Estudio brinda evidencias sobre la violencia obstétrica en los países de bajos ingresos
El maltrato durante el parto o la violencia obstétrica considera a la mujer que va a parir como un sujeto pasivo, carente de derecho a la información, pasando además a ser blanco de falta de respeto, que incluye abuso físico y verbal, estigma o discriminación, negligencia, falta de consentimiento informado ante prácticas invasivas y privacidad, entre otros.
Estas prácticas contradicen claramente las directrices de la OMS, que recomiendan un trato de la maternidad respetuosa para todas las mujeres, centrada en una atención que mantiene
«La dignidad, la privacidad y la confidencialidad, garantiza la ausencia de daños y malos tratos, que permite la elección informada y el apoyo continuo durante el trabajo de parto«.
Este parto respetado y nacimiento digno deben estar acompañados de profesionales idóneos, en un entorno cálido, educado y afectuoso hacia la mujer que se encuentra en este sensible momento de su vida.
Parto “no respetado”
El estudio que se publicó en The Lancet, fue liderado por la Dra. Meghan Bohren, de la Universidad de Melbourne, Australia e investigó el maltrato de mujeres durante el parto, al combinar observaciones de 2,016 mujeres durante el parto y al analizar encuestas provenientes de 2,672 mujeres después del parto en Ghana, Guinea, Myanmar y Nigeria.
El estudio incluyó 12 centros de salud, tres por país, que tuvieron al menos 200 nacimientos por mes. La información recabada señaló que se efectuaron procedimientos para los cuales las mujeres no dieron su consentimiento, como cesáreas, episiotomías y exámenes vaginales; además de abuso físico y verbal.
De las 2,016 mujeres cuyo trabajo de parto fue observado para fines investigativos, un 42% habían sido testigos de experiencias de abuso físico y/o verbal, algún tipo de estigma o discriminación, entre la población atendida.
Un 14% de mujeres sufrieron abusos físicos, siendo las bofetadas los más comunes. En cuanto a los procedimientos sin consentimiento, de los 261 partos por cesárea, un 13% no fue consentido por las mujeres; un 75% de las episiotomías y un 59% de los exámenes vaginales también ocurrieron sin consentimiento.
En los nacimientos observados en los cuatro países estudiados, la violencia verbal se manifestó en forma de gritos, regaños y burlas, con un 38% de mujeres que experimentaron dichos abusos. Además, 11 de las 2,016 mujeres habían sido estigmatizadas o discriminadas, generalmente en relación con su raza u origen étnico.
Las tasas de maltrato mostraron similitudes en las encuestas realizadas con mujeres hasta 8 semanas posteriores al nacimiento. De las 2,672 mujeres encuestadas, un 35% informaron abuso físico, verbal o discriminación durante el parto.
Un 11% de las cesáreas y un 56% de las episiotomías se realizaron sin el consentimiento de la mujer. Casi la mitad de las mujeres a las que se les realizó al menos un examen vaginal- la mayoría de las veces sin privacidad- no dieron su consentimiento.
El abuso físico y verbal durante el parto alcanzó su punto máximo entre los 30 minutos antes del nacimiento y 15 minutos posteriores a éste, y el maltrato fue más común en mujeres más jóvenes y menos educadas.
Conclusiones y comentarios
Otra investigadora del equipo, la Dra. Theresa Irinyenikan, del Hospital de Enseñanza de la Universidad de Ciencias Médicas de Nigeria, dice con respecto a los resultados:
“Nos propusimos utilizar un enfoque sistemático basado en la evidencia para proporcionar datos comparables sobre la carga del maltrato en diferentes países y contextos. Los resultados de nuestro estudio son reveladores de lo que las mujeres sufren durante el parto. Ahora debemos intensificar nuestros esfuerzos para eliminar el maltrato durante el parto, incluida la forma en que podemos cambiar las estructuras y los procesos institucionales. Por ejemplo, debemos asegurarnos de que las comadronas y los médicos reciban el apoyo y la orientación adecuados para brindar atención de maternidad respetuosa y de alta calidad en centros de salud bien equipados”.
Los autores señalan algunas limitaciones en su estudio, como el hecho que la presencia de un observador pudo haber alterado el comportamiento del personal de salud, que se pudo manifestar en un maltrato menor. Sin embargo, este efecto lo sometieron a análisis al calcular las tasas de abuso físico y verbal por mes de recolección de datos, entre los que no encontraron diferencias a lo largo del tiempo.
Algunas experiencias de maltrato pueden ser más subjetivas, como el caso de la discriminación- además, el tiempo transcurrido entre el nacimiento y la encuesta podría haber afectado la calidad del recuerdo. Considerando el hecho que la totalidad de las instalaciones sanitarias eran públicas y de áreas urbanas, la generalización puede ser limitada.
Por su parte, Bohren comenta sobre la importancia del parto respetado:
“Promover la atención de maternidad respetuosa para todas las mujeres es clave para mejorar la equidad en salud y es un componente esencial de la calidad de la atención. Para avanzar, debemos centrarnos en diseñar intervenciones que aborden factores complejos que influyen en la forma en que se trata a las mujeres durante la atención de maternidad, incluidos los prejuicios de género, las desigualdades estructurales y la normalización del mal trato. Debemos abogar por una atención respetuosa para todas las mujeres y empoderar a las personas para que rindan cuentas a los sistemas de salud”.