Salud e inmigrantes: mitos que justifican las políticas de exclusión

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A nivel mundial, en tan solo 10 países se concentra un poco más del 50% de todos los inmigrantes, entre ellos, sólo Estados Unidos es el que recibe casi el 20% del flujo migratorio mundial en los últimos 25 años.

Después de Estados Unidos, entre los cinco mayores receptores de inmigrantes, con mucha diferencia, aparecen países como Alemania, Rusia, Arabia Saudita y Reino Unido.

En 2018, había más de mil millones de personas en movimiento, de los cuales un 25% eran migrantes que traspasaban las fronteras internacionales.

Pese a esta movilidad tan dinámica y la amplia experiencia que existe en los principales países que reciben migrantes, persisten varios mitos sobre estas poblaciones, en temas tan sensibles como la salud, como la idea que los migrantes son portadores de enfermedades y constituyen una carga para los servicios sanitarios, además de ser considerados una influencia negativa para las sociedades que generalmente son más prósperas económicamente.

La introducción y naturalización de estas creencias entre la ciudadanía, ha facilitado que prosperen políticas hostiles y restrictivas en muchos países del mundo, que se traducen en medidas que afectan directamente el acceso a la salud, educación y justicia en los países a los cuales migran.

Estudio en The Lancet

Temas relacionados con el gasto en la cobertura en salud pública son razones esgrimidas habitualmente para restringir o negar el acceso de los migrantes a la atención sanitaria. Pero a la luz de los nuevos datos- aportados por un estudio realizado por una comisión conjunta entre la University College of Londres (UCL) y The Lancet- pone en evidencia que los mitos más difundidos sobre migración y salud no están respaldados por los hallazgos realizados. Además, ponen de manifiesto las importantes contribuciones de la migración a las economías regionales y globales.
Este informe es el resultado de un proyecto que lleva dos años en funcionamiento, dirigido por 20 expertos mundiales, pertenecientes a 13 países, que incluye un exhaustivo análisis de datos disponibles hasta la fecha e incluye sus recomendaciones para mejorar las medidas de salud pública ante la migración. Se hará público el 8 de diciembre en la Conferencia Intergubernamental de las Naciones Unidas, para adoptar el Pacto Mundial para la migración segura, ordenada y regular, a celebrarse en Marrakech, Marruecos.

La importancia de esta conferencia radica en el impacto global de las políticas migratorias relacionadas con el acceso a la salud, como manifiesta el Presidente de la Comisión, Profesor Ibrahim Abubakar, UCL (Reino Unido): “La migración es el problema que define nuestro tiempo. La forma en que el mundo aborde la movilidad humana determinará la salud pública y la cohesión social durante las próximas décadas. La creación de sistemas de salud que integren a las poblaciones migrantes beneficiará a comunidades enteras con un mejor acceso a la salud para todos y beneficios positivos para las poblaciones locales”. «No hacerlo podría ser más costoso para las economías nacionales, la seguridad de la salud y la salud mundial que las modestas inversiones necesarias para proteger el derecho a la salud de los migrantes y garantizar que los migrantes puedan ser miembros productivos de la sociedad»

Mitos e ideas erróneas sobre la migración y la salud

Los países de más altos ingresos reciben el mayor número de migrantes

Solo una cuarta parte de las migraciones- que involucra a unos 258 millones de personas- son internacionales, movidos, en su gran mayoría, por motivos laborales (aproximadamente el 65%), y una proporción mucho menor son refugiados que solicitan asilo.
En las últimas cuatro décadas, el porcentaje de migrantes a nivel internacional ha mostrado muy escasa variación, del 2,9% en 1990 al 3,4% en 2017.
Los países de altos ingresos muestran un aumento mayor en el porcentaje de migrantes internacionales (de 7,6% en 1990 a 13,4% en 2017), estos grupos corresponden mayoritarios a estudiantes que pagan por su educación o trabajadores que contribuyen a la economía del país.

Los migrantes  son dañinos para las economías

La  evidencia contundente y poco conocida sobre los beneficios económicos de la migración ponen de manifiesto que cada aumento del 1% en los migrantes de la población adulta aumenta el producto bruto interno (PBI) por persona hasta en un 2%.

Además, la migración contribuye a la distribución de la riqueza global, ya que en el 2017 enviaron unos 613 mil millones de dólares a sus familias en el país de origen, de los cuales, unas tres cuartas partes se envían a países de bajos y medianos ingresos.

