¿Se conoce la verdadera relación entre dieta y salud mental?
En una revisión sobre los aspectos nutricionales y su impacto en la salud mental, un estudio concluye que aunque ambas variables están relacionadas, aún existen muchos aspectos por aclarar.
La nutrición se ha convertido en un próspero negocio que concita cada vez más la atención del consumidor informado que se ocupa de su nutrición.
A la par, la salud mental ha ido ganando una enorme importancia, tanto para la comunidad científica como para la población en general.
Estos intereses han hecho que la «psiquiatría nutricional» esté promocionando los superalimentos, probióticos, prebióticos, dietas y suplementos con la promesa de optimizar nuestra salud.
Pese a la enorme escalada publicitaria, la evidencia que relaciona alimentación, estado anímico y salud mental en general carece de bases científicas claras.
Revisando la evidencia científica
Para responder a esta pregunta, un equipo de investigadores se dispuso a revisar la investigación científica existente, para evaluar los datos disponibles y comprender la verdadera influencia de los alimentos en la salud mental. Estos hallazgos fueron publicados en la revista European Neuropsychopharmacology, cuya autora principal fue la profesora Suzanne Dickson, de la universidad de Gotemburgo, en Suecia.
El hecho de que la dieta puede afectar el estado de ánimo es totalmente explicable, debido a que nuestros cerebros necesitan nutrientes para funcionar. Además, los alimentos que ingerimos tienen influencia directa sobre otros factores que pueden afectar el estado de ánimo y la cognición, como el intestino y las bacterias intestinales, la síntesis de hormonas, neuropéptidos y neurotransmisores.
Pero cuando se trata de obtener información sobre cómo determinadas dietas influyen en la salud mental, los científicos se encuentran ante una enorme dificultad.
Por ejemplo, una serie de estudios poblacionales transversales de gran tamaño muestral evidencia una relación entre ciertos nutrientes y la salud mental. Sin embargo, es imposible determinar causalidad, es decir, si la comida ingerida es responsable de estos cambios en la salud mental.
Por otra parte, los estudios de intervención dietética bien controlados tienen el inconveniente de reclutar escasos participantes y durar un corto tiempo.
Dickson resume los hallazgos: «Hemos encontrado que existe una creciente evidencia de un vínculo entre una dieta pobre y el empeoramiento de los trastornos del estado de ánimo, incluidos ansiedad y depresión. Sin embargo, muchas evidencias comunes sobre los efectos de ciertos alimentos sobre la salud no están respaldadas por evidencia sólida».
Dietas y suplementos
Dentro de las dietas que han recibido mucha atención y “buena publicidad” durante los últimos años está la mediterránea.
Según los datos obtenidos, «una revisión sistemática que combina 20 estudios longitudinales y 20 estudios transversales proporcionó evidencia convincente de que una dieta mediterránea puede conferir un efecto protector contra la depresión».
También encontraron que la introducción de cambios dietéticos puede ayudar a personas con ciertas patologías. Este es el caso de los niños con epilepsia refractaria, que experimentan menos convulsiones al adoptar una dieta cetogénica.
Además, las personas con deficiencias de vitamina B-12 experimentan letargo, fatiga y pérdida de memoria, que se ha asociado con cuadros de psicosis y manía. En estos casos, la suplementación con B-12 puede mejorar significativamente el bienestar mental.
Sin embargo, los autores señalan que no está claro si el aporte de esta vitamina mejora la condición física y mental en personas que no tienen deficiencia de este micronutriente.
Estudios, certezas y contradicciones
Puesto que los trastornos neuropsiquiátricos representan algunos de los desafíos sociales más apremiantes de nuestro tiempo, poder prevenir o tratar estos cuadros con simples cambios dietéticos implicaría una dramática mejora para millones de personas.
Pero pese a esta revisión sistemática, el equipo no pudo llegar a ideas concluyentes. Esto se debe a la disparidad en los reportes, el pequeño tamaño muestral estudiado y el corto período en que se efectuaron los estudios.
Como en el caso de la vitamina D , algunas investigaciones han concluido que su suplementación mejora la memoria y la atención en los adultos mayores, mientras que otros estudios han encontrado que podría ser útil para reducir el riesgo de depresión. En el otro extremo, algunos autores han concluido que esta vitamina no tiene ningún impacto en la salud mental.
Con respecto a la evidencia en torno al papel nutricional en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad ( TDAH), Dickson afirma: «Un aumento en la cantidad de azúcar refinada en la dieta parece aumentar el TDAH y la hiperactividad, mientras que comer más frutas y verduras frescas parece protegerte contra estas condiciones. Pero hay pocos estudios, y muchos de ellos no duran lo suficiente como para mostrar efectos a largo plazo».
Además, debemos considerar que «la psiquiatría nutricional es un campo nuevo. El mensaje de este artículo es que los efectos de la dieta en la salud mental son reales, pero que debemos tener cuidado al llegar a conclusiones sobre la base de evidencia provisional. Necesitamos más estudios a largo plazo de las dietas cotidianas», resume Dickson.