente), mientras que los hombres en Pakistán y las mujeres en Irán ingirieron la menor cantidad (0,0007 y 0,0003 bebidas al día, respectivamente).

Riesgos asociados con el alcohol

A nivel mundial, en el año 2016, el consumo de alcohol fue el séptimo principal factor de riesgo de muerte y enfermedad prematura, representando el 2,2% de las muertes en las mujeres y el 6,8% de las muertes en los hombres. Entre las personas cuyas edades comprendían estaban entre los 15 y 49 años, el alcohol fue el principal factor de riesgo: con el 3,8% de las muertes en las mujeres y el 12,2% de las muertes en los hombres atribuibles al alcohol. Las principales causas de muertes relacionadas con el alcohol en este grupo de edad fueron la tuberculosis (1,4% de las muertes), las lesiones en las carreteras (1,2%) y las autolesiones (1,1%).

Para las personas de 50 años o más, los cánceres fueron la principal causa de muerte relacionada con el alcohol, constituyendo el 27,1% de las muertes en las mujeres y el 18,9% de los fallecimientos en  hombres. Pero en este grupo etario se pudo observar además que los problemas de salud asociados con el alcohol  varían según la región. En los países de altos ingresos, los cánceres fueron las muertes y enfermedades prematuras más comunes relacionadas con el alcohol, mientras que en los países de bajos ingresos la tuberculosis fue la causa principal, seguida de la cirrosis y las enfermedades hepáticas crónicas. En los países de ingresos medios y altos y medios, el accidente cerebrovascular (ACV) fue el principal evento mórbido relacionada con el alcohol.

Los autores encontraron que solo había un efecto protector entre el alcohol y la cardiopatía isquémica, y que había posibles efectos protectores para la diabetes y el ACV isquémico, que sin embargo no fueron estadísticamente significativos.

Combinando estos hallazgos, el efecto protector del alcohol se vio reducido por los riesgos, que aumentaron en relación con la cantidad de bebidas consumida cada día. Por lo tanto, los autores concluyen que no hay un nivel seguro de alcohol.
Específicamente, al comparar la no ingesta de alcohol con una bebida al día, el riesgo de desarrollar uno de los 23 problemas de salud relacionados con el alcohol fue un 0,5% mayor, lo que significa que 914 individuos en 100,000 desarrollarían una condición si no bebieran, comparado con las 918 personas en 100,000 que ingieren una bebida diariamente. Esta cifra aumentó al 7% en personas que consumían dos bebidas al día (977 personas en 100,000) y 37% en aquellas que bebían cinco bebidas al día (1,252 personas en 100,000).

Los autores señalan algunas limitaciones del estudio, incluyendo que es difícil estimar la producción ilícita de alcohol y el consumo no registrado, por lo que es posible que sus resultados no lo capten por completo. El estudio tampoco incluye datos de consumo de alcohol en menores de 15 años, y no incluye relaciones con patologías como la demencia y la psoriasis, donde la evidencia sugiere que el alcohol podría ser un factor de riesgo. Por lo tanto, los autores indican que esto puede significar que su estudio subestima el número de personas que beben alcohol y los riesgos asociados.
Además, se contó con escasos datos fidedignos sobre la violencia interpersonal desencadenada por los efectos del alcohol. Los datos sobre los accidentes de tráfico que involucran consumo de  alcohol y lesiones a terceros se basaron solo en información procedente de Estados Unidos, si bien es poco probable que los patrones varíen en todo el mundo, esto debe confirmarse.
Debido a que no se cuenta con información más detallada, el estudio supone que los patrones de consumo de alcohol son los mismos a lo largo del año, pero investigaciones previas sugieren que que estados como las «borracheras» podrían estar relacionadas con mayores niveles de riesgo.

Recomendaciones

La profesora Emmanuela Gakidou, del Institute for Health Metrics and Evaluation, University of Washington. Dice: «El alcohol presenta graves ramificaciones para la salud futura de la población en ausencia de una acción de política hoy. Nuestros resultados indican que el consumo de alcohol y sus efectos nocivos para la salud podrían convertirse en un desafío creciente a medida que los países se desarrollen más, y la promulgación o el mantenimiento de políticas fuertes de control del alcohol serán vitales«. «En todo el mundo debemos revisar las políticas de control del alcohol y los programas de salud, y considerar recomendaciones para abstenernos del consumo de alcohol. Estos incluyen los impuestos especiales sobre el alcohol, el control de la disponibilidad física del alcohol y las horas de venta, y el control de la publicidad del alcohol. Cualquiera de estas medidas políticas contribuiría a la reducción del consumo a nivel de la población, un paso vital para disminuir la pérdida de salud asociada con el consumo de alcohol«.

Puesto que estos hallazgos tienen amplias repercusiones en temas epidemiológicos y políticas de salud pública, se sugiere que los esfuerzos gubernamentales sean prioritariamente dirigidos a la disminución del consumo de bebidas alcohólicas por parte de la población, pues generan enfermedades y comportamientos de riesgo, facilitados por ambientes insalubres y fomentados por intereses económicos de las empresas que los producen y expenden.

Las soluciones son sencillas: aumentar los impuestos a las bebidas alcohólicas, que a su vez genera ingresos para los ministerios de salud, y reducir la exposición de los niños al marketing del alcohol.