Hipertensión durante el embarazo
La presión arterial alta es un problema de incidencia global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hay alrededor de 7 millones de personas con esta enfermedad en el mundo, entre ellas, las mujeres en edad gestacional, propensas a desarrollar hipertensión durante el embarazo.
Cuando un bebé se está gestando ocurren diferentes cambios en el cuerpo femenino, uno de ellos es el descenso de la presión arterial cerca de la semana 20 o 22. Esto sucede porque los vasos sanguíneos renales se dilatan, aumenta el trabajo cardíaco y el volumen del plasma.
Los factores que alteran la presión arterial en esta etapa son diversos: van desde la hora del día hasta la ansiedad. La actividad física y la postura también influyen en la tensión de la sangre sobre las paredes de las arterias.
De acuerdo con un artículo publicado en la revista Farmacia Profesional, la hipertensión es la complicación médica más frecuente en el embarazo y se presenta en el 10 % de las mujeres. Además, puede aumentar el riesgo de mortalidad materna y perinatal.
Al respecto, un artículo publicado en la Revista Médica del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) concuerda con que los trastornos hipertensivos del embarazo afectan a entre el 5 y el 10 % de las embarazadas. Se estima que es la segunda causa de mortalidad materna en todo el mundo y que seguirá creciendo debido a la alta incidencia de otras enfermedades, como obesidad y diabetes.
Cambios en el embarazo
Para poder manejar los trastornos de hipertensión, el IMSS señala que es importante conocer cómo se dan los cambios fisiológicos.
Lo primero es saber que en embarazos sin complicaciones, la presión arterial media braquial disminuye desde la fase folicular, es decir, desde el primer día del ciclo menstrual, cuando el cuerpo se prepara para desarrollar un óvulo. Esta reducción en la tensión de las arterias permanece hasta las seis semanas. Se ha observado que llega a su punto más bajo entre las semanas 16 y 20.
En cuanto al gasto cardíaco, es decir, el volumen de sangre que sale por los ventrículos en un minuto, se incrementa a partir de las seis semanas de gestación. Por su parte, la resistencia vascular sistémica —proceso mediante el cual la sangre oxigenada llega a los órganos y tejidos— disminuye.
El gasto cardíaco aumenta en el segundo y en el tercer trimestre hasta en un 40 %. Asimismo, el volumen sistólico y la frecuencia cardíaca suben hasta un 20 %.
La hipertrofia cardíaca leve, o aumento de volumen del corazón, se produce por la sobrecarga y por los cambios hormonales.
El cansancio, las náuseas y los vómitos son normales a lo largo del primer trimestre. A partir del segundo, comienzan otros cambios relacionados con el tamaño de algunas zonas del cuerpo. Con el paso de las semanas, el corazón comienza a latir más rápido para bombear sangre a la placenta y la respiración puede acelerarse un poco.
Todas esas modificaciones tienen rangos normales que señalan si el embarazo va bien. Para saber que algo está fuera de lo normal o que existen otros problemas, es necesario acudir a las revisiones periódicas con el especialista.
Tipos de hipertensión en el embarazo
La Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos divide a la presión arterial alta durante el embarazo en tres tipos:
Hipertensión gestacional
Comienza después de las 20 semanas y, aunque puede provocar bajo peso en el neonato, no causa daños ni en la embarazada ni en el bebé. Desaparece tras tres meses pasado el parto.
Hipertensión crónica
Puede comenzar antes del embarazo o antes de la semana 20. Se estima que afecta a un 3 % de los embarazos.
Preeclampsia
El origen de esta afección aún es desconocido, aunque algunos especialistas sugieren que puede deberse a una placentación anormal o a una insuficiencia vascular de la placenta, así como a alteraciones en el sistema inmunológico o genético.
Entre los síntomas se encuentra la presión arterial alta en 140/90 mmHg, aumento de peso y proteinuria —presencia de proteínas en la orina—. Puede incluir dolores de cabeza y de abdomen, y aumento de las transaminasas, que son unas enzimas del hígado.