Los migrantes son una carga para los sistemas sanitarios

La evidencia indica que los migrantes, en muchas economías desarrolladas, constituyen una parte importante del personal sanitario, donde se desempeñan brindando atención médica y en el cuidado de adultos mayores. A modo de ejemplo, en el Reino Unido, el 37% de los médicos recibió su título en otro país.
Además, un reciente metaanálisis concluyó que los migrantes que viven en países de altos ingresos tienen tasas de mortalidad más bajas para el grueso de las enfermedades, en comparación con la población general del país receptor.

Con respecto a las tasas de mortalidad, el estudio utilizó estimaciones con más de 15,2 millones de migrantes de 92 países y encontró que los migrantes internacionales exhibían valores más bajos por enfermedades de tipo: cardiovasculares, digestivas, endocrinas, neoplasias, enfermedades nerviosas y respiratorias, trastornos mentales y conductuales y lesiones, con respecto a la población general. No hubo evidencia sobre diferencia significativa para los trastornos sanguíneos, genitourinarios y musculoesqueléticos.
Dentro de las excepciones, donde los migrantes tenían tasas de mortalidad mayores eran las infecciones como la hepatitis viral, la tuberculosis y el VIH.

La población migrante es portadora de enfermedades que ponen en riesgo al país receptor

La imagen estereotipada de los migrantes como portadores de enfermedades se ha plasmado peligrosamente en la imagen popular. Es verdad que existen casos en que los migrantes provienen de regiones con mayor morbilidad, como zonas en conflicto o con sistemas de salud pública deficitarios, pero en la realidad se ha visto que la propagación de patógenos resistentes ha sido impulsada ​​principalmente por los viajes internacionales, el turismo y el movimiento de ganado.

Los migrantes muestran mayores tasas de fertilidad

Esta idea ha sido desmitificada por la Comisión, pues los datos- recopilados por varios estudios a largo plazo- sugieren que las tasas de natalidad entre los migrantes apenas alcanzan el nivel de reemplazo de la población (2,1 nacimientos por mujer) y, a menudo, decrecen.

Un estudio que involucró a seis países europeos, encontró que las tasas de fertilidad entre las mujeres migrantes eran, en general, más bajas que las poblaciones de acogida.

Efectos nocivos de los mitos sobre la migración para la sociedad y cómo enfrentarlos

Las ideas infundadas sobre la migración tienen un fuerte y desfavorable impacto en la forma en que se trata a los migrantes dentro de la sociedad, pues pese a la evidencia de los efectos positivos de la migración para las sociedades, muchos individuos que emigran sufren políticas y restricciones que los ponen en riesgo de padecer enfermedades.
El informe solicita a los gobiernos que mejoren el acceso de los migrantes a los servicios sanitarios y aborden con tolerancia cero aquellos problemas derivados del racismo y la discriminación, como las existentes para pacientes portadores de enfermedades de baja transmisibilidad, como el VIH.

Los países anfitriones tratan el cruce no autorizado de fronteras como delitos penales, lo que puede lleva a la detención indefinida de los afectados, como es el caso de los Estados Unidos, que ha impuesto una política de tolerancia cero contra los migrantes ilegales, que ha llevado incluso a la separación de los niños de sus padres. Estas medidas representan una clara violación del derecho internacional, y los resultados de 38 estudios muestran que la detención se asocia con daños, especialmente a la salud mental.
Contraponiéndose claramente con las ideas de justicia e inclusión social, un estudio realizado en 28 países desarrollados y en vías de desarrollo encontró que casi la mitad de ellos no permitía el acceso inmediato a la educación para niños migrantes ilegales, además de enfrentar muchas barreras para acceder a la justicia, por falta de información, intimidación de los empleadores, barreras idiomáticas o desconocimiento del sistema.
La profesora Bernadette Kumar, del Instituto Noruego de Salud Pública agrega con respecto a este punto: “Con demasiada frecuencia, las políticas gubernamentales priorizan la política de la xenofobia y el racismo sobre sus responsabilidades de actuar enérgicamente para contrarrestarlas. La discriminación racial y étnica alimenta la exclusión de las poblaciones migrantes, no solo violando los derechos de las personas, sino que obstaculiza la cohesión social y el progreso de la sociedad en general. El racismo y los prejuicios deben confrontarse con un enfoque de tolerancia cero«.


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