¿Cómo mejorar la salud mental de los niños?
La salud mental de las niñas y de los niños es un punto especialmente crítico en esta época de pandemia. Hay que mantenerlos activos, contenidos e instarlos a reconocer, manifestar y manejar sus emociones de forma positiva para poder liberar adecuadamente el estrés.
¿Qué es la salud mental en niños?
La salud mental se define como contar con un estado de bienestar emocional, psicológico y social. Su importancia radica en que repercute en forma directa en la forma en la que los niños piensan, siente, vivencian, actúan frente a la vida, interactúan con los demás y toman decisiones.
También, define cómo enfrentan y manejan el estrés, y cómo cuidan su cuerpo, además de incidir en la capacidad de alcanzar su máximo potencial.
Por lo tanto, la salud mental constituye un aspecto especialmente crítico en una edad de tanta vulnerabilidad y maleabilidad como es la niñez.
La covid-19 ha afectado, en gran medida, el bienestar psicológico de los niños, lo que forma parte de una importante preocupación por parte de un 60 % de los padres, según datos aportados por una encuesta reciente.
¿Cómo mejorar la salud mental en los niños?
En momentos de mayor estrés, como en esta situación de pandemia, es normal que los niños reclamen más atención y sientan cierta angustia e incertidumbre frente al futuro.
Como padres o adultos, se puede recurrir a ciertas estrategias para mantener cierta “normalidad” en el seno familiar, como por ejemplo:
- Mantener las rutinas que suele hacer la familia, o bien, se pueden crear nuevas rutinas, en caso de tener que permanecer en casa o tener que ajustar ciertos horarios.
- Hablar con los hijos sobre el nuevo coronavirus, empleando siempre la franqueza y un lenguaje adecuado para la edad.
- Ayudar a los hijos con los deberes escolares para que dispongan de tiempo para jugar.
- Facilitar a los niños la expresión y canalización de sus sentimientos y emociones como el miedo y la tristeza, pero de forma constructiva, como puede ser a través de una actividad creativa como el juego o el arte.
- Incitar a los niños a mantenerse en contacto fluido y regular con sus amigos y familiares, ya sea a través de internet o por teléfono.
- Asegurar una variedad de actividades para los niños y fomentar la realización de tareas familiares, como preparar un pastel, cantar, bailar y practicar juegos grupales.
Además, existen algunas herramientas para ayudar a los niños a manejar el estrés y la angustia. Algunas son:
Enseñarles a ponerle nombre a sus sentimientos
Un niño que es capaz de manifestar sus sentimientos, al decir «estoy triste» o «estoy ansioso», obtiene un alivio instantáneo.
Es importante que con los niños mayores se empleen palabras referidas a los sentimientos en las conversaciones cotidianas, para enseñarles la cabida de las emociones en la vida diaria y sobre su naturalidad e importancia. Esto se puede aplicar incluso al comentar alguna película o libro, al preguntarles cómo creen que se siente un personaje de un libro o de una película o serie en determinados momentos.
También, los adultos deben hablar sobre sus sentimientos para que entiendan que todo el mundo los siente y los pueden verbalizar, pero sin entregarles esa carga emocional negativa a los niños.
Es importante que los niños y niñas entiendan que las emociones no son enemigas, sino que sirven, en determinados momentos, para motivarlos e impulsarlos a hacer cosas en su beneficio y en el de otras personas.
Ayudarlos a entender y a manejar los sentimientos
Es importante que los niños entiendan que ciertos sentimientos, como la ira, pueden hacer que se digan cosas hirientes que se lamentarán luego.
En este contexto, es recomendable hablar con los niños sobre cómo reconocer cuándo está bien aceptar un sentimiento, aunque resulte incómodo, y cuándo es conveniente que cambie su sentir porque lo paraliza o perjudica.
Puesto que estos cambios no resultan sencillos de realizar, es necesario enseñarles a los niños a descubrir las habilidades de afrontamiento ante las situaciones molestas. Estas los ayudarán a lidiar con las emociones incómodas, bajar el nivel de estrés y recuperar su estado de bienestar. La práctica de ejercicios de respiración consciente, dibujar, colorear, salir a caminar o llamar a un amigo son algunas de las estrategias que pueden ayudar.
Estas opciones son diferentes según los casos, así que puede funcionar en algunos niños y en otros no. Por ello, hay que ayudarlos a experimentar con diferentes herramientas para que descubran cual les es más útil para afrontar los sentimientos indeseados.
Fomentarles la autocompasión y la autoconfianza
Cuando los niños manifiestan cosas como «voy a suspender la prueba» o «no le simpatizo a nadie», los padres sienten que su deber es intervenir y asegurarles que no es así y que todo se va a solucionar.
Pero es importante que los niños aprendan a responder cuando surjan sus propios pensamientos negativos. Esto permitirá que, en la ausencia de los consejos tranquilizadores de los padres, ellos puedan hacerlo por sí mismos.
Para ayudarlos a desarrollar un diálogo interno más compasivo con ellos mismos, se los puede animar a dar un consejo hipotético a otra persona, como por ejemplo: «¿Qué le dirías a un amigo que tiene este problema?».
Cuando un niño o niña dude de su capacidad para realizar alguna labor puntual, como formar un equipo o averiguar cómo realizar determinado trabajo, hay que explicarles que sus pensamientos a veces pueden estar errados, por lo que deben responder con un desafío y demostrar lo contrario para aprovechar esa duda a su favor.