Comparación entre COVID-19 y otras pandemias históricas

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Este artículo hace una revisión de algunas enfermedades que han asolado a la humanidad desde tiempos remotos. En esta recopilación entra la peste negra o muerte negra, el cólera, la gripe española y el SARS. La comparación entre COVID-19 y otras pandemias históricas es para obtener posibles estrategias que enseñen a la humanidad a lidiar con estas devastadoras patologías.

Las pandemias han modelado la historia humana a lo largo de los siglos produciendo, muchas de ellas, una mortalidad a gran escala que ha llegado a reducir la población mundial de manera importante.

La peste que diezmó a Europa

La peste negra fue responsable de entre 75 y 200 millones de muertes, con un máximo de mortalidad en Europa entre 1347 y 1351. 

Pero recién en el siglo XIX se descubrió que el agente etiológico de la peste era la bacteria Yersinia pestis, que se transmitía por la picadura de pulgas procedentes de las ratas negras. También se podía contagiar por contacto directo con muestras tisulares infectadas o por inhalación de gotitas respiratorias contaminadas, al igual que con el COVID-19.

Esta peste aún existe, particularmente en las regiones de bajos ingresos, como África. Pero debido a las mejoras sanitarias e higiénicas, la enfermedad se redujo notablemente.

Sin mediar tratamiento, la mortalidad podía ser de 30 a 100 %. Pero para 1990-2010, la medicina moderna había reducido esta cifra a un 11 %.

La gripe española

En la primavera de 1918, se detectó el virus de la influenza A H1N1 (IAV) en el personal militar de los Estados Unidos.

Desde enero de 1918 hasta diciembre de 1920, este virus, que parece haber pasado de las aves a los humanos, infectó a unos 500 millones de personas. Llegó a matar a unos 50 millones de personas a nivel mundial.

Esta elevadísima tasa de mortalidad se debió a la virulencia del patógeno, las condiciones socio-económicas precarias y la higiene deficitaria. 

Además, el mundo estaba atravesando la Primera Guerra Mundial, donde la desnutrición era común para la población en general, que sumaba otro factor de riesgo para enfermarse. 

En cuanto a las edades, en contraste con COVID-19, la gripe española también afectó a niños menores de 5 años y a adultos de 20 a 40 años. Tenía una tasa de mortalidad de alrededor del 2,5 %.

Importancia del distanciamiento físico

En Filadelfia, Pensilvania, los funcionarios restaron importancia a los primeros casos de gripe española que se presentaron, llegando a implementar el distanciamiento físico y otras medidas unos 14 días después de que aparecieron los primeros enfermos. 

Por otro lado, St. Louis determinó el distanciamiento físico dentro de los primeros dos días de haberse reportado casos. Esto tuvo consecuencias significativas en cuanto a la morbi-mortalidad en ambos lugares.

VIH

Pese a las mejoras en el tratamiento y a los avances en el diagnóstico, los expertos aún clasifican al VIH como una pandemia. Desde 1981, el VIH ha matado a más de 32 millones de personas. 

El VIH puede progresar a SIDA, lo que lleva hacia el fallo del sistema inmune, lo que permite el desarrollo de infecciones oportunistas y neoplasias cancerígenas potencialmente mortales.

El contagio de VIH ocurre únicamente a través de fluidos de personas infectadas: sangre, semen, flujo vaginal, líquido seminal y leche.

Aunque no existe una vacuna contra el VIH, gracias a los fármacos antirretrovirales, los pacientes pueden tener vidas saludables y prolongadas.

Gripe porcina H1N1

Entre los meses de abril del 2009 y del 2010, la pandemia de gripe porcina afectó a unos 60,8 millones de personas. Esto llevó a 274 304 hospitalizaciones y a 12 469 muertes.

Sus síntomas son parecidos al COVID-19: fiebre, escalofríos, tos y cefalea.

Ante este patógeno, la mayoría de las personas más jóvenes no tenían inmunidad natural. Debido a esto, el 80 % de las muertes ocurrieron en personas menores de 65 años. Algunos adultos mayores eran inmunes, lo que sugiere que el virus (H1N1) podría haber infectado a un gran número de personas en décadas anteriores. 

La tasa de mortalidad global de la gripe porcina fue de alrededor del 0,02 %, es decir, menos contagiosa que COVID-19.

La virulencia del virus H1N1 y la falta de medicamentos específicos la convirtieron en la pandemia más grave en la historia reciente. Sin embargo, el virus desapareció abruptamente.

El cólera

El cólera se ha convertido en pandemia siete veces en los últimos dos siglos. La ocurrida entre 1961-1975 fue la séptima.

El cólera es una infección bacteriana del intestino delgado por el Vibrio cholerae. El síntoma más común es la diarrea profusa, que puede llevar a la muerte en unas horas.

Aunque el tratamiento de rehidratación inmediata es exitoso en hasta el 80 % de los casos, la tasa de mortalidad del cólera puede ser de hasta el 50 % sin tratamiento. 

El lavado de manos es esencial para detener la propagación del cólera. Sin embargo, el acceso al agua potable y la buena higiene de los alimentos son igualmente importantes.

Al igual que con COVID-19, los adultos mayores tenían mayor riesgo de presentar signos y síntomas de mayor gravedad.

SARS y su erradicación

El síndrome respiratorio agudo severo (SARS) hizo su aparición en el 2002, lo que lo llevó a convertirse en la primera pandemia del siglo XXI. 

Al igual que COVID-19, el SARS se debió al coronavirus SARS-CoV que se originó en China. Se sabe que esta zoonosis pasó de los murciélagos a las civetas y de ahí al ser humano.

Según los científicos, el SARS-CoV-2, virus causante de COVID-19, se originó en los murciélagos, se trasladó a los pangolines y luego saltó a los humanos.

A nivel mundial, el SARS infectó a unas 8000 personas en 29 países. Su tasa de mortalidad era de alrededor del 10 %, cifra más elevada que la de COVID-19.

Tanto el SARS como la COVID-19 afectan con mayor gravedad a los adultos mayores en comparación con los individuos más jóvenes. Ambos virus pueden transmitirse a través de las gotas arrojadas a través de la tos y de los estornudos.

Debido a la vigilancia epidemiológica, el aislamiento social y las estrictas medidas de cuarentena detuvieron el progreso del SARS, que sirve de punto de comparación entre COVID-19 y otras pandemias históricas. Al interrumpir la transmisión de persona a persona, lograron erradicar el SARS.

Conclusiones

Si bien existen diferencias significativas entre pandemias previas y COVID-19, hay algunas conclusiones importantes:

  • Si las medidas de salud pública no pueden contener por completo el brote de COVID-19, seguirán siendo efectivas para controlar la incidencia máxima y las muertes a nivel mundial.
  • La importancia de la vigilancia epidemiológica, para saber quién está afectado y quién no, permite comprender la dinámica de COVID-19 y cómo retrasar su diseminación.
  • El distanciamiento físico y las medidas de cuarentena funcionan.
  • La ubicación geográfica y temporal son determinantes para la comprensión de cómo se propagan los gérmenes.

Esta comparación entre COVID-19 y otras pandemias históricas es para obtener posibles estrategias epidemiológicas y para recordar que las pandemias, por muy devastadoras que parezcan, terminan al fin y al cabo gracias a que la ciencia y la medicina modernas pueden ser usadas racionalmente para frenarlas. 

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