Otras señales que suelen alertar son hinchazón en cara y en manos, dolor de cabeza que no cesa, problemas de visión, dolor en la parte superior derecha del abdomen y dificultad para respirar.
En esta afectación, el mayor riesgo proviene de la hipertensión que oprime los vasos sanguíneos del útero; por lo tanto, el crecimiento intrauterino se retarda o el feto presenta bajo peso para su edad gestacional.
Los factores de riesgo son enfermedad renal crónica o presión arterial alta previa al embarazo, preeclampsia en una gestación anterior, vivir con diabetes u obesidad, ser mayor de 40 años o haber utilizado alguna técnica de fertilización in vitro.
La preeclampsia tiene consecuencias como separación de la placenta del útero y falta de nutrientes y de oxígeno, lo que provoca un crecimiento deficiente en el feto. Otros problemas relacionados son parto prematuro, mayores probabilidades de alguna enfermedad cardíaca y daños a riñones, hígado, cerebro, sistema cardiovascular y otros órganos.
Si no es atendida, puede llevar a la eclampsia.
Eclampsia
El problema con esta afección es que provoca convulsiones, vómitos, náuseas, poca orina y puede inducir al coma. Tiene altas probabilidades de aparecer después de una preeclampsia que no ha sido controlada.
Entre los síntomas se encuentran las convulsiones, agitación, pérdida de conciencia y dolor en músculos y en huesos.
Tratamiento
El tratamiento para la hipertensión durante el embarazo dependerá del tiempo de gestación y de la gravedad de la condición. Si el embarazo está entre las 36 y 37 semanas, se suele adelantar el parto; tras esto, las mujeres se recuperan de manera casi inmediata y se reducen las afecciones fetales.
En gestaciones menores a 34 semanas, se prolonga el embarazo al menos 48 horas más para administrar corticoides y acelerar la madurez pulmonar fetal. No obstante, si la presión arterial sistólica está entre 160 y 170 mmHg y la diastólica es mayor a 110 mmHg, se debe concluir el embarazo.
De igual manera, los expertos señalan que, si se desarrolla eclampsia, sin importar el momento de la gestación, lo mejor es finalizar el proceso; de lo contrario, puede haber coagulación, disfunción hepática grave, edema pulmonar o problemas renales agudos.
Científicos del Centro Médico de Asturias publicaron un artículo en la revista Nefroplus, en el cual indican que, hasta ahora, no se ha definido el nivel de presión arterial que requiere de fármacos ni tampoco cuál es el agente antihipertensivo adecuado. Sin embargo, se utilizan algunos medicamentos con el objetivo de disminuir los niveles altos de presión y de prevenir complicaciones en la madre.
En ese mismo artículo, los investigadores señalan que, en publicaciones de Estados Unidos, recomiendan el uso de antihipertensivos cuando la presión sistólica es de 150 mmHg y la diastólica de 100 mmHG.
Otras investigaciones exponen que la hipertensión durante el embarazo puede tratarse con fármacos, como el ácido acetilsalicílico, magnesio y agonistas conocidos como metildopa (antihipertensivo para los primeros dos trimestres de embarazo).
Cabe destacar que, cuando la hipertensión llega a eclampsia, es necesario el apoyo de unidades de cuidado intensivo, de antihipertensivos y de anticonvulsionantes.
¿Cómo prevenir la hipertensión gestacional?
La American Pregnancy Association hace hincapié en que no existe una manera de prevenir la hipertensión durante el embarazo; a pesar de ello, existen varios factores que pueden ayudar a controlar la presión arterial. Entre ellos, el ejercicio y una dieta sana basados en la guía de un médico especialista y según las necesidades de la madre y del feto.
Del mismo modo, se sugiere evitar altas cantidades de sal, beber al menos 8 vasos de agua al día, incrementar el consumo de proteína, evitar la comida chatarra, tener un descanso adecuado y evitar el consumo de alcohol y las bebidas con altas dosis de cafeína.
Por supuesto, la prevención y los chequeos médicos periódicos son las mejores formas de evitar complicaciones durante el embarazo.