Cambio climático: estudio revela graves riesgos para la salud de la población mundial

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Las elevadas emisiones mundiales de gases de efecto invernadero -ocasionadas principalmente por la quema excesiva de combustibles fósiles y la deforestación- han impactado desfavorablemente en el cambio climático, cuyas consecuencias se evidencian en el aumento del nivel del mar, mayor proporción de sequías, inundaciones, frecuencia de tempestades tropicales e incendios forestales, con devastadores efectos sobre la calidad de vida y salud humanas.

Si bien el 2018 será catalogado como un año excepcionalmente cálido, un reciente estudio advierte que la temperatura continuará subiendo al menos hasta el 2022, independientemente de la intervención humana sobre el medio ambiente, debido principalmente a una escasa probabilidad de que se registren episodios de frío intenso en el planeta.

En base a esta dramática situación, la implementación rápida y efectiva del Acuerdo de París sobre el cambio climático es un tema prioritario, para frenar el alza térmica y los niveles del mar. Recordemos que el objetivo principal de este documento es mantener el aumento de la temperatura media global muy por debajo de 2°C y lo más próximo posible a los 1,5°C.

Cambio climático y salud

El informe anual del 2018 publicado por la revista The Lancet cuyo título es Cuenta regresiva sobre salud y cambio climático- analiza 41 indicadores en cinco áreas: impactos del cambio climático, exposiciones y vulnerabilidad; adaptación, planificación y resiliencia para la salud; finanzas y economía; acciones de mitigación y co-beneficios de salud y compromiso público y político. Estos indicadores estudian desastres relacionados con aspectos como: el clima, seguridad alimentaria, uso de combustibles limpios, ingesta de carne, contaminación del aire y el número de artículos de investigación científica que tratan sobre el clima y la salud.

En el análisis participan 27 prestigiosas instituciones académicas, la ONU y agencias intergubernamentales de todos los continentes, que aportan su experiencia en diversas áreas relacionadas, como la de los meteorólogos, ecólogos, matemáticos, geógrafos, ingenieros, expertos en energías, alimentación, ganadería y transporte, economistas, científicos sociales y políticos, profesionales de la salud y médicos.

Resultados: vulnerabilidad mundial y riesgos

La creciente vulnerabilidad a los riesgos relacionados con la salud en relación al alza térmica, producto del cambio climático global, en la que si bien la temperatura global media aumentó en 0,3°C entre 1986 y 2017, el alza de la temperatura promedio a la que se expuso la oblación fue más del doble (0,8°C).

Esta mayor vulnerabilidad a la morbi-mortalidad es más acentuada entre las población de adultos mayores, aquellas que viven en ciudades y pacientes afectados por enfermedades no transmisibles (ENT)- como patologías cardiovasculares, diabetes y enfermedades respiratorias crónicas- que ven incrementados sus riesgos de agravamiento o complicación de las enfermedades base, que derivan especialmente en cuadros cardiovasculares y/o renales.

En el 2017, más de 157 millones de personas mayores de 65 años estuvieron expuestas a las olas de calor en comparación con el año 2000, y 18 millones más de personas con respecto al 2016.
Las regiones de Europa y el Mediterráneo oriental son más vulnerables en comparación a África y el sudeste asiático, debido al envejecimiento de la población citadina: el 42% de los europeos y el 43% de los habitantes del Mediterráneo oriental son mayores de 65 años y son vulnerables a la exposición al calor, comparativamente con el 38 % de África y 34% perteneciente al sudeste asiático.

Sin embargo, en los países de ingresos medios y bajos el riesgo aumenta en relación a la prevalencia de ENT,  especialmente en el sureste de Asia, donde la vulnerabilidad a la exposición al calor ha aumentado en un 3,5% desde 1990.
Según indica el estudio, en promedio, cada persona estuvo expuesta a 1,4 días adicionales de ola de calor entre los años 2000 a 2017, en comparación con el período 1986-2005.

Disminución de la capacidad de trabajo

El aumento de las temperaturas afecta de manera importante la salud ocupacional, puesto que estos incrementos superan comúnmente los valores tolerados fisiológicamente, por lo que el trabajo sostenido se dificulta o se torna imposible.

En el 2017 se perdieron 153 mil millones de horas de trabajo debido altas temperaturas, lo que implica un aumento de 62 mil millones de horas en comparación con el 2000. Estos cambios, además, se concentraron en áreas con bajos ingresos como es la India, el sureste de Asia y el África subsahariana, el sur de Sahara y Sudamérica.
Del total de estas pérdidas, un 80% se produjeron en el sector agrícola (122 mil millones de horas perdidas), el 17,5% en el sector industrial (27 mil millones) y el 2,5% en el sector servicios (4 mil millones).

Enfermedades transmisibles y control de vectores

Este estudio demuestra que pequeños incrementos en la temperatura y la lluvia impactan enormemente en la incidencia de graves enfermedades que se transmiten a través del agua y vectores como los mosquitos: en el 2016, la capacidad vectorial global para la transmisión del virus del dengue fue la más alta registrada, al evidenciar un aumento del 9,1% sobre la línea basal de la década de 1950 para el mosquito Aedes aegypti y del 11,1% para el Aedes albopictus.
Otros patógenos también mostraron un incremento significativo: la bacteria del cólera aumentó en un 24% en la costa de la región báltica, entre 1980 y 2010; por su parte, la capacidad vectorial de la malaria se elevó en un 27,6% en las tierras altas de África subsahariana, en el período comprendido entre 1950 y 2016.

Gastos adaptativos

A nivel mundial, se calcula que el gasto dentro del sector salud para adaptarse al cambio climático ha aumentado un 3,1%, en 2015-2016, al 4,8% en el período 2016-2017, aunque este monto no alcanza la cifra pactada en el Acuerdo de París y solo se dio la aprobación a un proyecto destinado a salud en el 2017.

En cuanto a los países que aumentaron su gasto se encuentran Europa y el sudeste asiático, mientras que los países de bajos ingresos figuran con un gasto menor, que todavía es insuficiente para satisfacer sus necesidades de salud no resueltas.

Respuestas insuficientes ante la emergencia

En base al ritmo del cambio climático que se observa, la urgencia ante la respuesta es insuficiente y el informe es motivo de preocupación, como explica la profesora Hilary Graham, de la Universidad de York, Reino Unido: «Los cambios actuales en las olas de calor y la capacidad laboral brindan una alerta temprana del impacto agobiante y abrumador que se espera en la salud pública si las temperaturas continúan aumentando», “Las tendencias en los impactos del cambio climático, las exposiciones y las vulnerabilidades muestran un riesgo inaceptable para la salud ahora y en el futuro”. «La falta de progreso en la reducción de emisiones y la creación de capacidad de adaptación amenaza las vidas y los sistemas de salud, y debe abordarse para evitar la interrupción de la infraestructura de salud pública y los servicios de salud abrumadores«.
Pero los investigadores señalan la existencia de algunas tendencias positivas en aspectos relevantes para la salud, incluida la eliminación gradual del empleo del carbón como combustible, el uso de medios de transporte ecoamigables y la adaptación del sistema de salud, como indica la profesora Graham: “A pesar de los retrasos, algunos sectores se están embarcando en una transición baja en carbono, lo cual es una señal prometedora. Está claro que la naturaleza y la escala de la respuesta al cambio climático serán el factor determinante en la configuración de la salud de las naciones durante los próximos siglos”.