Medidas en Singapur y en Hong Kong frenan COVID-19

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Las estrategias de estos dos lugares para frenar los contagios por COVID-19 proporcionan un modelo para otros países que enfrentan la primera etapa de la pandemia.

Hasta hace poco, las dos ciudades habían logrado mantener sus números de casos notablemente bajos, mientras evitaban los bloqueos extremos implementados en China y en muchos otros países.

Ambos lucharon contra brotes a través de pruebas agresivas, aislando personas infectadas y poniendo en cuarentena a aquellos con quienes hubieran tenido contacto.

Sin embargo, los números de casos aumentaron en la segunda mitad de marzo, y algunos observadores temieron que la estrategia hubiera fallado.

El 15 de marzo, Hong Kong tenía solo 149 casos confirmados de COVID-19. En casi un mes, al 12 de abril, el recuento llegó a 1005. En el mismo periodo, en Singapur pasaron de 226 a 2532.

Aunque ninguna de estas ciudades ha visto el crecimiento explosivo que Italia, España y muchas áreas de los Estados Unidos han sufrido, sus sistemas de salud tampoco han colapsado.

¿Qué han hecho para frenar el contagio?

Hong Kong impuso cierre total de restaurantes y de bares. Singapur cerró escuelas y negocios no esenciales, además de que exhortó a los residentes a quedarse en casa.

En Hong Kong, la tasa de casos nuevos de COVID-19 ya se ha desacelerado. El especialista en salud pública de la universidad de Hong Kong, Gabriel Leung, que asesora al gobierno de la ciudad, ha explicado que ambos países hospitalizan a aquellos que dan positivo, independientemente de los síntomas.

Los contactos cercanos de los casos positivos deben someterse a cuarentena en casa durante dos semanas. Así, evitan nuevos contagios. Además, han prohibido la entrada a casi todos los no ciudadanos.

¿Supresión y levantamiento?

Cuando surgió la pandemia, tanto Hong Kong como Singapur tenían ciertas ventajas. Son pequeños y tienen pocas fronteras terrestres, lo que facilita el control de los viajes entrantes.

Después de sufrir brotes importantes de Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) en 2003, desarrollaron capacidades de respuesta y han establecido planes de preparación ante una epidemia.

Cada uno tiene un gobierno único, lo que evita las tensiones entre las autoridades nacionales y locales que afectan las respuestas en otros lugares.

Leung explica que «tanto los gobiernos de Hong Kong como de Singapur se preocupan profundamente [por la evidencia científica] y escuchan a los científicos».

Las dos ciudades han realizado pruebas exhaustivas de familiares y de amigos de casos confirmados de COVID-19, así como de personas que ingresan a hospitales con enfermedades respiratorias inexplicables.

Singapur ha realizado aproximadamente 12 800 pruebas por millón de habitantes, mientras que Hong Kong hizo 13 800.

Seguimiento cercano a casos de COVID-19

En Hong Kong, las personas en cuarentena están equipadas con pulseras electrónicas que funcionan con teléfonos inteligentes para rastrear su paradero.

En Singapur, deben responder a mensajes de texto de teléfonos móviles que revelan su ubicación varias veces al día. Los infractores enfrentan multas y penas de prisión. Esos controles muy estrictos permitieron a ambas ciudades imponer restricciones relativamente menores a los no infectados.

Singapur desafió la sabiduría convencional al mantener abiertas las escuelas. Los cines y bares podían permanecer abiertos si mantenían a los clientes separados por un metro.

En Hong Kong, los bares y los restaurantes permanecieron abiertos. Sin embargo, la ciudad cerró sus escuelas y se ordenó a los funcionarios que trabajaran desde sus hogares, una medida seguida por muchas empresas.

El aumento en los números a fines de marzo fue una señal de advertencia. «Tratamos de proyectar lo que podría suceder en las próximas dos semanas si no hacemos nada», dijo Vernon Lee, epidemiólogo de enfermedades infecciosas en el Ministerio de Salud de Singapur, durante un seminario web el pasado 3 de abril.

Acciones más severas

Desde el 28 de marzo, los restaurantes en Hong Kong se han limitado al 50 % de su capacidad normal, con no más de cuatro personas por mesa. Esto sumado a que se debe verificar la temperatura de los clientes en la puerta y proporcionar desinfectante para manos. Las salas de karaoke se cerraron el 1 de abril, los bares el 3 de abril y las medidas extendieron su vigencia por 23 días.

Singapur cerró sus escuelas el 8 de abril y prohibió comer en restaurantes. Ha ordenado que todos los negocios no esenciales cierren o hagan que los empleados trabajen desde sus casas.

También solicitó a todos los residentes que permanezcan en casa tanto como sea posible. Las restricciones de la ciudad ahora se parecen a las adoptadas por Nueva York y por el Reino Unido.

Hong Kong parece haber revertido el aumento en los casos. La ciudad reportó solo 13 casos nuevos el 9 de abril, frente a los 65 del 27 de marzo. De hecho, los viajeros al país representan el 58 % de todos los casos confirmados.

¿Cuándo se frena la epidemia?

Un factor que los epidemiólogos llaman el número reproductivo efectivo —el número promedio de casos nuevos provocados por cada individuo infectado— indica si un país está frenando una epidemia.

El número reproductivo efectivo se calcula comparando el recuento de casos en cualquier momento con el de casos en un momento posterior. Luego, los modelos epidemiológicos hacen un cruce con las tendencias de distanciamiento social y con otros factores para estimar un número en tiempo real. Si el número está por encima de uno, significa que se acerca un nuevo brote. Si es menos de uno, está disminuyendo.

El número efectivo de reproductores de Hong Kong rondaba el uno a fines de marzo y desde entonces ha estado en una tendencia descendente, según un tablero en línea COVID-19 mantenido por el Centro para la Protección de la Salud.

Los expertos en ambas ciudades creen que los reveses son inevitables, como acaba de ocurrir en Singapur: 287 nuevos casos el jueves 9 de abril, el mayor número en un día. Aunque en los días siguientes fueron a la baja: 198 el viernes 10 de abril y 181 el sábado 11.

Singapur también espera ir y venir entre diferentes niveles de restricciones, lo que podría ser la estrategia más sostenible a largo plazo, según explicó Lee.

Las políticas mínimamente intrusivas, como el fomento de la higiene personal y el teletrabajo, son relativamente fáciles de mantener, pero es más difícil limitar el tamaño de las reuniones, cancelar el entretenimiento y cerrar escuelas y negocios por mucho tiempo. 

Con información de ScienceMag.org