Alucinógenos permiten que el cerebro de las personas deprimidas se reinicie

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Según la definición del National Institute of Mental Health de Estados Unidos, la depresión es una condición clínica severa; se trata de algo más que sentirse triste. La depresión es una enfermedad que interfiere con la vida cotidiana y el desempeño normal de una persona.

Los trastornos depresivos pueden ser diferentes, pero se caracterizan por síntomas que modifican el ciclo de sueño y actividades cotidianas como comer, estudiar o trabajar. Hay sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad, vacío, culpa, impotencia, irritabilidad, inquietud y desinterés.

Un oportuno tratamiento puede reducir los síntomas y mejorar la condición de las personas deprimidas; si no es adecuado o no se atiende a tiempo, otras enfermedades como trastornos de ansiedad, de pánico o fobia social podrían desencadenarse.

Fuente: Pixabay

Los medicamentos y la depresión

Cuando el trastorno depresivo es muy severo, se recurre a medicamentos, inhibidores selectivos que permiten apagar o reactivar zonas cerebrales donde se generan las emociones de tristeza, estrés o ansiedad.

Lamentablemente, no todos los fármacos tienen el mismo efecto en los pacientes; esto obliga a probar diferentes tipos de estimulantes que les ayuden a llevar una vida normal y contrarrestar el trastorno.

Recientemente, científicos del Imperial College London han encontrado un alucinógeno en hongos que reinicia el cerebro de una persona con depresión muy fuerte.

El efecto de psilocybin

El Psilocybin es un profármaco de serotonina no selectiva, una droga sicodélica clásica. Este ingrediente se encuentra en los hongos y, desde hace ya varios años, se le da dado un uso medicinal. De acuerdo con los científicos, con una preparación adecuada y supervisión médica, puede tener efectos psicológicos para facilitar la recuperación en ciertos trastornos mentales, uno de ellos la depresión.

Según los expertos del Imperial College London, existe pequeña cantidad de estudios que sugieren que el psilocybin actúa como “lubricante para la mente”; significa que permite que las personas se “escapen” del ciclo de los síntomas depresivos. Hasta ahora no se tenían pruebas de cómo impactaba en la actividad cerebral.

A través de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI por sus siglas en inglés), realizaron un estudio con 19 pacientes, a quienes les proporcionaron una sola dosis de psilocybin. El monitoreo se hizo antes y después de que tomaran el ingrediente  

La mitad de los pacientes notaron que su depresión disminuyó; asimismo, experimentaron cambios en la actividad cerebral que duraron hasta cinco semanas.

Imágenes de la conectividad funcional del cerebro en reposo, antes y después del psilocybin.
Fuente: www.nature.com

¿Qué sucede en el cerebro con el psilocybin?

De acuerdo con los resultados, el psilocybin afecta dos áreas principales en el cerebro:

  1. La amígdala cerebral, involucrada en el procesamiento de emociones como miedo y ansiedad, se volvió menos activa. Ante una mayor reducción de su participación, se observaron mejoras en los pacientes.
  2. La red principal del cerebro, donde convergen varias regiones cerebrales, se volvió más estable tras tomas psilocybin.

Imágenes de la amígdala cerebral antes y después de psilocybin.
Fuente. www.nature.com

El Dr. Robin Carhat-Harris, quien encabeza esta investigación, dijo a la BBC que un cerebro deprimido deja de funcionar como si estuviera vivo, pero al consumir psilocydin se reinicia. Los mismos pacientes utilizan esos términos: reiniciado, renacido; incluso uno dijo que su cerebro fue desfragmentado y limpiado, como una computadora. Lo más interesante de esta aproximación es el haber identificado dónde ocurren los cambios con sólo una dosis.

De cualquier manera, se debe tomar en cuenta que es sólo una muestra pequeña y que no se tiene control de un grupo de personas saludables con las cuales comparar los cerebros escaneados. Aunque se necesitan aún muchas pruebas antes de determinar si el psilocybin es aceptado como tratamiento de la depresión, lo cierto es que se abren puertas para nuevos tratamientos.

El equipo perteneciente al Imperial College London dijo que esto no significa que las personas deban automedicarse.

La investigación se publicó en la revista Nature; tuvo el apoyo del Medical Research Council UK Clinical Development Pathway Funding Scheme; de Safra Foundation; y por el Alex Mosley Charitable Trust.