Ansiedad y factores asociados: nuevos hallazgos
Un estudio canadiense, que recopiló datos a partir de un gran tamaño muestral de adultos mayores de 45 años, encontró asociaciones entre la dieta y el riesgo de trastorno de ansiedad. Otros factores, como el sexo biológico, estado civil y nivel de ingresos, también demostraron tener una carga importante en este cuadro clínico.
Un estudio realizado en el 2015 encontró que dentro de los problemas psicológicos, el trastorno se encuentran entre los cuadros más frecuentes entre habitantes de los Estados Unidos y de Europa.
En México, se calcula que de cada 10 personas, 7,5 son ansiosas, situación que se evidencia a partir de la infancia. A nivel mundial, el 3,6 % convive con este trastorno, según las estimaciones del 2015 de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Trastorno de ansiedad
Con el fin de aportar nuevas estrategias para prevenir el trastorno de ansiedad, un equipo de investigadores de la Universidad Politécnica de Kwantlen en Surrey y la Universidad de Toronto, Canadá, realizó un estudio que evaluó asociaciones significativas entre varios factores potenciales de riesgo y la probabilidad de desarrollar un trastorno de ansiedad. Estos hallazgos fueron publicados en la International Journal of Environmental Research and Public Health.
La atención del equipo en esta problemática está en su impacto en la salud pública, pues «se estima que el 10 % de la población mundial sufrirá trastornos de ansiedad, que son una de las principales causas de discapacidad», señala la autora principal Karen Davison.
Los investigadores analizaron los datos de 26 991 individuos del Estudio Longitudinal Canadiense sobre el Envejecimiento (CLSA), realizado entre 2010–2015, a través de entrevistas, exámenes físicos y análisis de laboratorio.
De estos voluntarios, el 49,3 % eran hombres, el 82,5 % nacieron en Canadá y el 58,5 % tenían entre 45 y 65 años. Dentro de estos participantes, el 8,5 % de las personas reportaron tener un diagnóstico de ansiedad.
A partir del estudio, los investigadores descubrieron que las personas que no consumían mucha fruta ni verdura tenían más probabilidades de padecer el trastorno en comparación con las que ingerían más de estos alimentos.
«Para aquellos que consumían menos de tres fuentes de frutas y verduras diariamente, había al menos un 24 % más de probabilidades de diagnóstico de trastorno de ansiedad», dice la autora principal.
El investigador José Mora-Almanza señala que este hallazgo podría servir para relacionar otros factores asociadas con la ansiedad, ya que «esto también puede explicar, en parte, los hallazgos asociados con las medidas de composición corporal. Cuando los niveles de grasa corporal total aumentaron más del 36 %, la probabilidad de trastorno de ansiedad aumentó en más del 70 %».
La autora principal plantea que si una dieta pobre en frutas y verduras lleva a un aumento de la grasa corporal, esto puede incrementar la inflamación sistémica, por lo que la inflamación ha sido relacionada con la ansiedad.
Sexo, soltería y niveles de ingresos
Evidencia previa indica que las mujeres tienen más probabilidades de manifestar ansiedad, hecho que se confirma en este nuevo estudio. Una de cada nueve mujeres participantes tenía un trastorno de ansiedad, en comparación con uno de cada quince hombres.
Además, al evaluar otras variables, el estudio encontró que aquellos que eran solteros tenían 27 % más probabilidades de desarrollar un trastorno de ansiedad, en comparación con sus pares casados.
El grupo de participantes con ingresos más bajos también se vio más afectado, ya que se observó que 1 de cada 5 participantes con un ingreso familiar inferior a US 20 000 por año vivían con un trastorno de ansiedad.
Las enfermedades crónicas también juegan un papel importante en la génesis de la ansiedad, pues los hallazgos indican que aquellos con tres o más afecciones crónicas tienen más probabilidades de experimentar un trastorno de ansiedad en comparación con sus pares sanos.
Entre los que sufrían de ansiedad, el 16,4 % presentaba tres comorbobilidades, el 8,3 % estaba afectado por dos enfermedades, el 6,3 % tenía además otra patología y solo el 3 % no refirió cronicidades coexistentes.
Por su parte, aquellos participantes que referían dolor crónico tenían el doble de prevalencia de ansiedad que sus pares sin este padecimiento.
Inmigrantes más resistentes
Los investigadores encontraron que las personas con menores probabilidades de desarrollar un trastorno de ansiedad son los inmigrantes.
Las personas nacidas fueras de Canadá, pero que habían emigrado a este país, tenían una menor prevalencia de ansiedad: el 6,4 % de los inmigrantes tenían un trastorno de ansiedad en comparación con el 9,3 % de los nacidos en el país.
Según la investigadora Esme Fuller-Thomson, esta inconsistencia aparente podría explicarse por una “autoselección”, en la que aquellos que eligen hacer este cambio deben ser personas con mayor resistencia a desarrollar ansiedad.
Davison, a modo de resumen, manifiesta: «Nuestros hallazgos sugieren que los enfoques integrales que se dirigen a los comportamientos de salud pueden ayudar a minimizar la carga de los trastornos de ansiedad entre los adultos de mediana edad y mayores, incluidos los inmigrantes».
Sin embargo, «los factores dietéticos, como la ingesta de fibra, calcio y vitamina D, merecen un mayor estudio para comprender mejor sus posibles relaciones con los trastornos de ansiedad», escriben los autores.