¿Comer menos carne roja realmente es bueno para la salud?
En los últimos años, se ha hablado mucho de las consecuencias de comer carne roja de forma constantes. Algunos especialistas han recomendado limitar su consumo de carne porque se han encontrado vínculos de este alimento con padecimientos cardiacos, cáncer, diabetes y otras enfermedades.
A pesar de lo anterior, de acuerdo con una nota publicada por The New York Times, el lunes se dio a conocer un grupo internacional de investigadores concluyeron que no hay suficiente evidencia científica para determinar que la carne roja está ligada a esas enfermedades.
De acuerdo con los científicos, que publicaron sus conclusiones en la revista Annals of Internal Medicine, si existen beneficios por comer menos carne, son pocos.
De hecho, indican, las ventajas son tan escasas que solo se pueden discernir cuando se observan en grandes poblaciones; lo cual no es suficiente para determinar un cambio definitivo en la dieta.
Bradley Johnston, líder de la investigación y epidemiólogo de la Dalhousie University, de Canadá, declaró que la certeza de la evidencia de esas reducciones de riesgo fue de baja a muy baja.
Este reciente estudio es el más grande realizado hasta ahora. Para algunos nutriólogos y personal de salud, el análisis plantea situaciones contrarias a sus recomendaciones y sobre los estándares que deberían cumplir con su asesoramiento.
Opiniones encontradas
La American Heart Association, la American Cancer Society, y la Harvard T.H. Chan School of Public Health han realizado fuertes críticas al artículo y a la revista que los publicó.
Según estas instancias, los resultados presentados perjudican la credibilidad de la ciencia de la nutrición; además, como señalaron las autoridades de Harvard, “erosionan la confianza pública en la investigación científica”.
Por su parte, médicos del Committee for Responsible Medicine, un grupo que aboga por una dieta basada en plantas, presentó una queja ante la Federal Trade Commission; pues consideran “defectuosa” la nueva investigación.
¿Por qué este nuevo estudio está causando revuelo?
De acuerdo con una publicación de Science Alert, el nuevo estudio se trata, para empezar, de más de una investigación: es el informe de tres años de trabajo de un grupo de 14 especialistas.
Ellos hicieron cinco revisiones sistemáticas y analizaron los efectos de la carne roja en una amplia variedad de problemas de salud.
Los investigadores iniciaron con la pregunta de si comer carne roja realmente aumentaba el riesgo de padecer cáncer o desarrollar enfermedades cardiovasculares.
Para las evaluaciones, tomaron en cuenta 61 artículos que informaban sobre 55 poblaciones con más de 4 millones de participantes.
Asimismo, observaron ensayos aleatorios que vinculan a la carne roja con el cáncer y enfermedades cardiacas; así como 73 artículos de su asociación con la mortalidad por cáncer.
En cada estudio, los científicos concluyeron que los vínculos y la muerte eran bajos. Aunque, señalaron que eso no quiere decir que no existan, solo que los efectos son débiles y no se pueden determinar en un solo individuo.
En otra de las examinaciones se revisó un estudio en el que se preguntó a las personas por qué les gustaba la carne roja y si estaban dispuestas a bajar su consumo para mejorar su salud; no obstante, los participantes no mostraron estar muy motivados a cambiar su comportamiento.
Así, la evidencia de que el consumo de carne podría ser dañino no es lo suficientemente fuerte; tampoco para justificar cambios radicales en el consumo de carne y hábitos alimenticios.
Gideon Meyerowitz-Katz, en su artículo de Science Alert, señala que el revuelo de esta investigación se da porque difiere de las recomendaciones anteriores a partir de lo que se entiende como revisión sistemática.
En este caso, se trata de una revisión de todas las publicaciones sobre un tema para tener una perspectiva más sólida sobre él. El asunto es que se convierten en algo cercano a la interpretación y eso genera sesgos.
Carne roja, más que un alimento
En la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, la carne roja se convirtió en un símbolo preciado para Estados Unidos y en un alimento que no podía faltar en la mesa de los estadounidenses para demostrar su poder adquisitivo. Sin embargo, a medida que aumentaron las preocupaciones sobre sus efectos de salud, su consumo decayó.
Aun así, solo en Estados Unidos, una persona come en promedio cuatro porciones y media de carne roja a la semana según datos de los Centers for Disease Control and Prevention; incluso hay quienes comen dos porciones de carne diarias.
El Dr. Dennis Bier, director del Children’s Nutrition Research Center at Baylor College of Medicine, en Houston, declaró que las pautas de los documentos que dicen tener evidencia sobre los efectos nocivos de la carne roja realmente no la tienen.
Por su parte, Marjorie McCullough, directora principal del grupo científico, dijo que es importante reconocer que el equipo revisó la evidencia y encontró el mismo riesgo de carne roja y procesada que otros expertos.
Lo anterior quiere decir que el riesgo es aceptable para las personas, no que es menos riesgosa.
Se destaca también, en medio del debate, si se pueden determinar los efectos de la nutrición con un solo componente; ya que, en los ensayos clínicos, se trabaja con un grupo de control y otro al que se le administra la dieta o el fármaco que va a probarse.
En el caso de la nutrición, es casi imposible que las personas se adhieran a una dieta asignada y que se queden con ella para saber los efectos de la misma.
La alternativa, señalan los expertos, es un estudio observacional, donde se hagan encuestas para encontrar vínculos entre lo que comen y su estado de salud; así como tomar en cuenta sus estilos de vida y otros hábitos.
Implicaciones climáticas
Estos nuevos hallazgos abren la puerta para reconsiderar cómo se realiza la investigación nutricional, señalaron algunos investigadores, y si realmente esa información ayuda en la toma de decisiones de un individuo.
Meir Stampfer, de la Harvard T.H. Chan School of Public Health cree que, a pesar de los fallos en la evidencia, los funcionarios de salud aún deben dar consejos y recomendaciones.
Finalmente, no se debe pasar de largo la huella climática desproporcionada que implica la producción de carne.
Es decir, el debate no debería centrarse solo en un asunto de nutrición.
También se relaciona con la creciente conciencia sobre la degradación ambiental; pues se sabe que la producción de carne requiere de mucha agua; genera 14.5% de los gases de efecto invernadero; y, del mismo modo, implica una preocupación por el bienestar de los animales usados en la industria.
Los investigadores han estimado que la carne de res tiene un impacto climático cinco veces mayor al de la producción de carne de pollo o cerdo.
Entonces, ¿es bueno o malo?
El mensaje de esta polémica es que se hay diferentes aspectos que deben considerarse antes de calificar como bueno o malo el consumo de un solo producto.
En materia de impacto climático, la huella es notoria; en el caso de nutrición, hay una variedad de patrones de alimentación que pueden ser benéficos o dañinos para la salud, y que deben considerarse en las investigaciones.
Con información de los artículos:
«Eat less red meat, scientist said. Now some believe that was bad advice», de Gina Kolata, publicado en The New York Time, y con el apoyo de Brad Plumer.
Y «Here’s the real truth about that confusing red meat study», por Gideon Meyerowitz-Katz, publicado en Science Alert.